El pecado mayor
Venezuela, en estos once años, ha recibido los embates de las directrices del Foro de Sao Paulo, monstruosa pandilla de comunistas que comandados por Lula y por Fidel, tratan de implantar en Latinoamérica el sistema comunista que ya fracasó en todos sus experimentos internacionales. Sus desempeños, que muestran como “éxitos”, se han constituido en terribles dictaduras que acogotan a algunos países del globo.
Mas en Venezuela han sucedido eventos que no se han atrevido a plantear en ningún otro país salvo en la Cuba revolucionaria de 1960. Se trata de la modificación de la pirámide poblacional y su calidad, a través de la exportación forzada de los estratos mejor preparados de la sociedad.
Hemos leído en alguna parte, que en el proyecto perverso que se trata de implantar en el país, se planteaba que un sector mayoritario de los grupos mejor preparados optaría por emigrar, tal como sucedió en la Cuba de mediados de siglo. La realidad, afortunadamente, ha sido distinta, aunque el régimen ha dado pasos que lo provoque.
El primero de ellos, vista la resistencia de nuestra sociedad, fue el desmantelamiento de los trabajadores de la industria petrolera. Se estima que el despido, a pitazos limpios, de cerca de veinte mil empleados de la más alta calificación, significó un paso criminal contra la sanidad de la empresa petrolera venezolana.
Estos trabajadores, que tenían una antigüedad promedio de unos quince años, no solo significaron el despilfarro de trescientos mil años de experiencia, sino que produjo una diáspora que tuvo como beneficiarios principales a los países petroleros más avanzados del mundo y sorpresivamente el acelerado desarrollo de la industria petrolera colombiana que ha visto crecer su producción a guarismos muy importantes.
Trabajadores petroleros venezolanos se encuentran hoy, desempeñándose ventajosamente, en Estados Unidos, en Canadá, en los países del Medio Oriente y en muchos lugares donde se aprecia el talento y la preparación de ellos.
No olvidemos que además de despedirlos de la peor manera posible, entendemos, que a muchos de ellos no se les canceló las irrenunciables liquidaciones laborales y hasta se les confiscó sus fideicomisos donde estaban acumuladas cantidades apreciables de sus ahorros.
En ocasión anterior hemos comentado que alrededor de la mitad de todos los venezolanos que tienen estudios y han aprobado el cuarto nivel de instrucción, es decir, los venezolanos que se han entregado en cuerpo y alma a la investigación, se han marchado del país y se encuentran también, trabajando en países de mayor desarrollo y donde son muy bien apreciados. Se habla de un número cercano a los cinco mil venezolanos que contribuyen a la docencia y a la investigación de naciones como los Estados Unidos, Japón y varios otros donde el intelecto tiene valor. Ellos conforman un grupo que es aproximadamente, la mitad de todos los venezolanos que han alcanzado ese nivel de preparación.
Sin olvidar otras profesiones, debemos referirnos a lo que está sucediendo en la medicina. Para nadie es secreto que el régimen ha agredido y despreciado a los galenos venezolanos.
En un país que se tiene que sentir orgulloso de haber contado y cuenta con seguidores de Esculapio dignos y famosos: José María Vargas, Luis Razetti, Arnoldo Gabaldón, Gustavo H. Machado Hernández, Pastor Oropeza, Luis Daniel Beuaperthuy, Pablo Acosta Ortiz, José Ignacio Baldó, Felix Pifano, Humberto Fernández Morán, son apenas una pequeña muestra de la pléyade de galenos que han dado lustre y prestigio a la medicina nacional.
Hoy tenemos que realizar que como respuesta a la “importación” de médicos y paramédicos cubanos y a los muy bajos emolumentos que devengan los médicos en el sector público, han emigrado, especialmente a España, algo más de cuatro mil galenos que son imprescindibles para mantener y cuidar la salud de los venezolanos.
En nuestra opinión, estas agresiones que el régimen ha desatado contra la sociedad venezolana y en la terrible emigración de talentos que se ha producido, está el pecado más grave de cuantos se han cometido contra la nación.
No sabríamos evaluar si una sociedad que ha sido agredida y depauperada por su presidente y el régimen que representa, no tiene el derecho de reaccionar en consecuencia.
Caracas, octubre 4 de 2010
