El patético vocero revolucionario
Nada más lastimoso, y a la vez cómico, que un chavista de segunda categoría; es decir Ministro, en plan de vocero del régimen. Los personajes, claramente agradecidos de estar ahí en esas posiciones de escolta, chofer, vehículo, partida secreta, capacidad para contratar y chequera gorda, gracias a la infinita bondad del amo. Y es que si no fuera por él, estarían en algún cuartel o medrando en algún Ministerio o Universidad, donde en tiempos de la cuarta o eran adecos o copeyanos o efectivamente eran exguerrilleros mantenidos por el Estado pacificador.
Ya se sabe. La bequita para el intelectual de izquierda, a quien era mejor tenerlo bebiendo cerveza en Sabana Grande que matando policías en las esquinas. Pero eran otros tiempos. En esta época, estos fracasados, viejos y jóvenes, encontraron en la figura de micomandantepresidente no al líder esperado, no al nuevo padre de la patria. Lo que encontraron fue la forma de hacer plata, mientras hacen creer que adelantan una revolución.
Y lo peor es que el trabajo es igual al del jefe: televisión, paja, salir de gira y llevar el discurso del jefe por todos los rincones de esta sucursal de Cuba. ¡Y de qué manera!
Un discurso tipo de un chavista de alto vuelo, pero eternamente segundón, casi siempre ministro, parlamentario o dirigente de esa trampa-jaula que llaman PSUV, tiene una estructura y un ritmo más o menos así: «muy buenas tardes. Como ven estoy aquí dando el primer paso de la revolución en rescate de este barrio y de los camaradas afectados por las lluvias, atendiendo el mandato claro y firme de micomandantepresidente. Vamos a construir un muro de contención de cuatro bases, ideado por micomadante, pero antes trasladaremos al pueblo, a ese pueblo que tanto quiere nuestro líder, para unos tremendos refugios que creó y diseñó nuestro líder indiscutible el comandante Hugo Chávez. Vamos a hacer un pase para que los camaradas puedan apreciar los terrenos que escogió y confiscó micomandante para levantar las casas dignas para su pueblo. Allá al fondo nuestro líder pensó que podía estar la cancha de beisbol, más acá la lavandería y arriba de la montañita esa el expendio de Ñame y Sardina Alí Primera, otra genialidad de micomandante en favor del pueblo. Ahora veamos las maquetas de las casas, absolutamente dignas, que diseñó elcomandante Chávez. Tienen poceta y hasta luz. Una maravilla de la moderna tecnología cubana, con quien micomandantepresidente, en su inmensa sabiduría, ha fortalecido lazos para que juntos armemos la resistencia contra el imperio. Recuerden lo que dijo el líder: «nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde». Y no lo vamos a peder.
¡Viva el comandante Chávez!