El partido que yo quiero
Frescas aún las cicatrices de los procesos electorales del 2004, así como ésta última del 7-A y teniendo como próximo escenario la renovación de sus autoridades, Acción Democrática tiene como misión en lo inmediato, abrir un espacio de discusión franca y objetiva que le permita reflexionar serenamente sobre su desempeño como organización política, detectando a la vez sus amenazas o debilidades y convertirlas en fortalezas y oportunidades que faciliten una conexión sólida con la colectividad más necesitada; habida cuenta de la incapacidad manifiesta del actual régimen para resolver o disminuir cuando menos la inmensa deuda social que padece Venezuela. Para confrontar con éxito esta situación, AD tiene hoy como nunca antes que valerse de sus mejoras piezas y argumentos, con una sólida unidad de criterio muy por encima del marco individual, tanto de la propia institución como de sus miembros, dirigido a enfrentar con desprendimiento y valentía al autoritarismo ineficiente personificado en una revolución que ahoga y pisotea la dignidad nacional. El partido como en otras épocas, debe ser la bujía que estimule la participación de la sociedad en todos los frentes para el logro de una verdadera y mejor democracia. Será imperativo de nuestra parte llevar adelante una contienda interna de altura, transparente, con propuestas concretas y prácticas; de confrontación de ideas y no de posiciones, incorporando a la vez a los más variados sectores de la vida local, regional y nacional que puedan facilitar soluciones en un plazo breve con sentido colectivo e incluyente. Debemos abordar sin complejos la realidad política actual, que hace necesario un relevo sin trauma de sus autoridades partidistas, que fortalezca la alternabilidad como uno de los valores de nuestra institución y de la democracia, completando o reforzando según el caso, los niveles de dirección con actores distintos a quienes la han ejercido últimamente; si así lo decide la mayoría participante en la contienda. No se plantea por ende, un castigo o juicio de valor apresurado a quienes hoy detentan la Jefatura de la organización, sino por el contrario, se trata de darle mayor aliento y un nuevo impulso a la exigente lucha social que vamos a emprender dentro de un clima de respeto a quienes participan o aspiran posiciones en el proceso interno. Por eso, el partido que yo quiero, es aquel que sea capaz de motorizar el proceso de transferencia de las organizaciones intermedias a la sociedad civil. De allí que esa estructura acaparadora, rígida, burocrática, vertical, costosísima y sustentada mayormente en un liderazgo individualista; dé paso definitivamente a una organización más modesta en número de militantes, pero de mayor respaldo y credibilidad popular, más flexible, dinámica, austera, eficiente y basada en un liderazgo colectivo y plural, que para AD, en éstos momentos constituye un desafío muy grande pero no imposible de alcanzar si aceptamos el reto.