Opinión Nacional

El país que quisiéramos

Es tiempo de reflexión, es tiempo de otear el futuro, es tiempo de aspirar a situaciones mejores, es tiempo de soñar.

Venezuela es un territorio que ha sido bendito por la naturaleza. También ha sido cuna de hombres singulares. También es víctima de la improvisación. También es producto de la generalizada ignorancia.

Nuestra situación geográfica es privilegiada. La cercanía al ecuador nos permite disfrutar de un clima maravilloso. La condición de ribereños del mar Caribe nos dota de costas enormes y por ende acceso infinito a la riqueza de ese mar. La diversidad de territorios nos dota de todo un catálogo de hábitats: playas, llano, montañas, selva, desierto, ríos, marismas, tundra, casi un infinito catálogo de espacios donde la vida puede ser más o menos cómoda.

También hemos tenido el privilegio de contar con hombres singulares en número razonable y en disciplinas diversas.

Dentro del grupo de hombres importantes para la humanidad nos parece oportuno que resaltemos y recordemos la vida de nuestro mejor humanista: Andrés Bello.

Este eminente hombre de pensamiento y de letras fue fundamental para la ciudadanía hispanoparlante. Su sola obra “Gramática de la lengua castellana para uso de los hispanoamericanos”, publicada en 1847 y con la cual se coloca absolutamente al lado de Nebrija, es suficiente para hacerlo un hombre singular, más sus actuaciones, tanto políticas como sociales, lo encumbran hasta una de las cotas más altas de la humanidad.

Bello consagró veintidós años de su vida a la organización y dirección de la Universidad de Chile. Sus actuaciones públicas en ese país se complementaron con la proposición y aceptación de su Código Civil para esa nación.

Continuar con la descripción de la obra de Bello nos haría redundantes y necesitaríamos mucho más espacio que el que este medio nos permite, lo traemos a colación pues pensamos que dentro del espíritu de pensamiento del futuro tenemos una labor que hacer y que debe tener mucha inspiración en las prédicas de Don Andrés.

Venezuela requiere de una atención intensiva en el campo educativo. Nuestro sistema de instrucción se encuentra enfermo. Se le pretende utilizar de manera vil y los esfuerzos de todos los ciudadanos deben concentrarse en establecer las bases de respeto y de orden que deben regir a la educación de nuestros hijos y nietos.

Desde comienzos del siglo, ya en 2001, los conductores del régimen han tratado de establecer bases para que la educación de los niños y jóvenes venezolanos esté absolutamente regida desde el gobierno y sus parámetros de desarrollo se concentren en el adoctrinamiento ideológico y político.

Se intenta destruir las bases de la educación privada, para ello se sigue, entre otras acciones, una política de cercado económico a los establecimientos educativos que tienen que compaginar dos situaciones contrarias. Se les aumentan, merecidamente, los sueldos a los trabajadores de la educación y como contrapartida, se limitan los incrementos de precio a los servicios educativos.

Todo esto hace prever situaciones absolutamente indeseables. Como todo producto que se le somete a este tipo de limitaciones, la consecuencia será la pérdida de calidad, cosa esta absolutamente inconveniente e indeseable cuando de la educación de nuestros jóvenes se trata.

Hacemos estas reflexiones para alentar a la ciudadanía a que exija que las reglas que regulen a la educación de los venezolanos estén enmarcadas dentro de los principios fundamentales de libertad y calidad que fueron paradigmáticas dentro de las enseñanzas de Bello. Venezuela lo necesita y lo requiere.

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