Opinión Nacional

El país anestesiado

¿Qué sucede en el país?¿Por qué la nación está anestesiada?¿Por qué el gran silencio?. El país tiene que reaccionar ante la situación, buscar un camino, una salida.

La señales de tal letargo está en los hechos que se suceden desde el pasado mes de febrero, cuando se consagró por referéndum la presidencia permanente del presidente, cosa que ninguno de nuestros grandes dictadores(Guzmán Blanco y Gómez) se habían atrevido a hacer.

Pero la narcosis viene de la incapacidad que sienten los venezolanos de reaccionar políticamente, por vías legales, pacíficas y constitucionales, a decisiones situados fuera del ordenamiento legal lo cual nos ha llevado a lo que vivimos: la disolución constitucional de Venezuela.

Y lo decimos porque la imposición de todo lo ya resuelto por la mayoría en el referéndum del 2 de diciembre de 2007 va en contra la Carta Magna, la no aceptación del triunfo electoral de la oposición en las regiones del país en donde vive la mayor parte de la población(Caracas, Zulia, Carabobo, Táchira) es un hecho político indiscutible. Y no se ganó en Lara por la incapacidad de la oposición de llegar a un acuerdo unitario. Y en Bolívar por culpa de la intemperancia de Julio Borges, aunque fue señal positiva que haya reconocido su error: pero cuando lo hizo ya era tarde. Andrés Velásquez debía ser hoy el gobernador del estado desde Ciudad Bolívar.

La no aceptación plena del resultado en las elecciones regionales va contra de la ley que es la norma que rige el funcionamiento de la sociedad.

La extensión del período constitucional, hacerlo permanente, perenne, como se ha decidido, con la votación en contra del 46% del electorado, rompe con nuestra tradición republicana cuya base es la alternabilidad. Ya sabemos que pensaba el Libertador de ello. Basta con dos referencias suyas, muy claras, “Huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes: es un país de esclavos”(enero 2,1814) o “La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos…nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un ciudadano el poder: el pueblo se acostumbra a obedecerlo, y él se acostumbra a mandarlo: de donde se origina la usurpación y la tiranía…nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado que los ha mandado mucho tiempo los mande perpetuamente”(Febrero 15,1819). La presidencia vitalicia del comandante Chávez es anticonstitucional. Pero lo que es más grave: va contra la tradición política nacional, en contra de nuestra experiencia como pueblo.

Pero lo que es más acuciante: vivimos en la ingobernabilidad, el gobierno no manda, nadie lo obedece, estamos en la anarquía, en la disolución de la nación, como en aquellos trágicos años de la Guerra Federal(1859-1863), en sus siete años siguientes (1863-1870) o en el período en que, gracias al corrupto presidente Raimundo Andueza Palacio(1846-1900), se rompió la paz guzmancista(1892-1899) en los cuales el país pareció desaparecer. Situación que solo pudo ponerle fin en 1903 la mano férrea, la del “un hombre fuerte y bueno”(José Gil Fortoul) del general Juan Vicente Gómez(1857-1935), aun como vicepresidente.

Y todo lo vemos hoy lo vivimos en medio de la muerte: 110 diez mil asesinatos se cometieron en el país en el 2008. ¿O sea que ya ni siquiera la vida tiene valor entre nosotros?.

Pero a la vez hemos perdido otra vez una gran oportunidad: se han dilapidado en esta década 800.000 millones de dólares:¿tiene esto perdón?. Hay que obligar al gobierno a una rendición de cuentas.

Queremos insistir en dos puntos más que nos parecen necesarios antes de cerrar.

El primero es el relativo a las leyes. En la situación en que se haya Venezuela no tenemos nada que invocar sino el cumplimiento de la Constitución y las leyes, es la única norma de posible oposición que existe. Y la ley es la regla y norma constante del vivir de los pueblos. Claro, no somos ilusos, sabemos que los venezolanos no creen en las leyes y los gobiernos solo las aplican en contra de sus adversarios. Y ello no deja de ser grave, muy grave. Ya lo dijo el gran intuitivo de Venezuela, Simón Bolívar(1783-1830), cuando expresó en el Discurso de Angostura: “Los venezolanos aman la patria pero no aman sus leyes”(febrero 15,1819). Allí está expresado todo. Pero la ley tiene que ser norma de vida, además de control social.

Y lo segundo: el único argumento que tenemos para oponernos, para disentir de la situación actual, es con el “libro amarillo” entre las manos, es la Constitución de 1999, aprobada por orden del presidente, como la de todos los caudillos de la nación, pero violada por el mismo gobierno cada día. Ella es la única norma ahora para el combate cívico. Así con la ley en la mano, con la Constitución entre nuestros dedos, hay que elaborar lo que necesitamos con urgencia: la búsqueda de unidad política, el gran acuerdo nacional, por el que pugnó el presidente Ramón J. Velásquez en 1993. Y con esa idea como signo y norma: tienen los venezolanos disidentes que lograr la unanimidad, organizarse hablando los unos con los otros, dejando escucharse las voces de cada persona, de cada hombre, de cada mujer. Y así arribar a la solución transformadora, que nos permita volver a nuestro sendero propio, que el régimen constitucional, por medios pacíficos, concertados e institucionales.

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