Opinión Nacional

El ocaso de Rafael Caldera

Difícilmente podríamos descalificar la honestidad y la formación de un hombre de la talla de Rafael Caldera, artífice y protagonista junto a Rómulo Betancourt y Jovito Villalba del Pacto de Punto Fijo y más todavía de la fundación y porque no decirlo destrucción de la democracia venezolana. Caldera fue en sus últimos años un hombre enigmático, movido más por la ambición de la historia y el protagonismo que por un sano espíritu nacional. Nadie puede menoscabar su honorabilidad, su decencia, su erudición pero no hay peor cuña que la del propio palo y fue justamente este docto venezolano quien motivo el sobreseimiento de la causa que se le seguía a Chávez, y no lo inhabilito políticamente como ha debido de corresponder por los delitos de traición a la Constitución, traición a la patria e insurrección militar.

La historia contemporánea de Venezuela indiscutiblemente no puede dejar de lado la figura emblemática de Rafael Caldera. Su primera presidencia (1968 – 1973) fue un gran acierto de los venezolanos, no así su segundo periodo (1993 – 1998). Caldera como Chávez son producto de una elección emotiva, ambos son la expresión de la antipolítica y el antipartidismo. Nadie podía aplaudir las fallas y errores que los partidos y su dirigencia cometieron en los finales de los años ochenta e inicios de los noventa, pero muy distinto es acribillar a los partidos, y peor aún, inaugurar una etapa de personalización de la política y el poder que todavía registramos con costos imponderables.

Aquella máxima de que la democracia es perfectible y además la democracia se mejora con más democracia no fue entendida, y naturalmente las condiciones del sistema político venezolano en los noventa era frágil, tanto así que es lo único que explica la llegada timorata de Rafael Caldera y el chiripero y posteriormente el triunfo de Hugo Rafael Chávez Frías. Hoy la situación no es distinta salvo que algunos partidos y su dirigencia están haciendo un esfuerzo de renovación y nuevamente de debate en términos de ideología y proyectos.

Retomando nuestro tema quien diría que uno de los constructores y fundadores de la democracia y especialmente del Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI), sería por las circunstancias de la vida uno de sus verdugos. La historia le corresponderá discernir y juzgar no sólo a Rafael Caldera sino a otros tantos políticos que el país ha tenido y que han errado en sus ambiciones. No es el caso por ejemplo Rómulo Betancourt que se retiro a muy buen tiempo de la política dejando posibilidades para el acenso de nuevas generaciones. En fin Venezuela tiene una gama amplia y variopinta de liderazgos unos muy formados otros más improvisados, unos más ecuánimes otros más disparateros que serán recordados por oportunos o en su defecto por inoportunos.

Rafael Caldera fue candidato vitalicio de COPEI como Chávez del PSUV, esa es la mayor expresión del caudillismo y la visión que ambos tienen de la democracia y de los partidos. No se le pueden pedir peras al olmo y es comprensible con un liderazgo populachero, caudillista y militarista desdeñe de los partidos y la democracia, lo que no es comprensible es el daño que demócratas de convicción y formación le han propinado a nuestra maltratada democracia. Caldera debió haber vivido más para cada día de sus días ver la tragedia nacional que registramos los venezolanos de la cual él es parte.

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