El Niágara en bicicleta
Pase lo que pase el próximo domingo, después que concurramos a este absurdo referéndum al que nos convoca la megalomanía de un solo hombre (el único que puede garantizar la continuidad de la revolución (?) gracias a su contacto con el pueblo), hay que afirmar que esta campaña ha sido, para todo aquel que esté en desacuerdo con coronar a un caudillo hasta el fin de sus días, una proeza que recuerda el título de aquella popular canción de Juan Luís Guerra que ejemplificaba una hazaña imposible.
La cantidad de abusos y violaciones a la constitución y al sentido común son incontables y, con alta probabilidad, todavía nos falta ver lo que la revolución nos depara para el domingo. Se ha dedicado la totalidad de los recursos del estado a un uso impropio, inclusive penado por las leyes. Por dos meses se ha dejado en segundo plano la tarea productiva de las empresas del estado para dedicar a su personal a la campaña del SÍ. Las persecuciones y anulación del disidente están a la orden del día en todas las instituciones públicas, la gente se condena a murmurar sus ideas, o mejor a callarse como en los regímenes totalitarios.
A todo el que ha tratado de defender la opción de votar NO se le ha tratado de criminalizar, empezando por el movimiento estudiantil, que ha resultado una bocanada de aire fresco convocando a la paz, la libertad y el respeto a todos los venezolanos, independientemente de su forma de pensar. Igual ha sucedido con los pocos medios que se han atrevido a denunciar las reiteradas violaciones a la constitución.
Pero yo me anoto en el bando de los optimistas. Al menos la mitad de los venezolanos deploramos esta forma de gobernar (apabullar). Queremos un país en donde se escuche y se acepte al que piense distinto y no estamos dispuestos a entregar la nación así como así. Y este sentimiento crece día a día, algo de lo que se ha percatado la cúpula revolucionaria y por eso busca frenar a sus matones a última hora. Pero ya todos le vimos el hueso a esta seudo revolución.
Por eso es que, pase lo que pase el domingo, estaremos aquí el lunes señalando los abusos y luchando por la libertad. El juego tiene nueve innings y no se acaba cuando está empatado. No habrá forma de que se nos imponga un totalitarismo con careta de democracia. Tarde o temprano tendrán que calarse las bayonetas y arremeter contra el pueblo sin los disimulos actuales. De modo que la lucha continuará después del 15F y, mientras esté abierta la ventana democrática, por muy chucuta que sea, continuará en el plano electoral, aunque sea duro pasar el Niágara en bicicleta.
Por eso es que, pase lo que pase el domingo, vamos a seguir dando la pelea en las elecciones para la asamblea en 2010 y en todo evento que se presente hasta que lleguemos al 2012. Entonces este abuso revolucionario tendrá que enfrentar a cuatro años más de estudiantes llegando a la mayoría de edad y ningún totalitarismo se impone de espaldas a la juventud.
Quiero insistir en que la mejor campaña por el NO ha sido la campaña por el SÍ. La injusticia siempre termina rebotando contra el injusto. Por eso nos volcaremos a votar y a cuidar los votos el domingo y seguiremos luchando después, aunque tengamos que pasar el Niágara en bicicleta o escalar el Everest en calzoncillos.