El morado caldo de las elecciones
Ya muestra José Vicente Rangel su estrategia electoral: seducir y anestesiar a una parte de la oposición con el señuelo de “condiciones mínimas” y blindar al actual CNE, maquillado con algunos retoques para que siga siendo la misma trampa caza bobos de siempre.
La política de las condiciones mínimas ha sido suficientemente aclarada y defendida por el largamente anunciado y recién estrenado candidato presidencial Teodoro Pekoff desde antes de la decisión mayoritaria de no participar en las elecciones del 4D, que él se apresuró a calificar de desastre: basta con darle sustento escrito a los acuerdos alcanzados por la oposición antes del terremoto de diciembre para que la sociedad civil asista masivamente al acto electoral. La comparten los miembros de ese extraño y heterogéneo club bautizado con un sugestivo y prometedor Juntos Podemos. Como si la suma de tanta impotencia pudiera trastrocarse por un acto de birlibirloque en suprema potencia.
Extraño razonamiento el de Petkoff y los variopintos grupos que apoyan a los restantes candidatos. No se entiende cómo unas condiciones que no fueron aceptadas por el 83% de la población entonces, se transformarían ahora en la varita mágica que llevaría a las urnas precisamente a ese mismo 83%. Esperanza de prestidigitador que cree en sus propios trucos. Provoca recordar al gitano que llevaba a Macondo una bolsa de hielo para enseñar el prodigio de la ciencia moderna: agua congelada.
Pero sea como fuere: tanto el lanzamiento de Petkoff como la convocatoria a primarias – un extraño espectáculo al que quisieran asistir los electores, pero en el que al parecer no quiere participar ninguno de los protagonistas – surgen en uno de los momentos más críticos del régimen, asediado por iniquidades, escándalos, corruptelas, asesinatos, desintegración y un sin fin de calamidades que no parecen amainar. Sin contar el agravamiento de las relaciones con los Estados Unidos y los problemas suscitados por ese extraño contubernio atómico con Irán que acaba de santificar Nicolás Maduro.
La oposición tendrá que optar con rigor y lucidez si continúa contribuyendo a montar el circo electoral, o si, aferrado al hueso del desastre chavista, lleva a su caudillo al abismo que la historia le tiene reservado. A las acciones de calle y a la movilización ciudadana, únicas que causan desasosiego en la pútridas alturas del fascismo que nos desgobierna, debiera sumarse la exigencia por un REP depurado, elecciones manuales y contabilidad plena y total de las papeletas de escrutinio.
Si vamos a ir a elecciones, la ciudadanía exige hacerlo sólo bajo las mismas condiciones con que se han celebrado exitosamente en Uruguay, en Chile, en Bolivia, en Costa Rica, en el Perú y en mayo próximo en Colombia. Nada de “condiciones mínimas”, subterfugio del gobierno o de quienes consciente o inconscientemente le hacen el juego. En este sentido, quisiéramos ver a SÚMATE ocupando toda su fortaleza y credibilidad en la lucha por la decencia electoral y no desgastándose inútilmente en un evento que comienza por dividir a los ya divididos opositores, entusiasma a medias a quienes anhelan participar en condiciones de igualdad y transparencia y desvía la atención del asunto crucial que debe ocuparnos – las condiciones antes mencionadas – contribuyendo, seguramente a su pesar, a poner aún más morado el ya oscuro caldo electoral.