Opinión Nacional

El miedo de las Luisas

El historiador griego Tucídides es considerado uno de los creadores de la ciencia histórica, por lo que es reconocido como destacada figura de la historiografía. Su preocupación por la objetividad ejerció gran influencia sobre los historiadores grecorromanos más antiguos, como Polibio y Dión Casio. Se le asigna el valor de haber descifrado los tres factores sociológicos del poder: el temor, el honor y el interés. En este sentido, pareciera que Chávez fuera un émulo, que retoma estos factores para el ejercicio del poder, desfigurando el sentido real del emulado. Para él, todos estos elementos son válidos en tanto y en cuanto puedan servirle a su beneficio, sin importarle el tratamiento que le dan los gestores malignos de los principios tanto del poder como de la guerra, transformándolos en los fundamentos de la llamada “guerra sucia”.

Sin dudas, en sus constantes peroratas vacías de principios racionales, pero plenas de un verbo maligno, desfasado e inculto, gesticula hasta dejarse descubrir sin rubor el boato que intenta conseguir, aunque para ello se valga de la mentira continuada. Y es que, precisamente, se vale de la guerra sucia para llevarla hasta los temerosos y débiles de espíritu, que por razones crematísticas o de creer demostrar necias apariencias de intelectuales poderosos, las reciben con temor, aunque en ello pierdan el honor y hagan trascender su interés hacia una causa increíble.

Al hablar de “guerra sucia” como guerra psicológica fundada en la mentira, no podemos olvidar que es un enfrentamiento entre dos grupos, donde las acciones están dirigidas a desmoralizar al adversario, y aunque parezca una paradoja en este tipo de guerra, la moral se aparta de los principios y se utilizan armas psicológicas alejadas de la ética. Su fin no es otro que desarrollar en el adversario el temor, destruyendo su honor e impulsando el desinterés. Al final de las apariencias, cree el impulsor encontrar el poder con seguridad, gloria y riqueza. Solo le importa la destrucción del adversario y la de sus seguidores que se le opongan. Con estas premisas descubrimos el valor y la valentía de los opositores, y salen a la luz el miedo por temor de los seguidores, a sabiendas de que sin interés trascienden a la deshonra.

Al titular el miedo de las Luisas, nos referimos a la fiscal Luisa Ortega Díaz y a la presidenta del TSJ Luisa Estela Morales. Ellas, dos mujeres paradigmáticas, parecieran tener el velo sagrado de las matronas, que permite impregnar de feminidad al oprobioso poder de Chávez, quien enfrenta el perverso estigma de gobernar con figuras femeninas, ante la aparente mediocridad de sus vasallos masculinos y la desordenada capacidad para formalizar una familia. Antes, en la Cuarta, fue peculiaridad de los adecos valerse del poder presidencial para desfigurar el rol de la pareja presidencial, aunque siempre se conservó la figura de la “primera dama”, pero este gobierno de la “quinta” ha logrado hacer desaparecer, no solo la primera dama, sino todas las damas de maridos, para impulsar un matriarcado puntilloso, solo amantes de “la revolución” y capaces de cumplir el mandado sin chistar. No sabemos si por temor o por miedo.

No en vano, vemos la desagradable actitud todopoderosa y clueca de la presidenta de la AN; la del yo no fui de la Defensora del Pueblo; la arrogante y tímida sonrisa de Tibisay, que solo se compadecen con la soberbia ignorante de Clodobaldo, la solapada insolencia de Jesse y del que cree comérsela, Diosdado. Pero nuestro más notorio esfuerzo lo llevamos hacia Luisa Ortega Díaz y hacia Luisa Estela Morales. Por coincidencia apellidadas como los dos más recalcitrantes presidentes subalternos de Chávez: Daniel y Evo. Es de gravedad, que ellas con insólita prontitud, sean capaces de rebuscar doctrinas y normas sin principios, para complacer el morboso deseo de Chávez, sin importarles la burla de sus colegas abogados, quienes sin empacho les estrujan ante sus miradas las verdades “universitarias”, que se supone interpretaron para obtener el título, que sin dudas están poniendo entre dicho. ¿Se dan cuenta de la cómica que están poniendo ante el universo de las leyes, por no enfrentar los tres factores sociológicos del poder referidos por Tucídides: el temor, el honor y el interés? La expresión de Luisa Estela de que es espinosa, refleja su miedo valiéndose del poder. Pareciera que las Luisas tienen miedo a la guerra sucia de Chávez.

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