El método del discurso
Chávez no deja tranquilo al cardenal Urosa, denuncia un magnicidio,
amenaza con llevar negritos a los ranchos de Chama. Todo con un
propósito: imponer la agenda política y la polarización que le conviene.
Pero la falta de electricidad, la comida podrida, los fallos de Internet
preocupan al país. Surge una agenda ajena a Chávez; ya la oposición no
se limita a comentar sus exabruptos. A la defensiva, Chávez culpa a la
sequía del colapso eléctrico y trata de hacer olvidar la comida
descompuesta; quiere que el tema político sea la lucha entre pobres y
ricos…
como si a la oposición le molestara que los pobres disfrutasen del
balneario de Los Caracas o de Margarita. Aquí nadie está contra los
pobres, excepto la triste política económica oficial.
Mientras falta poco para colmar la represa del Guri, pero siguen
paralizadas las plantas de aluminio y Sidor. El Metro de Caracas, una
tacita de plata en tiempos de González Lander, no funciona 5 horas.
Pasamos 12 años sin invertir en el Metro a pesar de que el barril de
petróleo alcanzó los $ 140.
Hay una relación entre el fracaso de las empresas estatizadas y el
centralismo de Miraflores. En la Unión Soviética, Moscú se la devoró y a
los propios moscovitas.
Cuando todo depende de un máximo jefe, de un comité central, nada
funciona. Todavía el país no ha establecido con claridad la conexión
entre el desastre eléctrico, los contenedores, la CVG y Miraflores, y
tampoco percibe con claridad que este socialismo de café con leche
llevará a una miseria más atroz a los excluidos y la patria. Le
corresponde a la oposición levantar la bandera de la patria, la justicia
y la igualdad.
Chávez conoce el rechazo de los venezolanos al comunismo. Se abraza con
Fidel, jura por Marx, adora al Ché, pero niega ser comunista,
justificándose con el argumento académico de que para la ortodoxia
marxista el comunismo es la última etapa de la evolución del socialismo
y en Venezuela vivimos una época de transición. ¿Le avergüenza a Chávez
que lo acusen de comunista? ¿Le abochorna ser marxista? Tremenda
contradicción.
De acuerdo con Julio Borges, para 2012, la oposición tendrá un solo
candidato presidencial. Abundan los buenos candidatos como Antonio
Ledezma, Capriles y tantos otros. Probablemente sea menos traumática la
selección de esa candidatura unitaria que el tinglado armado por la Mesa
de la Unidad para septiembre.
El futuro dependerá de si la oposición mantiene una agenda propia y la
relaciona con una visión moral del futuro, más allá de Chávez y a favor
de los más pobres, los que necesitan la inversión privada, el respeto a
la propiedad. Ése es el desafío: establecer el vínculo, por ejemplo,
entre la destrucción de la CVG, el socialismo del siglo XXI y la
superación de la pobreza.
Hay que polarizar, sí, pero no en los términos de Chávez, sino señalar
quién es el culpable del desastre del Metro y recalcar que esa
catástrofe perjudica a los más pobres.
Por algo el Metro se llamó la autopista de los pobres.
Según sea la agenda que se imponga, la oposición o el chavismo contarán
con una ventaja a su favor. ¿Cuál agenda? ¿Aquélla que privilegia el
debate ideológico? o ¿la que obliga al Gobierno a explicar las razones
por las que los más pobres tienen el peor Metro de América, se les pudre
la comida y su desarrollo endógeno se reduce a siderúrgicas vueltas
chatarra? Ahora Chávez habla de empresas mixtas, no estatizará Monaca.
Un paso atrás, estamos en campaña.