El MBR-200 la voz de la conciencia
Al MBR-200 político, el que se abrió públicamente después del 4F, me incorporo en 1996. Lo hago a pedido de (%=Link(«/bitblioteca/hchavez/»,»Hugo Chávez»)%), quien para ese momento tenía que decidir acerca de la participación en las elecciones del 98.
Ir a las elecciones implicaba cambiar la concepción estratégica de acceder al poder. Participar en un proceso electoral preparado y dirigido por las fuerzas del statu quo significaba reformular conceptualmente la acción política. Hasta ese entonces, para la concreción del proyecto revolucionario, la toma del poder era un acto consciente producto de la lucha de clases. En consecuencia, generar un nuevo sistema político basado en una nueva institucionalidad que transformara las relaciones de poder, solamente se lograría por medio de la acción del pueblo con respaldo de las Fuerzas Armadas.
Las elecciones representaban la legitimación del orden social que se adversaba y, por lo tanto, era antagónico a la conciencia revolucionaria de quienes militaban en un proyecto anti statu quo. Si se asumía replantear el método y considerar la participación en el proceso electoral, había que concebir una nueva táctica como alternativa, ideológicamente justificada, tanto para su desarrollo como para su aceptación por parte de la militancia del MBR-200.
Si bien es cierto que la situación coyuntural determina la acción política, también hay que aceptar que la concepción estratégica fundada en preceptos ideológicos, que se derivan de los ideales y de las motivaciones de la lucha social, debe mantenerse invariable en cuanto a los fines ulteriores que persiguen esos objetivos estratégicos. En 1996, la vía electoral emergía como una condición coyuntural y objetiva para acceder al poder. Y si bien todavía permanecían latentes en la conciencia del colectivo, el (%=Link(«/bitblioteca/venezuela/27f.asp»,»estallido popular de febrero de 1989″)%) y los intentos revolucionarios del (%=Link(«/bitblioteca/venezuela/4f.asp»,»4F»)%) y del 27N, las condiciones para una irrupción popular con apoyo militar dirigida hacia la toma del poder no estaban dadas.
Sin embargo, la coyuntura de participar en las elecciones sería una decisión de alcance operativo, inmediatista y transitorio. Lo estratégico, fundamentado en (a) la transformación de las relaciones dominantes, (b) en la creación del poder constituyente, (c) en acabar con la corrupción administrativa, ética y moral, (d) en desconcentrar y descentralizar el poder nacional y (e) en estimular cambios sociales en el modo de producción, todos estos postulados se mantendrían vigentes. Dos fases globales componían la acción táctica. La primera, tomar el poder por la vía electoral y la segunda, ir al fondo de la revolución estructural para engendrar el nuevo sistema político, concebido dentro del proyecto estratégico.
Esa decisión la tomó la asamblea extraordinaria del MBR-200, el 19 de abril de 1997 en Valencia. La asamblea decidió por unanimidad ir a las elecciones del 98. Decidió también que el MBR-200 conservara su propio nombre, su perfil no partidista y sus proyectos estratégicos. Además, decidió crear el Consejo Superior Bolivariano, otorgándole la responsabilidad de organizar la estructura político-electoral en base al Proyecto Nacional Simón Bolívar para que participara en las elecciones. La primera etapa de este proyecto, la agenda alternativa bolivariana, contendría las líneas generales del programa de gobierno a difundir durante la campaña electoral.
El giro de táctica que hizo crear al MVR, permitió alcanzar la primera fase de llegar al poder. Hoy en día, consolidada esa etapa, queda pendiente lograr la segunda. Como queda también la esencia de los ideales que plasmaron el proyecto estratégico. Las condiciones prácticas pueden variar y en consecuencia modificar el método de acción. El ejercicio del poder desde Miraflores es diferente a la concepción teórica que se establece en el plan para acceder hasta allí. Eso es mutable. Pero lo que es inalterable son los fundamentos que sostienen al proyecto estratégico. Eso es inmutable para la historia.
Por eso el MBR-200, aunque no tenga presencia física, ya que se diluyó en el MVR y en otras organizaciones, tiene algo que es más fuerte que la estructura y que cualquier aparato de mando, tiene la conciencia. El poder de la voz interior de cada individuo. Satisfacciones o remordimientos son obra de la conciencia. Paz interior o perturbaciones emocionales son también producto de la conciencia. Y ese es el rol que en estos momentos le toca desempañar al MBR-200. Ser la voz permanente de la conciencia de quienes, habiendo asumido el cambio estructural fundamentado por el MBR-200, hoy en día dirigen los procesos sociales, controlan al gobierno y disponen a su discrecionalidad de los poderes nacionales.