El lapso de las generaciones
La palabra “generación” tiene usos diferentes, revisemos el DRAE. Por una extraña razón, quienes redactan el diccionario, colocan en primer lugar la función de engendrar o procrear. En segundo lugar expresan lo obvio, la función de generar o producir. La tercera acepción la reservan para su vinculación con la heráldica y la historia, para expresar el significado de las distintas etapas o grupos de existencia en una familia. En el cuarto lugar se expresa la contemporaneidad humana. En su quinto y sexto significado aparecen los que más nos interesan: 5. f. Cada una de las fases de una técnica en evolución, en que se aportan avances e innovaciones con respecto a la fase anterior y 6. f. Conjunto de personas que por haber nacido en fechas próximas y recibido educación e influjos culturales similares, se comportan de manera afín o similar. Por último aparece un significado que nos encanta: 7. f. Casta, genero o especie. Luego vienen significados compuestos.
Reflexionando entre los dos significados privilegiados en estas líneas y los comentarios recibidos sobre el artículo de la semana pasada, llegamos a una conclusión que explica en parte nuestras inquietudes.
De acuerdo con la teoría sociológica desarrollada por el alemán Karl Mannheim en 1928, él fijó en 30 años la distancia entre una generación humana y la siguiente. Aquí cabe una travesura: Todos los días comienza una nueva generación.
Una variación en el avance de un renglón técnico, que durante la primera mitad del siglo XX podía parecerse o coincidir con el lapso de las generaciones humanas, en los comienzos del siglo XXI se han reducido a lapsos parecidos a un lustro y en las áreas de mayor desarrollo, léase comunicaciones, computación, electrónica y similares, los productores anuncian un nuevo modelo cuya tecnología no coincide con la anterior en plazos que se miden en meses, ya no en años. Y eso que están limitados por el tema de las amortizaciones de los sistemas presentes.
Ahora bien. No nos podemos conformar con identificar el problema. Debemos intentar el enunciado de las soluciones.
La inmensa brecha que se ha conformado entre las generaciones tecnológicas y las generaciones humanas (ya que no puede reducirse la de estas últimas) tendrá que venir por el intenso desarrollo de la instrucción.
Así como las empresas tienen que dedicar importantes esfuerzos en instruir a sus trabajadores en las nuevas tecnologías, también tienen que hacer esfuerzos parecidos para lograr que sus clientes avancen en el conocimiento tecnológico.
Queremos insistir. La lógica que se enseñó a quienes tenemos muchos años y la que se les desarrolla a los más jóvenes, están muy distanciadas, tienen bases diferentes y los procesos mentales son diferentes. Vencer estas brechas no es fácil. Las generaciones tecnológicas se suceden a una velocidad que es cerca de diez veces superior a la casi inmóvil brecha generacional del hombre. La gestación sigue tardándose nueve meses y la educación del hombre requiere de toda su vida.