¡El huracán Súmate!
¿Quién lo duda? A escasos días de las elecciones municipales y parroquiales, el panorama de la oposición es realmente frustrante, desolador. La forma como se ha dado la discusión, sobre la importancia de participar o no en el proceso electoral, ha creado más incertidumbre y desconfianza en la gente. Mientras tanto el gobierno avanza, sin mayores tropiezos, por un camino totalmente despejado (solamente sus contradicciones internas producen ciertos desajustes), que lo llevará, sin lugar a dudas, a lograr una amplia mayoría. Nuevamente, ¬como lo señala el artículo de la prestigiosa revista inglesa the Economist, los partidos políticos serán vapuleados, sin clemencia, y la democracia venezolana seguirá debilitándose. Será, cada vez más, una democracia de plastilina, que se moldea según los deseos hegemónicos de Chávez.
Antes de empezar a discutir sobre la participación electoral, los partidos, interpretando el sentir del colectivo oposicionista, debieron haber hecho esfuerzos reales y sinceros para enfrentar las elecciones en mejores condiciones. De todos es conocido el ventajismo del gobierno, al controlar todos los factores condicionantes del proceso comicial: desde un Poder Electoral tramposo -totalmente comprometido y parcializado, violador contumaz de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política-, hasta la utilización obscena e impune de los recursos del Estado (en beneficio de sus candidatos) y de las llamadas “morochas” (sistema perverso e inconstitucional que hace nugatoria la representación proporcional). Pero, nada se ha hecho en contra de este despropósito. Parece más fácil, más cómodo lanzarse a una carrera desenfrenada –sin el menor análisis y compromiso con el país- de postulaciones atomizadas, que sólo conducirá a una mayor frustración, desesperanza y desmovilización de la sociedad.
La unidad, en la lucha contra un enemigo tan inescrupuloso y poderoso, trasciende la simple y mecánica repartición de cuotas entre organizaciones políticas. Debe ser una unidad orgánica Esto supone un profundo ejercicio reflexivo sobre la deriva autoritaria y militarista del gobierno. Sobre la necesidad de retomar el camino de la alternabilidad democrática. Para ello, es indispensable construir un vasto y vigoroso movimiento plural de movilización de la sociedad que le exija al presidente del Consejo Nacional Electoral y representante del gobierno, Jorge Rodríguez (lo demás no cuentan), el cumplimiento de las condiciones mínimas para la realización de unas elecciones limpias –sin trapisondas y manipulaciones groseras-, y garantizar la pureza, el secreto del voto y el respeto a los derechos civiles y políticos de los venezolanos.
Correr a ciegas hacia el barranco, esperando tiempos mejores, luce pueril, demasiado riesgoso. No se puede dejar un tema tan importante al azar, es pertinente actuar con estrategia, vocación de poder e inteligencia; Es menester abandonar el facilismo y la falta de voluntad política y afrontar el gran desafío de la democracia venezolana. Está en juego el futuro del país. De allí la pertinencia de los irrebatibles cuestionamientos técnico-jurídicos planteados por la gente de Súmate, que dejan desnudos a los truchimanes del Consejo Nacional Electoral. Viene un huracán fuerte y decidido, un remezón, un aldabonazo para despertar las conciencias aletargadas. ¿Alguien se imagina a Chávez entregándole la banda presidencial a otro venezolano?