El hundimiento
El hundimiento ha comenzado. Llevándose todas las certidumbres del chavismo originario. Del proyecto nacido a la sombra del samán de Güere no quedan más que retazos y una etiqueta que no dice nada. Del bolivarianismo – un intento por retrotraernos a los orígenes de la república con la pretensión de curar los graves daños causados por décadas de errada conducción política – no quedan ni los restos. Tampoco de la plataforma política y programática montada sobre los hombros de la vieja izquierda venezolana. Su pretensión de volver a democratizar la sociedad empuñando los afanes de igualdad y libertad tras una pulcra gestión gubernativa en manos de un hombre honesto e inflamado de ideales y buenos propósitos ha terminado en el vertedero de la historia. Dejando al desnudo una criatura parida en los entresijos de una mente retorcida y una voluntad esquizofrénica. Sin otro basamento que lo más oscuro y perverso de nuestra tenebrosa tradición militarista y caudillesca. Un proyecto contra natura escudado en la fachada del socialismo marxista sin otro afán que entronizar una dictadura personalista, autoritaria y represiva.
Quedará para la historia, si lo amerita, desvelar las intenciones que latían en el corazón del teniente coronel cuando se alzara un 4 de febrero blindado tras la consigna de la lucha a muerte contra la corrupción y los desafueros de la mal llamada Cuarta República. Y para los chavezólogos perder el tiempo tratando de descifrarlos: ¿el teniente coronel que ganara inmerecida notoriedad tras su fracaso del 4-F era un comunista encubierto tras la parafernalia de una inmaculada moralidad republicana? ¿Era el loco Chávez que administrara una cantina en un cuartel de provincias un marxista leninista de hoz y martillo? ¿O un aprendiz de caudillo suficientemente desenfadado e inescrupuloso como para apoderarse del Poder y hacer con él lo que le viniera en ganas?
Nada de eso tiene relevancia ahora, cuando el precipitado parto del socialismo del siglo XXI, empujado a rompe y rasga mediante una espuria reforma constitucional, provoca la quiebra definitiva del bloque del cambio montado durante los noventa, amparado en la crisis del sistema de dominación adeco-copeyano, la ominosa defenestración de Carlos Andrés Pérez y el sálvese quien pueda del gobierno del ex copeyano Rafael Caldera. De ese proyecto originario, que calara profundamente en la conciencia popular de un país ansioso de decencia, no quedan sino sus más cercanos beneficiarios: Hugo Chávez y su familia, el entorno de espalderos profesionales sin otro destino que morir a su lado y el chiripero marxista leninista de una izquierda borbónica siempre al borde del naufragio. Restos que no valen nada. Y que sólo lograron poder y relevancia a la sombra del portaviones. Que hundido por su propia ineficacia, sus males ancestrales y los desafueros mentales del jefe de Estado ya no tiene capacidad de servir de plataforma de lanzamiento de nada que no sea una catástrofe final.
El hundimiento ha comenzado.
La historia del chavismo será el relato del aluvión que le dio origen y de las sucesivas desagregaciones que lo dinamitaron. A grandes rasgos, dos terremotos internos que le quitaron sus bases fundamentales de sustentación, sin contar con los terribles y escandalosos abusos, corruptelas y desafueros promovidos por su líder fundamental que los provocara: el distanciamiento del MAS y la salida de Luis Miquilena y su grupo a comienzos del 2002, precedida por la ruptura del entorno militar originario que protagonizara el golpe de Estado del 4-F, en primer lugar. Y la reciente del Partido PODEMOS, el general Raúl Isaías Baduel y sectores y personalidades aún no identificadas del chavismo nacional y regional que comienzan a romper con el actual proyecto del caudillo. La salida del MAS y de Luis Miquilena dejó en la absoluta orfandad política al proyecto, privándolo de su verdadero artífice intelectual y operativo. Pérdida extremadamente grave paliada sólo parcialmente por un manipulador profesional y maniobrero de oficio: José Vicente Rangel. Con el lastre de corrupción y descrédito que ha acompañado todas sus ejecutorias. La reciente ruptura del general Raúl Isaías Baduel termina por desencajar total y definitivamente al chavismo de sus bases originarias y distanciarlo peligrosamente de las Fuerzas Armadas que le han servido de sostén partidista y le han garantizado una mínima estabilidad.
¿Qué es en la actualidad el chavismo en el Poder? Un conjunto de intereses heterogéneos, particularmente económicos y financieros, a punto de disgregarse también ante el riesgo de perder sus canonjías y riquezas obtenidas a la sombra del Poder – la llamado boliburguesía -; una camarilla militar que resiste los embates y se mantiene a toda prueba leal al caudillo y una izquierda golpista, borbónica y trasnochada que provee la mascarada ideológica del estalinismo imperante. Todo ello articulado, blindado, vigilado y protegido por los aparatos políticos y de seguridad cubanos que obedecen al fidelismo agonizante y empujan a la radicalización del proceso y están detrás de la mal llamada reforma constitucional.
Si ese es el verdadero entramado que articula al bloque de poder, su base social es tan heterogénea y volátil como puede serlo una clientela aluvional, sin ninguna identidad ideológica o política, alimentada por el paternalismo imperante y dependiente de las dádivas y oportunidades dispensadas a cambio de su fidelidad electoral. Lo que en el lenguaje marxista recibe el nombre de “lumpen Proletariat”. Empujado éste al rol de sostén de un proyecto socialista revolucionario ha respondido de inmediato con su desafección. Para mantenerlo prisionero de los propósitos socializantes del nuevo proyecto, el régimen se ha visto obligado a incorporar señuelos no sólo ajenos sino contradictorios con las pretensiones ideológicas del llamado socialismo del Siglo XXI. En lugar del estajanovismo propio del “hombre nuevo” y la exigencia de dar sangre y vida para trabajar más y producir más – como lo han querido todos los regímenes socialistas de tendencia marxista-leninista, desde el trabajo voluntario del Ché Guevara hasta el pacífico y democrático alentado por el allendismo – la reforma compra el respaldo popular con la promesa de acortar la jornada de trabajo y, por ende, producir menos. Brindando además seguro social a quienes no tienen trabajo estable, por culpa del desastre económico del mismo proceso. Imposible imaginar mayores contradicciones.
De allí la descomposición del bloque dominante y la deriva fascista y hamponil de un proyecto que naufraga y se encuentra a la deriva. Abandonado a su suerte por los mejores de entre los suyos y sólo a flote gracias al inaudito precio del petróleo y el control político y policial cubano.
El otro factor que coadyuva al sostenimiento de un proyecto en crisis, acuciado como está por el desprestigio internacional – como quedara dramáticamente de manifiesto durante la celebración de la reciente cumbre de mandatarios en Santiago de Chile – es la inexistencia de un liderazgo de recambio alternativo, capaz de orientar y darle dirección a las luchas de la sociedad civil que, actualizada a través del movimiento estudiantil, golpea de manera inclemente a un poder que ha perdido pie y comienza a hundirse en los abismos. Así como a la aparente apatía de las Fuerzas Armadas, sumidas ellas mismas en igual proceso de descomposición.
La inexistencia de ese liderazgo opositor, que no termina por unificar sus criterios y diseñar un programa de futuro para el país, permite el relevante protagonismo del llamado “chavismo sin Chávez”, que ha terminado por desequilibrar la frágil estabilidad política del régimen, ahondando sus profundas contradicciones internas y acelerando el proceso de descomposición que lo afecta. Todo hace prever un reordenamiento de las fuerzas políticas, acercando a las fuerzas democráticas del chavismo a las ya desgajadas fuerzas de la izquierda democrática y a quienes siempre adversaron el proyecto caudillista de Hugo Chávez. De allí a la composición de un gran bloque político contestatario que agrupe al conjunto de las fuerzas socialistas del país, desde el Teodorismo hasta PODEMOS, pasando por el MAS, no hay más que un paso. Dicho bloque existe de facto, precipitado por el rechazo a la reforma y la decisión de participar en el proceso electoral votando por el NO. Constituye el reencuentro de Ramón Martínez y Didalco Bolívar con Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff, y de Ismael García y la gente de PODEMOS con la disidencia del MAS.
Es previsible y altamente deseable que el retorno de la disidencia del socialismo democrático del chavismo al seno de la oposición democrática de izquierda contribuya a un reordenamiento permanente. Y que tal reordenamiento coadyuve al fortalecimiento de la socialdemocracia venezolana en sus distintas vertientes. Finalmente, las semejanzas de sueños e ideales entre las militancias de AD y de Un Nuevo Tiempo con los de PODEMOS, el MAS e incluso sectores del PPT y el PCV son mayores que las diferencias. Atienden antes a tradiciones y culturas distintas que a aspiraciones antagónicas y excluyentes.
Todo hace prever un aislamiento cada vez mayor del chavismo con Chávez. Cada día que pasa acentúa sus rasgos autocráticos, militaristas y totalitarios. Ha decidido saltar al abismo de un proyecto que choca contra las más profundas y arraigadas determinaciones nacionales. Y pretende imponer un esquema de dominación absolutamente ajeno a nuestra idiosincrasia. Sólo podrá mantenerse al precio de la represión, la descomposición y el hamponato político. Y si lograra imponer su mal llamada reforma constitucional, no le servirá de nada ante el deterioro creciente de la economía y la sociedad, sumidas en una crisis que desbordará muy pronto todos los cauces represivos.
Es hora de comprenderlo y adelantar propuestas de futuro. El país no esperará sentado por el nacimiento de las condiciones ideales para encontrar la solución perfecta a sus graves problemas. Lo hará en el momento menos imaginado y arrastrando a su paso cuantos obstáculos se le opongan. No importa el precio. Es bueno tomar conciencia y prepararse a conciencia. .