El hombre que cambió al mundo
Cada día que pasa siempre me hago una pregunta dentro de mí y la reflexiono para todas las personas que me leen en las diferentes vías de comunicación sobre algo que he tenido en un pedestal que es “El hombre que cambió al mundo”. Un hombre que dividió la historia el antes y el después en nuestra era. Nació en Belén, Judea. Desde el siglo VI se considera que la era cristiana comienza el año de su nacimiento, pero en la actualidad se cifra un error de cuatro a ocho años. Para los cristianos, el Hijo de Dios encarnado y concebido por María, la mujer de José, un carpintero de Nazareth. El nombre de Jesús se deriva de la palabra hebrea Joshua, que completa es Yehoshuah (‘Yahvé es salvación’); y el título de Cristo, de la palabra griega christos, a su vez una traducción del hebreo mashiaj (‘el ungido’), o Mesías. Los primeros cristianos emplearon Cristo por considerarle el libertador prometido de Israel; más adelante, la Iglesia lo incorporó a su nombre para designarle como redentor de toda la humanidad. Bajo la promesa del profeta Isaías donde dijo en Isaías 7; 14. “Por tanto, el señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamara su nombre Emmanuel; traducido que es Dios con nosotros”. La infancia de Jesús nos demuestra en los evangelios de san Mateo y san Lucas recogen datos sobre el nacimiento e infancia de Jesús, e incluyen su genealogía, que se remonta hasta Abraham y David (Mt. 1,1-17; Lc. 3,23-38). Se supone que la descripción de su genealogía se hizo para probar el mesianismo de Jesús. Según Mateo (1,18-25) y Lucas (1,1-2,20), Jesús fue concebido por su madre, que “aunque desposada con José, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo” (Mt. 1, 18). Nació en Belén, donde José y María habían acudido para cumplir con el edicto romano que obligaba a inscribirse en el censo. Mateo es el único que describe (2,13-23) el viaje a Egipto, cuando José y María se llevaron al niño lejos del alcance del rey Herodes el Grande. Sólo Lucas relata el cumplimiento de José y María con la ley judía que requiere la circuncisión y presentación en el templo de todos los recién nacidos de Jerusalén (2,21-24); el mismo evangelista también describe su siguiente viaje (2,41-51) con el joven Jesús al templo para la fiesta de la Pascua. Los Evangelios omiten la vida de Jesús desde que tuvo 12 años hasta que empezó su ministerio público. Este hombre comenzó a predicar a los treinta años de edad, los Evangelios sinópticos (los tres primeros, llamados así porque, en general, presentan una visión similar de la vida de Cristo) relatan que el ministerio público de Jesús comienza tras el encarcelamiento de Juan Bautista y se prolonga casi un año. El Evangelio según san Juan describe su labor, que comienza con la elección de sus primeros discípulos (1,40-51) y se prolonga quizá unos tres años. Los tres describen el bautismo de Jesús en el río Jordán por Juan Bautista y su retiro durante 40 días de ayuno y meditación al borde del desierto, que algunos exegetas consideran como un tiempo de preparación ritual, donde el demonio (o Satán) trató de tentarle. Mateo (4,3-9) y Lucas (4,3-12) añaden la descripción de las tentaciones. Después del bautismo y el retiro en el desierto, Jesús volvió a Galilea y visitó su hogar en Nazareth (Lc. 4,16-30). Se trasladó a Cafarnaum y comenzó a predicar. Según los sinópticos, fue entonces cuando nombró a sus primeros discípulos, “Simón, que se llama Pedro, y su hermano Andrés”, “Santiago el de Zebedeo y Juan, su hermano” más adelante, cuando el número de sus seguidores creció, escogió a doce discípulos para que le ayudaran. En compañía de sus discípulos, Jesús estableció su base en Cafarnaum y viajó a los pueblos y aldeas cercanas para proclamar la llegada del Reino de Dios, como hicieron muchos profetas hebreos antes que él. Cuando los enfermos de cuerpo o espíritu se acercaron a él en busca de ayuda, los curó con la fuerza de la fe. Insistió en el amor infinito de Dios por los más débiles y desvalidos, y prometió el perdón y la vida eterna en el cielo a los pecadores siempre que su arrepentimiento fuera sincero. La esencia de estas enseñanzas se encuentra en el sermón de la montaña (Mt. 5,1-7), que contiene las bienaventuranzas y la oración del Padrenuestro. El énfasis de Jesús en la sinceridad moral más que en la observancia estricta del ritual judío provocó la enemistad de los fariseos, que temían que sus enseñanzas pudieran incitar a los judíos a rechazar la autoridad de la Ley, o Torá. Otros judíos se mostraron recelosos ante las actividades de Jesús y sus seguidores porque podrían predisponer a las autoridades romanas contra una eventual restauración de la monarquía. Cerca de la Pascua, Jesús viajó a Jerusalén por última vez (Juan menciona numerosos viajes a Jerusalén y más de una Pascua, mientras que los sinópticos dividen el ministerio público en las provincias de Galilea y Judea, y mencionan sólo una Pascua después de que Jesús abandonara Galilea para ir a Judea y Jerusalén) y el domingo de víspera entró triunfante en la ciudad donde le recibió una gran muchedumbre que le aclamó. El jueves, Jesús celebró la cena de Pascua con sus discípulos y les habló de su inminente traición y muerte como sacrificio por los pecados de la humanidad. Durante la cena bendijo el pan ácimo y el vino, llamó al pan su cuerpo y al vino su “sangre de la alianza, que será derramada por muchos para remisión de los pecados” (Mt. 26,27), y pidió que lo repartieran entre todos. Desde entonces, los cristianos recuerdan este ritual, la eucaristía, en oficios de culto que constituyen el principal sacramento de la Iglesia. En esa misma noche fue capturado por los romanos y fue llevado hacia Pilatos donde (Mt. 27,24) ordenó su ejecución. El papel real de Pilatos ha sido muy debatido por los historiadores. La Iglesia antigua tendió a culpar más a los judíos y a juzgar con menos severidad al gobernador romano. Fue crucificado y sepultado y al tercer día resucitó entre los muertos… La vida y enseñanzas de Jesús fueron muchas veces objeto de disputa y de interpretaciones diferentes en la historia del cristianismo. En las primeras épocas de la Iglesia, por ejemplo, fue necesario regularizar las creencias sobre Jesucristo y su papel, para facilitar la conversión y responder a los cristianos que adoptaron opiniones inaceptables para los dirigentes de la Iglesia cristiana. Definir la naturaleza de Jesús se convirtió en el objeto de una disciplina llamada cristología. No hay comparación con este hombre que tan solamente duro tres años su ministerio y que ahora vive en nosotros y ese hombre se llama Jesús de Nazareth…