¿El hombre o la rueda?
Vivimos días difíciles, no hay duda. No perder la esperanza frente a las situaciones complicadas que observamos a diario, es visto por gran cantidad de venezolanos como misión imposible. Pero no hay nada imposible cuando la voluntad se impone. Son numerosos los casos que demuestran que la energía y el tiempo invertidos en el logro de un objetivo preciso dieron su fruto. El descubrimiento de la penicilina logró evitar millones de muertes. La luna era apenas un satélite en medio del universo hasta que la humanidad la hizo suya, después de caminar sobre ella. La decodificación del cromosoma humano brindará la herramienta para combatir muchas enfermedades.
El ser humano ha realizado proezas que en su momento fueron consideradas una quimera. Ilusiones, fantasías inalcanzables para muchos, se convirtieron en sueños perseguidos tenazmente y alcanzados por apenas unos pocos.
Si el hombre primitivo no hubiese hecho el esfuerzo de pararse en dos piernas, y con ello encontrar que se movilizaba con mayor rapidez, seríamos animales cuadrúpedos. De igual manera si no hubiese empujado una, y otra, y otra vez una pesada roca para movilizarla, hasta lograr que girara, probablemente el transporte sería a lomo de burro, la máquina de vapor no habría impulsado la Revolución Industrial, y no existiría la cibernética. ¿Nos hemos detenido a considerar la cantidad de adelantos que produjo el empecinamiento de un hombre de las cavernas?
La historia está llena de derrotas, pero también de triunfos. El problema no son las derrotas porque en las batallas siempre existe la posibilidad de ganar o perder, a pesar de elaborar estrategias y medir cada paso que se marca. El verdadero problema radica en la incapacidad de superar la frustración y en la parálisis que produce el desaliento.
Lo grave no es la tristeza, el abatimiento, porque es comprensible. Lo peligroso es permitir que el duelo no termine nunca y se transforme en costumbre. Y en lugares como en nuestro país, donde la costumbre se convierte en ley, se corre el riesgo de habituarse a ver como normal una situación que está muy lejos de serlo.
Así, las barreras pueden inducirnos a superar retos o a inmovilizarnos y detenernos. Los pasados siglos de la historia humana estuvieron llenos de murallas que se pensaron infranqueables. Y fueron abismales los cambios generados después de cada nuevo descubrimiento.
Que la rueda revolucionó la historia de la humanidad, es un hecho indiscutible. Pero de seguro no habría sido inventada si hace miles de años un hombre semidesnudo no hubiera estado dispuesto a recomenzar cada vez, a pesar del agotamiento que le producía empujar una pesadísima piedra que parecía ser su mayor obstáculo.
Pensar que en el siglo XXI existan gobernantes que eviten el desarrollo de un país, y más aún, que aspiren a permanecer interminablemente en el poder, es inaceptable. Habrá que recurrir pues, al hombre de las cavernas.