El golpe electoral
En los últimos días Hugo Chávez y cuanto adulante se acerca de un micrófono, cargados de miedo por lo que le ha sucedido a su gran hermano Gadafi, inventan conspiraciones, en las cuales él fue un gran planificador durante 10 años antes del intento de golpe de Estado en 4 de febrero de 1992, para acusar a la oposición de estar tramando la desestabilización de su régimen, y hasta pedir a los Poderes Públicos que controla, como el llamado Poder Moral y el Legislativo, que abran sendas investigaciones, para buscar culpables, que de antemano saben que sólo existen en su entorno de oportunistas, que consideran que está llegando el final de su mandato y de su vida política en condiciones de participar en las próximas elecciones.
Lo que desestabiliza al Presidente de la República y en especial a los chavistas duros que no creen en la alternabilidad en el poder, es la proximidad de un inevitable golpe electoral que el 2012 le propinará la mayoría de los venezolanos al Comandante Presidente ..
El golpe electoral parece ineludible porque después de 13 años de gobierno del Presidente Chávez y en particular de su gabinete y sus gobernadores y alcaldes, quienes en su mayoría, según todas las encuestas conocidas, son repudiados por su ineptitud para administrar los dineros públicos y por su corrupción inocultable y en muchos casos ostentosa.
E incluso, aunque el Comandante en Jefe logre convertir las elecciones regionales y municipales en un plebiscito, el golpe electoral tendrá una contundencia similar, porque la administración central también ha sido y es cuestionada por la incapacidad y la corrupción que se eleva a la enésima potencia, al extremo de quedar al desnudo hasta fuera de nuestras fronteras. Esa misma administración centralista ocupa uno de los últimos lugares en el mundo en materia de eficacia y transparencia, y uno de los primeros en el manejo inescrupuloso de más de 1 billón 200 mil millones de dólares durante los 13 años de gobierno. No hay mayores posibilidades de que los estrategas electorales del chavismo logren ocultar el fracaso de una revolución de papel sustentada en un discurso demagógico y populista, que consiguió engañar por varios años a un buen sector depauperado de la población, asustar a la clase media dirigente con el exterminio y a los productores con la confiscación o expropiación de sus bienes.
El discurso incendiario, “antiimperialista” del Comandante Chávez ha perdido gran parte de su conexión con los sectores populares, que en poco tiempo descubrieron la manipulación de que eran objeto y hoy protestan casi todos los días en diferentes ciudades del país, por el incumplimiento de sus promesas. El discurso nacionalista se ha agotado con el empobrecimiento de la clase media, víctima de la inflación y los bajos sueldos, y por la quiebra de más de la mitad de las industrias que existían para 1998 cuando asciende al poder.
En síntesis, la delincuencia organizada desde las alturas del poder y la acusación, aún por probar desde luego, de tráfico de drogas de algunos altos jefes de inteligencia del régimen, hacen indetenible el GOLPE ELECTORAL del 2012. Por eso la Mesa de la Unidad Democrática ha sido muy contundente al rechazar todo nexo con los supuestos conspiradores entre los que tienen las armas legal o ilegalmente, la Fuerza Armada Nacional por mandato constitucional y las Milicias chavistas por abuso de poder y miedo del Comandante en Jefe, a que la oficialidad institucionalista se niegue a obedecer órdenes violatorias de la Carta Magna, como sería el desconocimiento de los resultados electorales, proclamado por algunos de sus altos jefes militares identificados con su proyecto político y con el comunismo Castro chavista.
Por tales razones los diputados de la oposición democrática votaron a favor de que se investigue la supuesta conspiración de los partidos, grupos independientes y personalidades que forman parte de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) convencidos firmemente de que ningún demócrata auspicia aventuras golpistas, no sólo porque saben que todas estarían condenadas al fracaso como la que comandó Hugo Chávez el 4F, si no también por la sólida convicción democrática de que la mayoría de los venezolanos quieren paz, reconciliación y progreso. De allí la decisión irrevocable de realizar elecciones primarias para escoger el candidato de la Unidad Nacional y prepararse para ganar las elecciones en el 2012.