El gerdarme innecesario
La vieja tesis de Vallenilla Lanz del “Gendarme Necesario” indudablemente es una noción asaz caduca, sin embargo al Presidente de Venezuela le debe encantar en una mixtura con el fascismo, y así se nos presentó en su programa Aló Presidente, cuando se realizaban las elecciones primarias de la oposición; vestido con su excéntrico atuendo de súper general rodeado de tanques que apuntaban a las cámaras de televisión, como para intimidar a la gente de vocación democrática que estaba votando el domingo pasado para optar a sus candidatos. Ciertamente nos entusiasmó como se llevó a cabo la jornada, nos recordó al país que conocimos, sin tantos malandros y tocadores de dianas. Jornada insignemente ciudadana sin que la perturbase ni un cohete de la “V república”. Camisas y gorras multicolores alegraron el día de los venezolanos, viendo la convivencia fácil y espontánea cuyo fin es restablecer la seguridad y el sosiego de esta sociedad vapuleada por hampones durante once años, quienes arrogantemente se tomaron lo que pertenecía a la organización social del país junto a sus instituciones. En esa “revolución” sicalíptica que ya obstina y huele a muerto podemos ver una luz, cuando advertimos como la gente tiene esperanza en el voto y está dispuesta con su presencia masiva a sacar al “gendarme innecesario” de sus predios.
Ahora, les tocara a todos esos candidatos de la oposición electos y de consenso ganarse a los electores para que salgan a votar y voten por ellos, que no sólo se concreten a las vallas publicitarias y a las entrevistas de televisión y se dediquen al trabajo de masas en sus respectivas regiones y circuitos. Que los vean, que los conozcan, que los toquen su futuros electores, que sientan en ellos los representantes de la Venezuela decente, amable, dispuesta a levantarse después de un letargo ominoso de once años. Que el militarismo y los disfraces milicianos pasen a un plano subordinado y bochornoso como les corresponde. Que el venezolano de a pie de nuevo se reencuentre con su sociedad civil, volcada por los caminos de la patria.
Que el militarismo ya no tiene más vida por estos territorios, que América latina no precisa de fanfarrones ni de guerrilleros, que esa etapa “revolucionaria” murió por sus propias excrecencias, que ese organismo paralelo llamado el Alba es tan solo un parapeto del Castrocomunismo, asentado en nuestra tierra por obra y gracia de un camorrista. Siendo un ejemplo bochornoso ese desfile ridículo del 19 de Abril en Venezuela donde se juntaron los comunistas “conspicuos” en simulación de libertad y soberanía, donde no estuvo presente ningún miembro de las fuerzas vivas del país y mucho menos de la disidencia, puros resentidos envueltos en túnicas de deshonor.
Eso es lo que no queremos los venezolanos acostumbrados al civilismo que nos inculcó y proveyó el magnífico Libertador Simón Bolívar.
Con la participación y el voto se conquista la libertad o se abren las vías hacia a ella, la Venezuela estancada y ruinosa tiene que resurgir y la gente debe cumplir con su obligación ciudadana en las próximas elecciones cuando tenga en sus manos las posibilidades de expresarse sin que la represión del régimen los toque directamente. Es la manera más explícita para proclamar la emancipación a un yugo, es la manera de sacudirse una dictadura o de comenzar a hacerlo.
No hay vuelta atrás, ningún gendarme garantiza la tranquilidad en los hogares venezolanos, ni siquiera les preserva a los inversores sus inversiones; quien atenta contra la propiedad privada está atentando contra muchísimas vidas que luego quedarán merodeando por las calles buscando empleo, dedicados a la buhonería o reducidos a la indigencia. Quien destruye un país sistemáticamente y no le resuelve los problemas a la población sino contrariamente los agudiza con racionamientos debe ser echado. Los venezolanos democráticos tienen en sus manos su única arma bastante letal contra las dictaduras y ella es el ejercicio del voto conjuntamente con las protestas organizadas. Aquí no se interpondrán las armas, y si ello llegará a ocurrir a quienes las empuñan les corresponderá decidir si estas están al servicio de un caudillo o constitucionalmente del lado del pueblo, auténtico poder originario. Así se demuestra que los gendarmes son innecesarios y que las sociedades civiles son patrimonio exclusivo de los civiles. Valga pues esté arranque para emprender un cambio por esta Venezuela descarnada.