Opinión Nacional

El frustrado golpe antimedinista y la presidencia de Escalante (III / III)

Diógenes Escalante es el vencedor de los comicios presidenciales por una abrumadora mayoría de votos universales, directos y secretos, estrenando así el nuevo estatuto que la hábil táctica de Medina Angarita hizo aprobar al agonizar su período presidencial, tachado de inconstitucional por Uslar Pietri y el novísimo Frente Nacional Democrático (FND) que pugnaba por una asamblea constituyente. A última hora, Villalba conformó la “Ancha Base Democrática” destinada a cerrarle el paso a los “tiranócratas de Mario Vargas”, y ya como ministro del Interior y prematuro candidato presidencial, serán no pocos los amaneceres que compartirá con Ramón Velásquez, fotógrafo de incunables, en persecución de los que “conspiran contra el régimen de libertades y desean apagar la estrella generacional del 28”, cuyo máximo glosador dijo llamarse Germán Suárez Flamerich, director de Política.

Laureano Vallenilla Planchart encabezará la célebre Comisión de Reformas Estatales (CODRE), merecido ascenso luego de destacar como temido tribuno de la prensa con el pseudónimo de Juan Mercader. Junto a Alirio Ugarte Pelayo, es el principal promotor de los cursos sobre Saint – Simon y Stuart Chase en el Club Paraíso, decididiéndose a comprar el diario El Nacional que supera en circulación a El Heraldo y La Esfera, para disgusto del novel director Ramón Escovar Salom.

El presidente Escalante decretas la amnistía de los civiles y militares que ejecutaron la asonada de 1945, aunque realmente favorció a los sub-oficiales y soldados que permanecían presos, debido al graneado sobreseimiento que civiles y oficiales alcanzaron. Pocos olvidan la conmoción que provocó el homicidio de quien se hizo profesor de francés en el Instituto Pedagógico Nacional y de Equipamiento de Materiales Estratégicos en el Estado Mayor Conjunto, Carlos Delgado Gómez, a manos de su compadre Rafael Simón Urbina en un súbito e incomprensible incidente al pie de la estatua de La India.

Acción Democrática es legalizada sorpresivamente, pero Raúl Ramos Giménez, el secretario general, poco puede hacer para mantener el equilibrio entre las diferentes corrientes encabezadas por Gallegos, Betancourt, Prieto y Rangel, apenas coincidentes en el diferimiento de la convención para cerrarle el paso a Ruíz Pineda. No obstante, la organización emprende una dura y exagerada campaña opositora, principalmente motivada por la decisión presidencial de enviar tropas venezolanas a Corea en la que el presidente Mac Arthur ha empeñado su prestigio frente a la embrionaria disidencia estudiantil estadounidense que se negará a una guerra orientada a un choque de varios lustros con China.

El Partido Socialcristiano de Pepe Izquierdo, con un par de ministros en el gobierno, al cual se adhirió Pérez Jiménez por las diligencias hechas por unos tales Gómez Mora o Miguel Moreno, disiente de URD a propósito de la llamada política sustitutiva de importaciones, acusando la complicidad desnacionalizadota de la Fedecámaras presidida por Alejandro Hernández con Nelson Rockefeller, lo que provocará la salida de la órbita oficialista [12]. Los comunistas hacen vida pública a pesar de las advertencias del Departamento de Estado tan obsesionado por Mao Zedong, pero el enfrentamiento tan mordaz entre Juan Bautista Fuenmayor y Gustavo Machado tiende a tranquilizarlo.

Escalante ha decretado la creación de los Tribunales de Responsabilidad Administrativa, procesando a todos los altos funcionarios de los anteriores gobiernos, paradójicamente presidido el denominado Circuito de la Honestidad por Uslar Pietri. Ante la desmedida reacción de Medina Angarita, desde la isla de Saint-Maarten, en 1950 es reactivado el expediente que le instruyeron los generales Lorenzo Carvallo y Elías sayazo, por un crimen ocurrido años atrás en el bar “La Península” de la esquina caraqueña de San Pablo: Sayazo, antiguo prefecto de la ciudad capital, vino desde España y Blas Murria, dueño del decadente negocio, gozó de libertad provisional para acudir al juzgado de instrucción a acusar al otrora capitán Medina, reabierta una causa que escandalizó a las mejores familias que lo acogieron en El Paraíso, el Country o La Florida [13].

El juicio de Medina elevó la popularidad de un gobierno que transitaba solo por la brillantez de sus ministros, pues Escalante nunca los atendía y se entretenía evocando viejas hazañas rurales en su oficina alterna del Palacio Blanco, novísima edificación ubicada al frente de Miraflores, que dio en llamar “El Cuartel de Río Bobo”. Dos de sus edecanes fueron atando cabos y haciendo consultas confidenciales con los especialistas afectos al gobierno, pues el jefe de Estado había puesto demasiado empeño en que el Congreso de la República lo proclamara solemnemente “Ilustre Americano” y “Restaurador de la Causa Liberal”, recordando persistentemente sus ya no secretas vicisitudes en las callejuelas empedradas de El Silencio desde el día aquél que un parihuelero lo llevó a casa de Piggy, con la que ensayaba su imberbe francés, la misma que murió en 1949 con un niño en los brazos al incendiarse Cucutá, de acuerdo a los reportes del servicio de inteligencia.

Interpretados como ingeniosas iniciativas necesarias de descifrar en la estrategia de largo plazo de quien fuera un espléndido y diligente diplomático, el mandatario lanzaba numerosos y contradictorios decretos como si Venezuela estuviese sufriendo las consecuencias de un loqueo de Estados Unidos, Gran Bretaña y la Comunidad del Carbón y del Acero, filtrando las exportaciones petroleras y girando extrañas instrucciones a las tropas venezolanas literalmente estacionadas en un paralelo coreano. Unicamente los celebraban el Partido Comunista Otra Vez Reunificado y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), desprendido de AD, que aspiraba el envío de tropas a un lugar llamado Sierra Maestra, en Cuba.

A mediados de 1951, la nacionalización imprevista de la industria petrolera anegó las calles con las fotografías de Escalante y Lázaro Cárdenas, por obra de un hábil montaje realizado por un señor de apellido Croes, laborante de El Universal. Muchas veces conversaron Betancourt, Juan Pablo Pérez Alfonzo y Manuel Pérez Guerrero, vicepresidentes de AD y académicos de la esquina de San Francisco, en torno a una medida tan radical que públicamente apoyaban, pero en privado desaprobaban por inconveniente e inoportuna [14], habida cuenta que la bonanza venezolana de aquellos años dependía de las empresas transnacionales que subrepticiamente vendían también petróleo a caudales a China.

A principios de octubre se ordena la invasión de la parte colombiana de la Península de La Goajira, propiciando un escenario de conflicto nuclear entre las superpotencias que buscan otro cuadrilátero donde dirimir sus diferencias y creen hallarlo en la porción territorial que entregó López Contreras, atajado por las concesiones arancelarias que una y otra parte hicieron a la incipiente industria venezolana de empresas que saltaron los índices bursátiles en una jugada de la que se sospecha no tuvo participación alguna Diógenes Escalante, a quien la prensa sólo ve de lejos al entrar y salir de “Río Bobo” con su infaltable levita gris y manos enguantadas Este, al acumularse las evidentes negligencias del gobernante que no asiste o lo hace distraído a los diferentes actos oficiales que absurdamente llenan la agenda constitucional, pendiente la designación parlamentaria de altos funcionarios por no postularnos, es suspendido de manera temporal en sus funciones con el voto favorable y unánime de los integrantes de la Alta Corte Federal y de Casación que rechazó los decretos-leyes de una injustificada habilitación, como el de la Estatización Educativa, la de Creación de la Iglesia Bolivariano – Protestante, la de Condonación de Toda Deuda con el Estado, la de Desindustrialización del Sur del País, entre 321 más,

Sesiona extraordinariamente el Congreso Nacional, tras dos días de Ramón Velásquez como encargado de la Presidencia de la República, para escuchar la versión de Diógenes Escalante, En la tribuna de oradores, golpeado por los flashes de la prensa, soltó los latinazos de estilo, comenzó a deshojar los libros sacados de la caja que siempre lo acompañaba para posar su chistera, siendo uno de ellos la versión originalísima del “Libro Rojo” que encontró en la bañera del refugio que Juan Vicente le hizo construir al atemorizado Juancho Gómez en Miraflores, al pensar en un “Gran Palacio Presidencial” que los arquitectos Villanueva y Alcock patrocinaban para reemplazar el barrio piggyano de El Silencio.

Un profundo miedo al desorden y a la anarquía embargó a todos los partidos y confederaciones empresariales, sindicales y profesionales del país, partícipes de la narración radial de lo que acontecía a Escalante retirado del hemiciclo senatorial con delicadeza y cuidado camino a un sanatario extranjero. La Conferencia Canónica de Caracas y la Junta Estratégica de La Planicie, sede ministerial de las Fuerzas Armadas, coincidieron en recomendar que Ignacio Luis Arcaya, en lugar de Velásquez o del propio Villalba, completara lo faltante del período presidencial para “preservar el clima de convivencia, estabilidad y prosperidad que hemos alcanzado en la Nación gracias a la laboriosidad de los venezolanos” y “a la reconversión petrolera que reemplazó una nacionalización improvisada”.

Comicios de diciembre de 1951 y frustración del sabotaje golpista del mayor Tomás Mendoza con apoyo del gobierno dominicano y bajo la asesoría del derrocado dictador Franco. Los partidos realizan sus eventos estatutarios de nominación presidencial: en URD, gana Rafael Vegas que así recupera cabalmente al partido mientras Villalba se marcha como diplomático a Ginebra; en AD triunfa Gallegos, con el apoyo de Betancourt; en el FND, triunfa Carlos Vogeler, amenazando Uslar con una división: en el Partido Socialcristiano, Izquierdo y Moreno pierden frente a Caldera.

Una larga tarde de conversación entre los senadores vitalicios López y Medina Angarita, así como Betancourt, Velásquez y Arcaya (a quienes se les reconocieron sus horas o días de gobierno en aras de la concordia nacional), incluyendo al ahora recuperado Escalante, fue recogida por una empresa para-policial de espionaje y de chantaje político, transcrita con las dificultades del caso. Apartándose de la recepción palaciega, el grupo no quiso hacer un juramento de logia, pero si disponerse a revelar algunos de los secretos que sostenían al títular del ejecutivo nacional por 1962: es el faltante de los papeles hallados en una bañera.

(*) Ejercicio de política-ficción, originalmente publicado en Ultimas Noticias/Suplemento Cultural (Caracas, 07/11/93). Las referencias bibliográficas y hemerográficas versan sobre lugares, situaciones o hechos reales, luego distorsionados a los fines del presente bosquejo de escenario con ánimo ensayístico.

Notas distorsionadas

[1] Rházes Hernández López, El Nacional, Caracas, 01/10/45.

[2] El Universal, Caracas, 18/10/45.

[3] La Religión, Caracas, 31/10/45; cfr. Vallenilla Lanz, Laureano (1961) “Escrito de memoria”, Lang Grandemange, París: 219 y 246.

[4] El País, Caracas, 23/10/45 y La Religión, 24/10/45.

[5] El Nacional, 23/10/45.

[6] Ibidem, 03/10/45.

[7] Tamayo Suárez, Oscar (1963) “Frente a la realidad venezolana”, Limonges, ¿Caracas?: 98.

[8] Chiossone, Tulio (1988) “Memorias de una reaccionario”, Talleres Gráficos del Congreso de la República, Caracas: 209 ss.

[9] Betancourt, Rómulo (1956) “Venezuela: política y petróleo”, Fondo de Cultura Económica, México: 796,nota 38; luego la nota desaparecerá, vid. (1969) 3ra. edición, Editorial Senderos, Bogotá: 226.

[10] Olavarría, Jorge (1975) Entrevista a Rómulo Betancourt, Resumen, Caracas, nr. 103 del 26/10; cfr. Vallenilla L., L. Op. cit.: 442.

[11] El País, 07/09 y 22/10/45.

[12] Stambouli, Andrés (1980) “Crisis política. Venezuela 1945-58”, Editorial Ateneo de Caracas: 124 s.

[13] Pérez Alfonso, Juan Pablo (et al.) (1976) “El desastre”, Vadell Hermanos, Valencia: 17; cfr. Ultimas Noticias, Caracas, 19/10/45.

[14] El Nacional, 12/11/63.

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