Opinión Nacional

El foetazo político del lenguaje

No hemos hallado o – acaso – recuperado el lenguaje que permita enfrentar exitosamente al gobierno nacional, el cual confiscó y agotó expresiones como “cambio”, “proceso”, “libertad”, “justicia”, “democracia” o “pueblo”. Las ha secuestrado el oficialismo, cuyo equipaje retórico no destaca mucho por su brillantez y novedad, aunque términos como “endógeno” puede reclamarlos como de exclusiva autoría política, anotándose importantes victorias en un terreno tan inadvertido.

En un capítulo ya clásico del insigne administrativista español, Eduardo García de Enterría, llama la atención sobre las modificaciones del léxico que, en mayor o en menor medida, está asociado al cambio político: “La revolución francesa y la aparición de una nueva lengua de derechos”. Y, citando a Renée Balibar, asume que la citada revolución fue la única en portar una transformación lingüística en el historial francés, añadida una legislación que irrumpió, marcándola, en la vida del pueblo galo en los ámbitos civil (1804), mercantil (1807) y penal (1808-1810).

La única codificación alcanzada por el chavezato es el del constante revanchismo, la descalificación personal de los oponentes, acuñada por una jerga militarizada que ha formalizado en sus operaciones (y operativos) electorales, al versar sobre batallones y patrullas que condensan la alianza cívico-militar. Sumemos la coloquial denominación de instrumentos legales de consecuencias muy graves, llamando ley “resorte” a la que todos entendemos por “mordaza”.

El régimen ha ganado por ahora la guerra de las palabras, gracias al empleo de todos los recursos simbólicos y materiales del Estado. Empero, esquiva los peligros, pues, como advirtió Georg Klaus, en una vieja obra especializada publicada al español por Anagrama, con todas sus simpatías puestas en la otrora Alemania socialista: “ No hay que subestimar la eficacia de las palabras de moda provenientes del lenguaje militar. Fueron uno de los medios para madurar al pueblo alemán para la guerra. La difusión de expresiones específicamente militares a todas las ramas del quehacer constituyó un paso previo para la militarización de la vida social (…) Por lo tanto, el agitador socialista no empleará ese lenguaje”.

Convengamos en la muy escasa inocencia de la jerga empleada que, por cierto, no tiene por origen el debate de las ideas, con el hallazgo de las expresiones que digan de su autenticidad, sino – como quizá está ocurriendo con la plástica y otras manifestaciones de la creación artística – está subordinada a las intenciones y pretensiones que licua la diaria faena publicitaria y propagandística. Huelgan los comentarios en torno al duro foetazo del lenguaje político vigente.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba