El Estrechazo
Si la oposición es capaz de planificar y ejecutar un gran plan de contenido social, basado en la solidaridad del pueblo venezolano, y con largo aliento, se le propinará al gobierno de Chávez, una derrota estruendosa. Y sería una manera de revelar en las posturas oposicionistas, la sensibilidad social que también las habitan, y no sólo competencia para organizar actos cívicos y democráticos.
¿Por qué no utilizar el dinero recogido para el referendo consultivo y el que se recoja con fines sociales, para aliviar la tormentosa vida que llevan miles de venezolanos, golpeados por la exclusión y la ineficacia de los programas sociales del gobierno?
Con una organización semejante a la desplegada durante el firmazo y la colaboración de los gremios profesionales, empresariales, laborales, eclesiásticos, universitarios, entre tantos, podríamos idear mecanismos para brindarle asistencia médica, legal, gerencial, alimentaria, a quienes viven del mito de la riqueza mal repartida en Venezuela, que este gobierno se ha encargado de atizar. Pero que no se convierta en una limosna de la Venezuela pudiente a la menos favorecida, sino que tenga visión de futuro, para que luego esa experiencia pueda ser tomada por el próximo gobierno.
Ha habido experiencias en Latinoamérica donde familias pudientes se han encargado de ayudar a familias depauperadas a encontrar la manera de salir del endiablado infierno de la marginalidad, no con limosnas esporádicas, sino con planes claros de formación a corto, mediano y largo plazo, que le permitan a los seres humanos lograr una fuente de sustento digno, una casa decente y oportunidades para los niños y adolescentes que tanto padecen la escasez de medios materiales e intelectuales, y que le impiden realizarse en el mundo.
Con un 20% del dinero que perdieron los empresarios durante los 2 meses del equívoco paro, se financiaría un programa social que conjuraría la explosión social violenta que tenemos a las puertas. Allí está la experiencia acumulada de organizaciones como Cesap, Dividendo para la Comunidad y de la Iglesia Católica y evangélica. Allí están los restaurantes y la infraestructura de los centros comerciales, para servir de plataforma a un ingenioso programa social sin la intervención del Estado, que podría contar con la sapiencia gerencial de los petroleros hoy cesantes. ¿Qué tal si la organización de este programa se lo dejamos a la Gente del Petróleo y a Unapetrol? ¿Qué tal si los medios de comunicación lo apoyan fervorosamente?
Se trata de ejecutar el abrazo aquél, tan divulgado, entre una linda chica que ha tenido todo o casi todo en la vida, y la humilde señora que cree en el puño lanzado contra la mano abierta. Se trata de abrir las dos manos y abrazarlas por este país que tanto queremos.