El engaño defensa y daño
No es propiedad exclusiva del hombre engañar al otro para el alcance de sus propósitos, que van desde la satisfacción de sus necesidades, hasta otras formas menos trágicas, como el juego. Suelen los animales hacerlo con gran habilidad, milenaria sabiduría para protegerse o para cazar o agredir. Muchos ejemplos son ampliamente difundidos por programas como animal planet, y otras series. Algunos han alcanzado tan alto grado de refinamiento que, hasta en su acto de muerte, asesinan a su criminal. Tal la muerte del halcón por el pico de la garza dispuesto como lanza que él se clava por su velocidad en el intento de atraparla. Ambos mueren. También hay plantas que se “disfrazan” de buenas, dulces, bellas, para embelesar a sus victimas y devorarlas luego. Cientos de casos concretos evidencian ese hecho en su amplia diversidad. Pero, en lo que sí no parece encontrarse identidad alguna con el hombre, es el la cualidad del engaño, su metódica, sus fines mucho mas allá de la satisfacción de sus necesidad, pero estas también incluidas. En los procesos bélicos los camuflajes diversos eran medio para engañar, si el enemigo los confunde presa mejor es de los propósitos del cazador. Ello explica el uniforme de los soldados, de modo tal que puedan esconderse entre los bosques o andar por caminos abiertos bajo la protección de su uniforme, uniforme en adecuación, casi en correspondencia con el medio.
Las causas y quizá hasta razones del engaño entre humanos y del humano engaño son mucho mas complejas. Hay una estrecha ligazón con la mentira, de modo que pudiera pensarse que son sinónimos, o que el uno está incluido en la otra o viceversa. Sin embargo, sin mayores esfuerzos de análisis hay distancias. La mentira es de exclusiva construcción cultural humana, y hasta pudiera considerarse como un acto de bondad, en oportunidades, si mediante una mentira puedo salvar a un inocente, queda legitimada la mentira, Russel entre muchos, ha tocado el tema, como también la piscología la justifica para evitar un trauma a alguien sobre la conducta inética de su padre, sea el caso, de modo que se puede englobar esa conducta en ese mundo de las llamadas mentiras piadosas, tan de uso en la iglesia católica. En el engaño puede y hay elementos que, como en el caso de los apenas señalado en la “conducta” animal, son bien instintivas o bien necesarias, de modo que aun no sabemos ni podemos decir, que el animal X –siendo X cualquier animal – mintió, en cambio, ya sabemos, sin importar causas ni motivos, solo sus efectos, que el engaño es un acto tanto animal cuanto humano. Sólo será motivo de este comentario el engaño humano.
En las relaciones elementales, directas, el engaño opera como trampa. Vale decir, el propósito de engañar busca crear la suficiente fe en el otro, de modo que la confianza crezca, que exista pleno convencimiento de la buena fe, de la bondad, de quien engaña. La metodología del engaño aquí, adquiere modalidades diversas, la palabra, dádivas, expresiones de cariño, comprensión, detalles para el entusiasmo, la esperanza. El propósito último de este juego, mantener la fe ciega en el esperanzador, de modo que el esperanzado quede totalmente convencido de que hoy no, pero que mañana será, porque justifica a plenitud las razones esgrimidas y mantiene el convencimiento de la certeza en lo posible. Mientras esta exista el manipulador garantiza su éxito y el manipulado vive de su esperanza. Poco interés tiene para esta reflexión este problema, solo la detección de su existencia, sí, en cambio, nos interesa el engaño como expresión deliberada de la existencia social para garantizarse la propia existencia individual. Y este caso, la vinculación del engaño es parte de lo que pudiéramos llamar relaciones con el poder. Por tanto la esfera de acción se sale de los efectos individuales para convertirse en una enfermedad social, de compleja cura. Enfermedad que obviamente tiene en el individuo su primer víctima y paradójicamente su primer beneficiario, que se convierte en pandemia, porque la sociedad toda la asume, en algunos casos consciente en otros no-, pero en ambos casos, como necesidad.
Veamos algunos ejemplos aleccionadores. El empleado público que se inscribe en el PSUV, o el ciudadano que se pone su camisa roja, o los jueces que gritan UAH Chávez no se va, Patria socialismo o muerte, puede afirmarse, sin asomo de error, que en esa masa uniformada hay un total vacío ideológico, aun en el negativo sentido dado por Napoleón, Marx, a la ideología. En ese acto se conjugan muchas cosas, si así decir se puede. Sin orden queden algunas: el terror de perder el empleo, el horror a ser delatado e identificado como enemigo de la revolución, y mas grave aún como enemigo de Chávez, desestabilizador. Etc. Otro elemento que puede entrar en juego es el amor y el sentido de protección a los suyos. En ese macabro juego las listas Tascón y las otras, han jugado un gran papel, porque la acción del terrorismo de estado genera, inevitablemente, la necesidad por parte del sujeto social de recurrir al engaño, como su autodefensa y la defensa de los suyos. También está presente el miedo al riesgo, el que implica la aventura de buscar la verdad. Los efectos en la sociedad son de dimensiones inconmensurables. El poder –el manipulador- sabe a mayor o menor plenitud que la unión entre sus aterrorizados es inestable. Que dura el tiempo en el cual la fuerza puede detener la razón. De allí que recurra cada vez con mayor insistencia al terrorismo de estado y a la dádiva como refuerzo, que cree positivo, a sus acciones. En esa dirección el terrorismo en el lenguaje y la visón goebelina de la propaganda juegan un papel de tanto terror como el ejercido por al fuerza policial, militar, etc., y de esa interacción surgen el miedo, el pánico, y en etapas sucesivas la abulia, la ataraxia como consumación final; para esquivar ese macabro proceso, se recurre al engaño que, además de lo señalado arriba, tiene otro componente, une en su ejercicio, sin duda perverso- a los actores; si bien este “aporte” es importante, el efecto negativo, consciente o inconscientemente poco importa, es terrible: la gente que recurre al engaño no cree en quienes también engaña y que están a su alrededor, luego, tampoco creen en nadie. Este macabro juego, porque es macabro, lo provoca el manipulador y su proyecto es crear la desconfianza en cada otro, primero, luego, en el conjunto, hasta, lo más grave en sí mismo. El engañador deviene en auto-engañado.
Tema complejo ciertamente, que debe ser mejor estudiado y mejor formalizado; quede como un gran problema que ha de resolverse. Y en ese sentido, creo que es posible buscar los caminos, los métodos, el lenguaje, que hagan posible superar el engaño, que como dije, su mayor efecto es la imposibilidad del ejercicio critico para salir de él y creo que la respuesta está allí: en provocar un dinámico, muy amplio ejercicio critico en la sociedad, a fin de asumir conscientemente la lucha por el cambio. Si esto es condición necesaria, desde luego no es suficiente. Se ha de generar un discurso coherente que tiene varias dimensiones, la primera, desmitificar, develar claramente el discurso del manipulador. Pero no basta, desmontar el discurso del Socialismo del S XXI es demasiado simple, pero hay que hacerlo, el diálogo como método lo hemos reiterado tantas veces. Pero, buscar y crear un discurso coherente, coherente por su teoría, coherente por sus valores éticos, coherente por la claridad con la cual plantea la salida a la crisis y mas que ello, el devenir critico de la sociedad toda, el papel del individuo, etc., para garantizar un porvenir éticamente digno, con calidad de vida, solidaridad, fraternidad, clara distinción, diferenciación de lo que es uno, en cuanto a ser, en cuanto a persona y lo que es el otro, en la misma distinción señalada.
Generar una práctica política allí donde se tienen cuotas del poder y dar a este un sentido humano. Uno de los caminos, para mi altamente eficaz, es a través de la cultura, del arte, de modo que siendo éste como es la autoconsciencia del la humanidad, pueda contribuir decisivamente a salir de la conducta del engaño, en primer lugar, de la abulia y la ataraxia como fin y la participación consciente como fuente de solidaridad tras el bien de la totalidad y la garantía del valor de la singularidad, vale decir, del valor e la sociedad y de la trascendencia del individuo en ella.
Una segunda acción ha de ser la unión entre los gobernadores, alcaldes, etc., de quienes están en la acera de enfrente al gobierno con propósitos claros. No solo gobernar de manera distinta, lo cual hacen, sino gobernar por proyectos programas que produzca la participación y la coparticipación, y allí caben los chavistas y hay modos críticos de acercarse a ellos. Quiero dejar este texto inconcluso y pedir al lector su estudio, mejoramiento, su conclusión. Sabré agradecer tan enriquecedor trabajo. Ojalá, caro lector, con alma de poeta, no quede al mar y a la profundidad de su belleza las respuestas que tanto agobian no solo mi existencia, sino que pueden pesar tanto en esta dura empresa, y morir con el tiempo tirado en un chinchorro.