El dueño de todas las culpas
No resulta auspicioso ni agradable cerrar un año y comenzar otro, hablando siempre de situaciones conflictivas. Pero lamentablemente en Venezuela esto ocurre; tierra de problemas que deberán ser solucionados para enrumbarla hacia destinos ciertos, transcurrido un decenio, equivalente a dos periodos constitucionales de los de antes, cuando nuestra democracia existía bajo un ideal republicano, cuando podíamos elegir un presidente mediante los votos y por razón de los votos sacarlo. Esta “simple” carencia que hoy no tenemos ahoga nuestros sentimientos y libertad, caímos en el tremedal y debemos salir de él, cueste lo que nos cueste. Hemos dado los primeros pasos dentro de la mayor tradición democrática, cuando a través de los votos el dos de diciembre de 2007 dijimos No a un proyecto comunista, y a un presidente que pretendía elegirse eternamente. Ese No, tuvo una validez inmensa para todos los venezolanos, fue el primer no electoral que, logra desvencijar esa maquinaria electorera complaciente y adscrita al oficialismo. “Descubrimos,” poniendo el dedo en la llaga a quien nos sojuzga, evidenciamos ante propios y extraños quien es el dueño de todas las culpas de lo sucedido en este país durante los últimos diez años. Ante el pueblo en algunos casos engañado y el mundo indolente que, todavía no quería ver la Venezuela real, impregnada por un autoritarismo comunista.
Creemos será este el año de cumplirse ciertas profecías y análisis en torno a su acontecer, las cosas han ido madurando y la disidencia también parece haberlo hecho. El moviendo estudiantil reaccionó en su debido instante y tendrá la responsabilidad histórica de ser el guía de esa disidencia que no logró conseguir un liderazgo durante diez largos años. Estamos en el momento de las decisiones concertadas y no de las bellaquerías políticas, que suponemos quedaron clausuradas en el pasado siendo la única apetencia Venezuela y su libertad.
Cuando me refiero a las profecías, igual lo hago a los “taumaturgos” y astrólogos que tantas veces han anunciando la redención de Venezuela sin pasar de ser sueños, hoy son esos sueños realizables a pesar de que costará llevarlos a la realidad. Todo se va revelando, los ricos de Venezuela están al descubierto, la llamada boliburguesia, o la nueva oligarquía delictiva que está siendo investigada en todas partes del orbe. A quienes les siguen juicios o los detienen en el extranjero por supuesto tráfico de drogas, o lavado de dólares. Individuos ligados al régimen cómo paradigmas empresariales que pudieran ser los testaferros de los verdaderos delincuentes, propulsores de está “revolución”, quienes esquilmaron los dineros al pueblo en beneficio propio y llegaron a tal dimensión sus riquezas que no pudieron ocultarlas. Las autoridades policiales de otras naciones vienen haciendo los seguimientos, y pronto sabremos de dónde salieron tantos nuevos ricos. Ellos no podrán disfrutar de ese dinero ajeno, como lo vienen haciendo en las propias narices del pueblo venezolano. Los revolucionarios dolarizados que “reniegan” del imperialismo yanqui y les encanta cuanta cosas proviene de allá, y llevan las modas casi obscenas de elevados costos y presunción. Los ricos que a diario vemos en los lujosos vehículos de exclusivas marcas, rodeados de guardaespaldas. Esos contrastes existenciales de la nación timadora, queriendo aparentar ser revolucionaria. Esa Venezuela que todavía encuentra defensores en algunos sectores del mundo izquierdista por el sólo hecho de llevar la efigie del Che Guevara. Pues sacúdanse, que las complicidades no son solidaridades, ni en Venezuela existió ninguna revolución. Actualmente yace en la mayor corrupción y muy pronto las evidencias las tendrá el pueblo en sus manos. Llegado el momento de asumir las calles como el escenario de lucha natural, cuando las intemperancias nos ahoguen aún más, unidas a la desatada inflación, inseguridad, escasez de alimentos y medicinas. Viendo al dueño de todas las culpas ahí, pretendiendo ser el presidente de por vida.