Opinión Nacional

El diálogo

La mayoría del país desea el diálogo. Es una afirmación apodíctica que amerita la repregunta ¿por qué? Aunque hay muchas respuestas válidas creo que en lo más recóndito de nuestra mente se esconden dos razones para validar el deseo. La primera es que el conocimiento de la idea ajena es indispensable para su aceptación y lograr la unidad. Lo cual es un error. La segunda que no tanto el conocimiento sino su reconocimiento son indispensables para la convivencia, única posibilidad que tiene el hombre para poder progresar. Lo cual es un acierto.

El diálogo no es por lo tanto algo distinto a la convivencia. Semánticamente tiene un significado diferente en cuanto se lo percibe como conversación. Uso del lenguaje entre dos personas para comunicarse. Pero su esencia es la misma, dialogar no es otra cosa que convivir; y convivir supone aceptar la presencia del otro, del que es diferente a uno y reclama, merece y se le debe respeto. Ese derecho a obtener el respeto que se merece no deriva de esa muletilla a la que tanto se acude “todos somos iguales”. No, todos somos diferentes, desiguales y es esa diferencia la que exige respeto. El régimen que se quiera construir sobre la igualdad es tiránico, dictatorial y al final totalitario.

El totalitarismo es simplemente el efecto colectivo que produce la figura del tirano. El tirano es poseedor de la verdad y los súbditos no tienen nada que decirle y sí mucho que escucharle, lo que explica las peroratas interminables de Hitler, Castro y Chávez.

El diálogo por lo tanto conlleva la aceptación del otro, en el más puro significado de conllevar, que es ayudar, comprender y soportar. El llamado al diálogo o la convocatoria a una mesa para sentarse a dialogar, carece absolutamente de sentido si no va precedido por el respeto al otro, que no se vislumbra en unos personeros que identifican a los diferentes como judíos, gusanos, pitiyanquis y apátridas. Una masificación por categorías, que refleja la mente del “todos somos iguales”. Mandela en su biografía señala que en su pueblo “democracia significa que todo hombre tiene derecho a ser oído…que las decisiones se toman conjuntamente…que una minoría no puede verse aplastada por una mayoría”. Maduro quiere ser igual a Chávez, que nos identifiquemos con el difunto. Que robotización tan feroz.

 

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