El día del no más
La segunda pelea entre Roberto Durán y Sugar Ray Leonard es una de las más famosas en la historia del boxeo . Se llevó a cabo hace casi 32 años, en Nueva Orleans. Por ocho rounds Durán fué victima de la habilidad y agilidad de Leonard. Finalizando ese round, un agotado y frustrado Durán se volteó hacia el árbitro y, agitando la mano derecha en el aire, le dijo : “No más”.
Este es el video de ese round: www.youtube.com/watch?v=HPoWrWwwi8M
Que sucedió en esta pelea? Será que Durán subitamente se entregó? De repente se le quitaron las ganas de seguir batallando contra su adversario? No fué una decisión caprichosa. Es que ya no podía más. A medida que pasaban los rounds, Durán iba recibiendo castigo corporal. Pero más importante aún, estaba recibiendo un considerable castigo psicológico. Esto último fué lo que lo derrotó.
En que consiste ese castigo? . En pensar antes, durante y después de cada round, que el adversario crece en dimensiones y fortaleza, mientras que las propias fuerzas declinan. Es la terrible certidumbre de que la estrategia de pelea ha fracasado y que apelar a la compasión y a la lástima apenas le permitirá alargar un tanto el desenlace final. Lo que más le mortificaba a Durán era la sensación de que los aficionados lo habían abandonado. Oía gritar: “Leonard, Leonard”. Mano é Piedra pensaba amargamente que la gente era ingrata pero realmente no era eso. El publico siempre se alínea con el ganador pero lo abandona cuando advierte su vulnerabilidad.
Hoy recuerdo esta singular contienda porque me parece que encierra una lección para nosotros, los venezolanos de 2012. Y es la siguiente: Chávez, como Durán aquella noche, ha encontrado un contendor más jóven, mas habilidoso que él, quien , como dice el vulgo, “no le para”, sino que anda de casa en casa quitándole seguidores sistematicamente, como una hormiguita. Al mismo tiempo, Chávez está enfermo, cansado, seguramente hastiado de ver tanta deslealtad a su alrededor. Presiente, equivocadamente o no, que sus más leales colaboradores le están abandonando, cada quien tratando de sobrevivir politicamente a lo que parece ser un tsunami politico. La vocecita en su oído parece decirle que el país parece estar “hasta aquí” de tanta pendejada pseudo-revolucionaria, de tanta cursilería, de tanto “culebrón”. Los venezolanos despiertan lentamente de una larga pesadilla de 12 años, durante los cuales muchos pensaron que iban al cielo pero terminaron en una de las pailas menores del infierno, esa donde se va la luz, no hay leche y existe un férreo control de cambios.
Usando un término boxístico que no tiene traducción a Chávez lo tiene loco el “yab”del desabastecimiento, de la criminalidad, del estrepitoso colapso de las mál llamadas industrias básicas, de la disensión entre sus propios seguidores, de la necesidad de endeudarse cada día más, de su precario estado físico. La mirada codiciosa que tienden hacia Miraflores sus propios allegados es, más que un “yab”, un “uppercut”. El pugilista desorientado, con ojos semi-cerrados, como si lo hubiesen picado centenares de abejas, sin piernas, va perdiendo la voluntad de continuar esta contienda.
El pugilista que solo sabía pelear ve venir la derrota. De su “establo”, término hípico prestado al boxeo, ya no quedan muchos: los Castro, Mugabe y Ortega. Kim IL Sung, Gadaffi, Néstor, TiroFijo, el ETA, las FARC ya dijeron “no más”.
Una voz como la de Miguel Thoddé narra la escena. “Suena la campana para el próximo round. El pugilista sale de su esquina, tambaleando y…. algo le pasa, está dando la espalda. Dice NO MÁS… NO MÁS…. Buenas noches, señores”.
No más y nunca más.