El deslinde por venir
En el país son muchos los altos funcionarios que están tendiendo puentes, aunque sea muy en privado, y ya ha habido más de uno que se ha atrevido a asomar tímidamente la nariz con una opinión levemente independiente. Fuera del país, ya la presidente de Argentina, Cristina Kirchner, que hasta hace nada estaba entre las grandes partidarias de Chávez (desde luego, a cambio de grandes sobornos), decidió emprender un rumbo totalmente alejado del chavismo y de las locuras de su antiguo benefactor.
La Confederación General de Trabajadores, la enorme central obrera peronista, pidió que las ganancias de las empresas se repartieran entre los obreros, y la Kirchner se negó de plano a aceptarlo. Declaró sin dejar espacio a dudas que no impedirá que las utilidades de las transnacionales se exporten en divisas, y, lo que es más importante: pidió a los gremios que sean menos conflictivos. Hablando del reparto de utilidades, la presidente dijo con absoluta claridad: “Es una cosa que tienen que decidir entre los empresarios y los trabajadores, no la puede imponer el Estado por la fuerza a través del Parlamento», algo que debe haberle causado úlceras gástricas express al moribundo presidente de Venezuela, que debe estar furioso con la Kirchner, que obviamente quiere deslindarse por completo de él y acercarse a hombres como Santos, Martinelli, Piñera, Calderón ¡y Obama!… qué gran pecado, digo yo. Ojalá que todos los candidatos democráticos (hoy precandidatos a candidato de unidad) se deslinden también de Chávez.
Que entiendan que las tales misiones son manifestaciones de demagogia y engaño. Que “Barrio Adentro” es una farsa, con falsos médicos, muchos de ellos cubanos, y ofrecer que se va a continuar es engañar al pueblo. Y las otras son hasta peores. Que tienen que ser serios, y entender que al ofrecer “continuidad” están legitimando los engaños, están diciendo que Chávez es un buen gobernante que ha hecho muchas cosas buenas, que merecen ser ratificadas. Uno solo de ellos se ha deslindado y por eso está subiendo para gran sorpresa de los demás: Diego Arria. Lo que viene es terrible, la transición va a ser muy dura. No es cosa de muchachos empeñados en parecer buena gente.
Es una lástima que Eduardo Fernández y Antonio Ledezma hayan tenido que retirarse porque quienes tenían que apoyarlos prefirieron la demagogia a la seriedad. Contar con tres candidatos con experiencia, con sabiduría, con madurez, habría sido garantía de seriedad. Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Ninguno de los tres es diablo, pero tampoco son angelitos que el otro diablo, el verdadero, puede freír en aceite.