El debate
Entendido usualmente como un proceso de confrontación de ideas, la Real Academia Española lo define como “controversia” primero, y como “contienda, lucha, combate” luego. Incluso es más contundente al definir la acción de debatir: “altercar, contender, discutir, disputar sobre algo” en la primera acepción, y “combatir, guerrear” en la segunda.
Lo interesante de tal “guerreo” es que el contendor más preparado no es el que más invirtió en armas, sino aquel cuyos argumentos son más acertados y mejor diseñados como mensajes teledirigidos a las audiencias claves.
Los bombardeos que proponen tales conceptos, son bombardeos de ideas, que lejos de destruir, se siembren, cuales flechas, en los hogares, en las mentes y en los corazones de la gente, que podrá tomarlas y reutilizarlas cuantas veces pueda y estime necesario.
Un “debatiente” bien preparado, supone un equilibrio entre tecnología de ataque, léase argumentos y mecanismos para hacerlos llegar, y manejo emocional, de quienes son los rostros y protagonistas mediáticos del “guerreo”, de la gente que constituye los objetivos de cada avanzada, y entre ambos actores.
Iluso sería pensar que con buenos argumentos basta para conquistar los objetivos, sin considerar el puente emocional que es necesario construir entre las figuras visibles y la gente, que muchas veces necesita, o sentirse protegida de la confrontación, o sumada al batallón, dispuesta a dejar más de lo que imaginamos en el campo de batalla.
La invitación a debatir sin embargo, no es una invitación a guerrear, sino a conquistar con grandes ideas nuevos territorios, en los que todos podamos convivir.
@argenisangulo