El comunista Nicolás
Es un tipo gris, resentido en el amplio sentido de la palabra. Su aspecto es el del comisario político sumiso e invisible al lado del jefe y siniestro e implacable cuando asciende. Esto es lo que vemos en Nicolás Maduro y sabiendo que se formó en la Cuba castrista entendemos el porqué.
Nos quiere en silencio, asustados, humillados… Nos quiere aplastados, como aplastado vio al pobre pueblo cubano cuando fue a formarse allá en el tenebroso oficio de comisario político de una tiranía comunista. Nos quiere hambrientos, desespe- rados en pos de un pollito cada vez más difícil de encontrar y de unos víveres que brillan por su ausencia. Nos quiere en romería de abasto en abasto y de mercado en mercado… Los cubanos castristas le enseñaron que nadie que tiene que pasarse sus días buscando comida posee tiempo para adversar un régimen.
Nos quiere encerrados en nuestras casas porque el hampa -brazo armado heredado del pajarito- nos convenció que las calles son de ellos y nuestras vidas y bienes también, por tanto, es una dádiva estar vivos y tener aún algunas cosas… Además, a él y a toda la nomenklatura, eso no les importa, ellos tienen carros blindados y guardaespaldas a granel.
Nicolás se preocupa por Corea del Norte y es lógico, Kim Il Sung es su ídolo, como lo son los Castro, haciendo de países un fundo hereditario que el pajarito trató de hacer también aquí, pero le salimos respondones. Nicolás se preocupa por todo dictador comunista; son sus panas. Necesita saber cómo han hecho para aplastar toda rebeldía, toda dignidad… Tiene prisa y es que la idea de devaluar no se la dio a Maduro un pajarito, se la dio un pájaro bravo.
Nicolás tiene miedo… Sabe que somos millones. Que somos tenaces, difíciles de vencer e imposibles de convencer… El pierde la paciencia. Los Castro lo conminan, lo presionan, le dicen que somos más de lo que parecía y con nuestro líder aquí estamos: Luchando, resistiendo y decididos a derrotarlo con un vendaval de votos. Sí, Nicolás tiene miedo, Nicolás el comunista se sabe perdedor.