El CNE: Un consejo desaconsejable
El Consejo Nacional Electoral –inefable esperpento ahora bajo el control de Cuba– es un instrumento ilegítimo de un régimen ilegítimo y resulta inconcebible que se le siga tratando como a un árbitro imparcial, más bien procurando su participación, como ocurriría en las proyectadas primarias oposicionistas, en tareas que deberían estar encaminadas a denunciar y desestabilizar a un orden autocrático y dictatorial, impuesto con desprecio, sobre la voluntad del soberano. Desde antes del Referendum Revocatorio del 2004, cuando se entregó la Presidencia del ente comicial a Jorge Rodríguez y se concretó la adquisición de la tecnología “touch-screen” con las máquinas smartmatic, los venezolanos perdimos la posibilidad de ser gobernados democráticamente, si entendemos por esencia primaria de la democracia la transparencia del voto. Uno tras otro, los fraudulentos procesos electorales en los que hemos sido obligados a intervenir a partir de la fecha indicada, han burlado la intención de las mayorías democráticas y han permitido las victorias “pírricas” de unos falsos ganadores que han ido profundizando un régimen de opresión hábilmente disfrazado de demócrata. Todos, incluso los que aparentemente han perdido “los ganadores” –la reforma constitucional y las parlamentarias del 26S del año pasado– han pasado por las trampas de un sistema perverso, urdido para no entregar el poder.
Casi nadie se pregunta ¿porqué se tomó la decisión de salir del método fotoeléctrico de Indra, mediante el cual se automatizaba el proceso, pero permanecía, incólume, en un depósito anexo a la máquina, el voto real del votante, como para que pudiese ser inmediatamente auditado y posteriormente archivado, conjuntamente con las actas suscritas por los representantes de las fuerzas en disputa? ¿Quién exigió el cambio y, sobre todo, para un sistema tan alejado a las prácticas comunes en los países de mayor desarrollo democrático del mundo? Nadie lo pidió expresamente. Ningún partido, ninguna fuerza política organizada. Y de lo que estamos seguros es que no hubo, al precipitar esta drástica alteración del sistema, ningún interés de proteger la transparencia y la nobleza del elector y mucho menos de salvaguardar las intenciones de la mayoría democrática de los venezolanos. Se engañó al país y se introdujo un método fácilmente manipulable, para que la práctica del “acta mata voto” fuese sustituida por el crítico programa informático cuya comisión fraudulenta no dejaría huella alguna para detectar su acción delictiva. Y ahí estamos, devanándonos los sesos para ver cómo podríamos fiscalizar la operación electoral y obtener una respuesta cierta de la voluntad de los votantes. Millones de dólares invertidos, de los recursos de todos los venezolanos, para adquirir máquinas y herramientas cada vez sofisticadas, con el único propósito de engañarnos y “atornillar” con cada proceso al autócrata y la camarilla de pseudos demócratas que le acompañan. ¿Seguiremos en esta debilidad masoquista, entregando nuestros derechos civiles y políticos más preciados o nos revelaremos, “indignados”, para poner orden en la casa y expulsar de ella a los intrusos que nos han agredido con tanta saña?.
A principios del 2010, ante el reto de las Parlamentarias, el CNE, por decisión de la mayoría de sus espurios Rectores –excluido un desasistido Vicente Díaz, a quien nadie toma en cuenta, pero a quien respetamos por su olímpica labor– “inventó” la figura de los distritos electorales, específicamente, para encontrar la manera de conservar una cómoda mayoría de escaños, con menos votos que el adversario, burlando la división político-territorial consagrada por la Federación y su consecuencial representatividad. ¿Un Soviet Supremo?. El REP, entretanto, sigue su marcha in-crescendo, acercándose al 65% de la población total del país y negando la revisión de su Data a los grupos adversos al régimen.
No hay Fiscalía de Cedulación, como la hubo en los tiempos de la “cuarta”, para entonces siempre en manos de la oposición, por lo cual colombianos, nicaragüenses, cubanos, chinos y múltiples antillanos, sumados a los “doble cedulados” que no registran las “capta huellas” oficiales, constituyen un valioso “colchón” que siempre inclinará la balanza a favor del dictócrata que nos gobierna. Ahora entregaron la misión identidad a una empresa de la dictadura cubana e instalaron una conexión directa, de Los Roques a Camaguey, de un cable submarino repotenciado, para hacer más fácil la manipulación de nuestra conducta por los expertos del “principado comunista” de Fidel y Raúl Castro. Agreguemos, como aporte adicional, lo que revelará el Censo de Población y Vivienda, a verificarse en Septiembre y cuyos datos serán examinados en La Habana.
Por lo demás, mientras se imposibilita a los venezolanos en el exterior participar en la próxima justa del 2012 –las instrucciones a las Embajadas y Consulados son terminantes— el jefe supuestamente enfermo, arrastrando los efectos de una curiosa quimioterapia asaz versátil, adelanta una aparatosa campaña propagandística, proponiendo su nombre para el ejercicio eterno de la Primera Magistratura nacional. Y todo financiado con tu dinero, mi dinero y el dinero de todos los venezolanos, haciendo caso omiso a las prescripciones de la ley acerca del peculado de uso. ¿Existe cualidad contralora en el CNE y en nuestra Asamblea, por no mencionar al pérfido TSJ? ¿Podemos tener esperanzas de ganar esas próximas elecciones y acceder a un nuevo Gobierno, tras el reconocimiento de los resultados por parte del CNE? ¿Usted lo cree? ¿Sin indignarnos?
Mas bien creemos, estamos convencidos, de que primero tenemos que ganarle la batalla al CNE, moviendo a la sociedad civil a una airada e ininterrumpida protesta, hasta lograr una adecuada conformación democrática de su Rectorado y suspender, hasta su revisión y adecuación lógicas, todo el arsenal de sus dispositivos “legales”, opuestos y contrarios a mandamientos expresos de la Constitución actual y a la ética política en general.
Si no destruimos la imagen y acabamos con la fuerza de un CNE traidor a la voluntad popular, no podremos ir tranquilos a un nuevo proceso, el cual no tardará en ser manchado por una nueva ignominia del régimen. Los millones de indecisos, inmotivados, volverán a abstenerse y el miedo y la desilusión se apoderarán del electorado, si no probamos nuestra audacia y nuestra valentía, nuestra venezolanidad, nuestra esencia democrática, pidiendo la renuncia de los Rectores de este consejo desaconsejable de hoy y restituyendo la transparencia perdida al orden de nuestros procesos electorales, conforme lo manda la Constitución Nacional.
No perdamos mas tiempo; vayamos al grano; la otra revolución democrática no se hace con primarias, ni secundarias, ni mesas de unidad. O somos o no somos mayoría. Empecemos por el principio, una vez más. Armemos un orden democrático a prueba de cualquier análisis y marchemos confiados a una nueva jornada que nos dará la razón. La democracia se hace con democracia y más democracia.