Opinión Nacional

¿El cielo por asalto?

 No hay duda de que todo ser humano vive inducido por el poder que, naturalmente, sus capacidades le permiten. Este poder es para discernir entre los caminos que le depara la vida ante los embates a los cuales se enfrenta. Sin embargo, este poder, muchas veces, sufre de mutaciones en virtud de la situación que su esencia circunscribe razón por lo cual alcanza a mimetizarse según las realidades que lo envuelven. Su posibilidad de convertirse en el recurso de coerción más inmediato de quien pretende imponerse ante realidades que presuponga favorables a sus intereses, hace del poder el instrumento más expedito para allanar escenarios o forzar condiciones de manera particular.

Así se concibe el poder político. Tal es el grado de incidencia que tiene este poder en el ámbito público, que su concepción acusa una suerte de escándalo que tampoco le viene por mero casualismo. Tanto que los griegos dicen que “el poder es la prueba del hombre”. O sea que si quiere conocerse a alguien, sólo hay que revestirlo de poder y advertir sus efectos en la actitud demostrada. Sin duda, ésta se verá alterada.

Ahora ¿por qué no colegir que los problemas políticos que padece el país, resultan del hecho de detectar que lo que mantiene viciada la atmósfera que respira la política nacional, es el afán de poder que hay en los sectores que siguen usurpando posiciones de gobierno? Más, cuando los actuales gobernantes han demostrado la mayor incompetencia para conducir un proceso que, por naturaleza social y cultural, se tornó políticamente complejo dado el desencuentro promovido por la ingobernabilidad existente que ha venido marcando las dificultades de conciliación entre los factores activos más inmediatos de la política venezolana.

Con la incertidumbre que viene afectando el discurrir político del país, este problema ha logrado una connotación de suma gravedad. Es posible que, ante el cuadro de imprecisiones que ahora se vive, el oficialismo intentará cualquier excusa para continuar aferrado al poder convencido de que sus razones son irrebatibles. Precisamente por el abusivo manejo del poder que se arroga. El argumento de haber ganado las elecciones presidenciales, lo están utilizando como cartabón para configurar el cuadro de poder que mejor presuponga. Indistintamente, de lo que determina la Carta Magna ante contingencias que comprometan o compliquen la presencia del presidente reelecto para el momento de la toma de posesión establecido constitucionalmente.

Con el manido cuento de salvaguardar los intereses de un pueblo, al cual erradamente politizaron y en consecuencia fracturaron, pareciera que la salida será la de refugiarse en la ideología revolucionaria que malamente se inventaron para justificar el desorden emprendido. Aunque por la desinformación que cunde al país ante la crisis de salud que afecta al presidente reelecto, podrían descartarse otras vías de escape al problema que acorrala al régimen y por, consiguiente, al país en todas sus manifestaciones.

La postura adoptada por el oficialismo no sólo luce perversa. También inconstitucional. Peor aún, muestra su garra dictatorial toda vez que comenzaron a amenazar al mundo político con acciones que revelan un contenido apartado de toda consideración de honor, ponderación, respeto, ética y moralidad. Es como una embestida a la legitimidad sobre la cual descansa la funcionalidad democrática. Con la imprudencia que le concede el desmedido poder, pretenden endiosar al presidente reelecto para así permitirse las atribuciones de un descarnado poder por lo cual pensar que podrán tomar el cielo por asalto.

JUGANDO CON LA DIGNIDAD DEL PAÍS

Ante el tamaño del problema que ocupa hoy al país, las respuestas son múltiples tanto como complicadas por cuanto frente a la crisis de salud que afecta la persona del presidente Chávez se manejan distintas versiones. Unas más cargadas de insidia que otras. Aunque casi todas cocidas con una misma aguja: la del desconocimiento sobre el problema en concreto.

Sin embargo, el centro del problema radica en el aprovechamiento político que de tan lamentable situación vienen haciendo encumbrados militantes del partido de gobierno. No es como pretende acusar el ministro Ernesto Villegas y del vicepresidente Nicolás Maduro, cuando denuncian una “guerra psicológica” azuzada por el “entramado mediático transnacional” y “una campaña malsana por parte de una minoría muy venenosa” con el fin de “desestabilizar” el país y “desconocer la voluntad popular expresada en las elecciones presidenciales” del 7 de octubre.

El problema tiene otra connotación que revela una cruda maledicencia de su propia gente. Y no es difícil dar cuenta de la manipulación que hacen cuando aducen consideraciones de todo tenor sobre la salud de Chávez. Detrás de este maremagno de alusiones, se esconde la existencia solapada de intereses que anteponen la condición de enfermedad del presidente a manera de bandera política con la repugnante intención de sacar el máximo provecho a fin de conservar el poder político.

Hace un año, aproximadamente, su familia había manifestado su deseo de retirarse a luchar por su vida. Pero pudo más la voracidad del poder de quienes tienen mucho que perder con la falta de Chávez. A decir por lo que puede leerse de la situación en cuestión, estos personajes del régimen están apostando por su bienestar sin importarle que están jugando con la dignidad del país.

MOTOS HASTA EN LA SOPA

Como cada comienzo de año, Mérida se convierte en la capital de los motoristas. Términos éste empleado para referir a quienes conducen motos de alta cilindrada. La ciudad que, además de contar con una cuantiosa población de motorizados cifra ésta engrosada por los llamados moto-taxis, se vio repleta de motos de todo tipo, color y nivel de ruido generado por su funcionamiento.

El Encuentro Biker 2013, resultó de la organización dirigida por José Luís Almeida, Leonardo Dávila y Edgardo Florez, moteros por afición y emprendedores de oficio. La jornada dio mucho que agradecer en cuanto a la movilización del turismo toda vez que impactó favorablemente la economía de la ciudad. Sin embargo, a decir de algunos merideños, las calles y avenidas de Mérida, asomaron su incapacidad de permitir la concurrencia del tráfico automotor en horas críticas. Tal es el grado del problema, que ni siquiera los motoristas contaron con la holgura que requieren sus vehículos que no por tener dos ruedas, dejan de exigir el espacio necesario para garantizarse un desplazamiento relativamente seguro.

Por esta misma razón, cabe aludir que la ciudad vivió la angustia propia de la rivalidad que surgió entre los espacios demarcados para uso del transporte público y la necesidad de estacionamiento de las susodichas motos lo cual superó la capacidad establecida. Aunque no hubo de otra pues por esos días, entre el 3 y el 5 de Enero, la ciudad tuvo que aceptar y reconocer que hubo motos hasta en la sopa.

LLAMADO DE ATENCIÓN

Reconocidos internacionalistas, concordaron en denunciar ante el mundo entero lo que acontece en Venezuela a consecuencia de la dura enfermedad del presidente de la República. A este respecto elaboraron un comunicado que hicieron llegar a numerosos países a fin de provocar la atención al problema creado por la ausencia del presidente. Más, cuando se aproxima el día de su proclamación presidencial por tercera vez sin que se tengan garantías de su recuperación.

Dicho comunicado manifiesta que el país vive “una situación político-institucional totalmente anómala”. Luego de operado por cuarta vez, el pasado 11-D, el presidente sigue ausente del país y “los venezolanos seguimos privados de información oportuna y precisa de carácter médico sobre la naturaleza de su operación, evolución clínica, complicaciones surgidas y pronósticos”.

De conformidad con el artículo 231 de la Constitución, el presidente electo en los comicios del pasado 07 de octubre de 2012 debe tomar posesión de su cargo, sin que se tenga “información médica, profesional, autorizada, confiable e independiente, mediante un informe formal del estado de salud del Presidente”.

Ello es ocultamiento de la verdad causándose un grave desconcierto. “En las actuales circunstancias de incertidumbre es imperativo actuar apegados a lo establecido en la Constitución, y así preservar la gobernabilidad del país. Estamos seguros que la comunidad internacional, no avalaría una violación a nuestra Constitución y la rechazaría activando los mecanismos en defensa de la democracia” a modo de llamado de atención.

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