El chillido de las mariquitas verdes
Recientemente fue detenido Pablo Aure Sánchez, un venezolano preocupado por su país que tuvo suficiente valor para denunciar en una carta publicada en El Universal del pasado 6 de Diciembre (%=Link(«http://archivo.eluniversal.com/2001/01/06/OPI10.shtml»,»El Universal «)%) , los extensos privilegios de que goza el nuevo estamento militar venezolano, que bien podríamos, no sin ironía, adjetivar como «patrióticos» (así, con sendas «comillas»). Si bien no le conozco en persona, me une a él un mismo sentimiento, de asco por supuesto, por lo que pasa en mi país. Su valentía y preocupación por esta Venezuela en desgracia, sometida nuevamente al absurdo sino de una casta militar idiotizada por los cantos de sirena de otro alucinado, una más en nuestra historia, que seguramente pasará como los otros, es para mí motivo suficiente para escribir esta nota de rechazo y de protesta en su apoyo.
Este suceso debe ser visto con sumo cuidado y preocupación por quienes queremos una mejor venezuela, con una verdadera democracia y con un verdadero régimen de libertades. Debe hacer entender a quienes aún se niegan, que nada ha cambiado para bien de nadie, que la revolución no es otra cosa que un ejercicio de retórica vacía, y que el halo de aparente libertad que rodea al régimen venezolano no es más que un producto circunstancial del apoyo que una masa ignorante aún mantiene en su supuesto líder, y que desaparecerá inevitablemente una vez que esa masa, ignorante sí pero no estúpida, descubra la vacuidad de sus promesas. Entonces, cuando ya los discursos no sirvan, cuando la paranoia ineludible a todo dictador empiece a aflorar, entonces, se verá el verdadero rostro del régimen, ese que apenas se asoma en el caso de nuestro compatriota, Pablo Aure.