El chavismo: Del odio, al asalto de las Sinagogas
No hay dudas que aunque la profanación de la Sinagoga Tiferet Israel de Caracas fuera ejecutada por tropas de asalto incontroladas adscritas a la ideología chavista, siguieron la pauta del odio, la intolerancia, la división y la exclusión que desde hace 10 años se promueve desde Miraflores.
O sea, de todo lo que conduce a las “limpiezas”, ya sean ideológicas, étnicas, clasistas, políticas, racistas o religiosas, a las campañas que establecen y decretan que no se puede convivir con “el otro”, con el que es etiquetado como enemigo y pasa a ser objetivo militar, tanto de los Himmler como de las Lina Ron, de las SS como del “Colectivo La Piedrita”.
De ahí que el camino al totalitarismo real sea allanado por el totalitarismo verbal, que va condicionando los actos por los que, no solo el paramilitarismo estatal organizado, sino igualmente el espontáneo, el voluntario, ejecuta las políticas que son trazadas desde Arriba, desde el Poder, desde el Caudillo, el Comandante en Jefe, o el Fuhrer.
Quisiera a este respecto recomendar el magnifico estudio de Daniel Jonah Goldhagen, “Los verdugos voluntarios de Hitler. Los alemanes corrientes y el Holocausto” (Santillana Editores Generales. 2005), donde se revela, cómo antes de la kristalnatch, los campos de concentración y las cámaras de gas, estuvieron “Mein Kampf” y los discursos incendiarios del Fuhrer, las cadenas radiales y la hostigamiento y cierre de los medios independientes, las arengas nacionalistas y socialistas, la adulteración de la historia y la corrupción de la cultura.
O sea, las cadenas radiales y televisivas de hasta 8 horas diarias, la tragedia de los comisarios, la Ley Mordaza, la prisión durante 5 años del general, Usón, las leyes de desacato, las cárceles de Ramo Verde y la DISIP, el cierre de la señal libre de RCTV, el acoso a Globovisión, y la orden de ”gas del bueno contra los estudiantes”.
Pero sobre todo, un estado de impunidad selectivo mediante el cual los nuestros, los leales, los de acá, pueden transgredir sin miedo a la ley ni a los tribunales, ya que siempre encontrarán fiscales, jueces y cuerpos de seguridad complacientes, o para exculparlos, o darles las penas más benignas, o protegerlos si se cumple con la formalidad de retenerlos unos meses tras las rejas.
Y aplausos, muchos aplausos de parte del caudillo y de la élite, como se demostró en las felicitaciones de Chávez a Lina Ron y al “Colectivo La Piedrita” por la forma criminal como impiden que el alcalde Antonio Ledezma ejerza las funciones que le fueron confiadas por el voto popular, de la misma manera que las SS le entraban a palos a las instituciones y violaban cualquier decisión democrática de los alemanes.
Claro que en el caso del asalto a la Sinagoga Tiferet de Caracas, la vesania de Chávez -que también es hipócrita- salió a condenarla y a pedir castigo a los culpables, cuando sabemos que era la cosecha de su siembra de odio de 10 años, y que a lo sumo habrá culpables de utilería, exculpados, protegidos y celebrados por quienes deberían condenarlos y castigarlos.
Y colmo de colmos, salió a acusar a la oposición democrática, de la misma manera que Hitler culpó a los comunistas del incendio del Reichstag, y quien sabe si anticipándose a un sainete donde aparezcan unos asaltantes que se autoacusen, pero no sin antes admitir que seguían órdenes del Papa Benedicto XVI, BarackObama, Simón Peres, el Rabino Pinchas Brenner, Manuel Rosales, Paulina Gamus, Leopoldo López, Antonio Ledezma, Julio Borges y Henry Ramos.
Que a este mundo trucado, donde la ideología actúa como un laberinto de espejos para que la realidad termine siempre versionada por los totalitarios, hemos llegado; a esta monstruosa deformación de la verdad y los juicios donde el estado existe para crear y recrear los hechos para que convengan a los intereses supremos del dictador.
Ya lo vivieron los alemanes y los judíos de los tiempos de Hitler; y ya lo están viviendo los venezolanos y los judíos de los tiempos de Chávez.