El chavismo como problema
Con una palabra, carraplana, periclitado, Luis Herrera o Rómulo dramatizaban un mensaje. Chávez domina el lenguaje popular; a menudo la oposición prefiere las sutilezas jurídicas.
¿Cuál es el gran tema de la oposición? La patria. La patria periclitada y en la carraplana.
Quizá faltaron voceros que explicasen la catástrofe económica. Miraflores resucita el dólar permuta y esconde a Jorge Giordani, ¿está enfermo como dicen? El Gobierno reconoce el desabastecimiento que invade el país.
Faltan los dólares, pero una buena parte de los ingresos petroleros se siguen administrando directamente en Miraflores.
Vamos hacia una disgregación social propia del siglo XIX. No sólo sufrimos un mal Gobierno, corrupto, sino que el chavismo se volvió un problema mortal para el futuro de Venezuela. Realmente el país se encuentra en peligro.
Miraflores se encargó de autopistas y carreteras: restos de pollo podridos interrumpen seis horas la vía entre Guarenas y Caracas, la comunicación a los Teques se derrumba, se cierra la autopista que comunica con Valencia.
¿Nos toca hablar la división de poderes? Sin embargo, detrás del desastre nacional hay una explicación: pagamos el precio de un autoritarismo militar y mesiánico.
Importamos aluminio y cabillas, siguen los apagones a pesar de que llueva torrencialmente, Chávez culpaba de las fallas eléctricas a la sequía.
¿Nos concentraremos en el derecho a la propiedad? Por el canal 8 se muestran las plantas de café y la procesadora de leche Los Andes. El bendito canal 8 cree que mostrando anaqueles llenos de comida demostrará que estamos abastecidos, a pesar de que tractores en el campo se paralizan por falta de repuestos. Se ignora olímpicamente la falta de aceite, azúcar o margarina.
Estas campañas publicitarias expresan las preocupaciones de Miraflores y señalan los temas que le golpean. El Gobierno no gasta un centavo en mostrar que cumplen la Constitución al pie de la letra.
El chavista más convencido coincidiría con la oposición en su apreciación sobre el desastre del Metro; le faltaría ver la relación entre el desastre nacional y la forma de gobierno, este marxismo de café con leche que impera en el país.
Todo régimen político levanta su prestigio en algún cementerio. El autócrata se imagina fiel a un llamado de la historia. Le molesta que le recuerden que este año los niños no desayunaron en muchas escuelas de Venezuela.
Este culto a muertos ilustres, Bolívar, Manuelita, Miranda, junto con la promesa de la igualdad y la redención de los pobres, sustenta el discurso de Chávez.
Si Bolívar es el padre de Venezuela y Chávez su enviado, los antichavistas son malos hijos y traidores que mancillan el legado del Libertador. Los que denuncian la profanación de la memoria de los próceres, de cierta manera refuerzan la agenda oficial, también se confiesan bolivarianos.
La Mesa de la Unidad Democrática ha avanzado mucho, sin duda, y además de la comisión para examinar el caso de los alimentos podridos convendría designar otra para poner en blanco y negro el estado real del país, la degradación de las ciudades, la ruina fabril, el descalabro de las comunicaciones.
El título de este artículo reproduce el del libro de Teodoro Petkoff que circulará a fines de la próxima semana.