El camino
El Presidente está claro. La democracia directa es el camino de la
revolución. Sin vacilación, el Presidente sigue abriéndole espacios al
Proceso. La democracia directa es la tesis ideológica que sustenta los
nuevos principios de revolución bolivariana. Todo el poder para el pueblo
sintetiza la esencia de la búsqueda de la democracia directa. La
transferencia de la toma de decisiones a las comunidades organizadas y el
gobierno como instrumento del pueblo, son los postulados de la lucha actual.
Con base en los paradigmas ideológicos de la democracia directa, la
coyuntura que surge en el 2004, tiene que resolverse en el primer semestre
del año. Después de superar la desestabilización que causa la convocatoria
al revocatorio y cumplir la exigente renovación de la cohorte generacional
protagónica de la transición, la próxima fase del Proceso será consolidar el
pensamiento revolucionario.
Para la desestabilización hay que responder con los planes de contingencia;
ya que, la confrontación, es interna y externa. A nivel exterior el imperio
no deja de actuar indirectamente por la vía diplomática y de manera
subterránea (inteligencia de la CIA). La revolución bolivariana resulta para
EE.UU., un elemento adverso a sus intereses vitales en el continente. Por
eso ataca. Se inmiscuye. Produce lo que entendemos por “escalada de
acciones” (de la baja intensidad a la intensidad acelerada), para aniquilar
al Proceso Revolucionario. He ahí el primer nivel de la confrontación y ante
la cual debemos proceder con talento, con planes muy bien elaborados y
dispuestos a dar la batalla de manera contundente.
El otro nivel de la desestabilización se ubica en la acción concebida por
las cúpulas opositoras. Clanes que estimulan la anarquía y el caos, mediante
la aplicación de argumentos irracionales producto del odio ciego que sienten
por el Presidente. Los mismos representantes de la democracia puntofijista,
curtidos del mando reformista y gestores de las cúpulas usufructuarias del
poder del pueblo, quieren ahora convertirse en paladines de la oposición
para derrocar a Chávez. “Con qué trasero se sienta la cucaracha”. Cuáles
valores que le dignifiquen constituyen su aval para que el colectivo, de su
misma oposición, los otorgue el calificativo de líderes. Qué idea suprema
que ilustre su sabiduría someten a consideración del pueblo para realizar
una obra de trascendencia mayor a la de Chávez. Nada, no tienen nada. Sólo
les acompaña la herencia del pragmatismo corruptor y el peso de conciencia
que les hunde en la penumbra del vacío intelectual. A este nivel de la
desestabilización interna, la militancia revolucionaria debe anteponer su
claridad ideológica para batir a esa Coordinadora inepta y desubicada en la
cotemporaneidad ideológica del siglo XXI.
De la desestabilización pasamos a la elección de una nueva cohorte
generacional conductora, por cuatro años, del colectivo regional y local. Si
la coyuntura de la desestabilización la ubicamos entre enero y mayo, la
electoral arranca también en enero y se prolonga hasta agosto. Superada al
adversidad que engendra el revocatorio, la electoral hay que abordarla de
igual manera con talento, temperancia y humildad. Y es aquí donde cobra una
significancia vital la tesis ideológica de la democracia directa. Al
entender, internalizar y asumir con conciencia los preceptos fundamentales
de la ideología, al proceso electoral de agosto se acudirá bajo otra
concepción. Las elecciones son para consolidar el acto revolucionario de la
toma del poder. Esto evidencia que no se puede acudir al 01 de agosto con la
concepción contrarrevolucionaria de ganar para usufructuar el poder. No, hay
que ir con la convicción de asumir el mando para transformarlo en
instrumento del pueblo. Quien gane debe ya estar en sintonía plena con la
ideología del Proceso, y así sólo así, ser consecuente con la prédica del
Presidente Chávez, quien proclama la democracia directa; es decir, la
instauración del poder popular.
Coyuntura desestabilizadora y elecciones constitucionales son variables que
serán controladas por la conciencia revolucionaria con base en la democracia
directa. Quien así lo entienda pasa de ipso facto a formar parte de la
cohorte generacional de relevo. Caso contrario se estanca en la reforma. La
democracia directa es el camino, es el futuro, es la revolución.