Opinión Nacional

El Benemérito II

Entre las distintas acepciones del término está la de alguien que se ha comportado como un héroe. Esa y todas las demás sirvieron para conceder ese título a Juan Vicente Gómez quien gobernó apenas 27 años porque al asumir el mando “provisional” o como suplente en 1908, tenía ya 49 años. De manera que cuando murió en sus 76, se le consideraba longevo porque la medicina estaba bastante atrasada y el promedio de vida no pasaba de los 50 años. El actual, no menos merecedor de ese y otros títulos honoríficos, amén de condecoraciones y toda clase de homenajes y reconocimientos, apenas está entrando en la cincuentena y ya lleva casi nueve años en el poder sin que el stress que causan las maquinaciones del imperio, los viajes y las peroratas, hayan afectado su salud. Eso significa que puede reelegirse por muchos septenios más según lo determinen sus hábitos de vida y sus genes. Los cálculos más conservadores podrían aventurar la presencia del magnánimo y benefactor, en la presidencia de la nación -que quién sabe cómo se llamará entonces- hasta 2044 cuando estará cumpliendo noventa añitos. Y que conste que no le estamos deseando una muerte prematura. Es casi imposible vaticinar cuáles serán los ganchos para captar adeptos cuando transcurran todas esas décadas, pero nada permite dudar que la imaginación y la creatividad siempre in crescendo del primer Cabecilla de la patria (lo de cabecilla es un invento del escritor mexicano Héctor Aguilar Camín) encontrarán siempre maneras de captar el entusiasmo no solo de propios sino también de extraños. Para ese momento no solo George W. Bush sino quizá hasta el Imperio mismo sean solo un mal recuerdo para la revolución, ya definitivamente asumida como chavista. Otros serán los enemigos comprometidos en complots, conspiraciones y proyectos de magnicidio, pero el pueblo unido jamás será vencido y uno a uno irán cayendo por su propio peso o bien vencidos por la milicia vernácula. Pero aterricemos en este agosto de 2007, a pocos meses de que nos toque elegir una vez más entre morir decapitados o fusilados, es decir: votar o abstenerse en el referéndum aprobatorio de la reforma constitucional que propone y dispone el primer Cabecilla de la patria. Todo iba sobre ruedas después de recuperados los puntos perdidos con el cierre de RCTV, cuando ocurrió el desaguisado de la valija cargada con la bagatela de 800 mil dólares americanos. Si no fuera por la maldición que son los medios, especialmente cuando los periodistas son argentinos, el asunto habría pasado como una anécdota en este país que puede escribir tomos y tomos de anécdotas del mismo tenor, ocurridas muchas en las cuatro décadas de gobiernos adeco-copeyanos pero ninguna capaz de superar -en cantidad y desparpajo- las incontables de este gobierno. No importa, dice el Cabecilla y le susurran sus cortesanos (asesores jamás, los providenciales y superdotados no requieren asesorías) eso se olvidará pero hay que buscar la manera de rescatar, sobre todo a nivel internacional, la imagen bastante deteriorada del otrora redentor de los pobres y hoy feto de dictador. Surge así la idea de actuar como mediador con las FARC y quizá hasta el ELN, para lograr la libertad de los secuestrados colombianos en poder de esos grupos narcoguerrilleros, incluida la más destacada: la dirigente política franco colombiana, Ingrid Betancourt, que lleva casi ocho años privada de su libertad. El tema salta en un “Aló Presidente” como algo casual, una idea que se le ocurrió en una de sus noches de insomnio (que al parecer son todas) Es tan inocente la declaración que uno imagina que las FARC y el ELN son grupos lejanos, etéreos, casi virtuales, muy pero muy ajenos al contacto o a cualquier cercanía con el Cabecilla y sus súbditos. Se monta entonces un espectáculo en el que Chávez es la estrella y los sufridos familiares de los secuestrados, los figurantes. Todo el país, en cadenas, está obligado a verlo. Lo transmiten los pocos medios privados que sobreviven y los sopotocientos que repiten la cantaleta oficialista. ¿Ignoran los padres, madres, cónyuges, hijos o hermanos de los secuestrados que aquello es un show mediático de propaganda electoral? Claro que no, pero cualquiera hace lo que sea por la libertad y por la vida de un ser querido. También nosotros, que no podemos ver ni en fotos al neo emperador, esperamos que toda esa puesta en escena sea el preámbulo de la liberación de las víctimas de ese crimen de crueldad indescriptible que es el secuestro. En cuanto a los secuestrados venezolanos, ellos y sus familias pueden despedirse de una mediación similar. Hacerla sería reconocer que la narcoguerrilla colombiana actúa en Venezuela mejor y con mayores ventajas y comodidades que en su propio país, que tiene campamentos en diferentes regiones de la geografía venezolana incluyendo la tierra natal del Cabecilla. Y que tienen negociadores que se comportan como verdaderos ejecutivos, con oficinas que operan abiertamente en ciudades venezolanas. Sería además admitir públicamente que, mientras en Colombia existe voluntad por parte del alto gobierno, de los poderes públicos y de las fuerzas armadas por combatir a la narcoguerrilla y acabar con sus prácticas criminales, aquí en Venezuela esa lacra es huésped de honor y no se la toca ni con el pétalo de una tímida flor.

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