El arte de repetir errores
Un lejano e impreciso rey reúne a sus tres hijos varones para advertiles que entregará su corona a quien consiga el más brioso corcel. Como el menor de los tres príncipes es inepto y bobalicón, los hermanos mayores, sintiéndose seguros y confiados, llevan a la corte los primeros animales encontrados en el camino. Para sorpresa de todos, el benjamín aparece con un animal excepcional, fornido y ágil, un caballo blanco y hermoso. En vista del desconcierto general y de la polémica sembrada por la protesta y crítica de los hermanos mayores, el rey decide repetir la prueba y la contienda se renueva una y otra vez en idéntica forma. Los hermanos mayores son cada vez sorprendidos por el menor quien a través de sus contactos con un demonio de las oscuridad infernales obtenía los más extraordinarios animales.
Los cuentos de hadas descubren un curioso y característico patrón de los seres humanos: las acciones y los errores se repiten una y otra vez, de manera casi igual, como si no hubiera aprendizaje. Tropezamos siempre con la misma piedra. Y al parecer, fieles a los lineamientos de Charles Perrault y de los Hermanos Grimm, la sociedad venezolana está poniendo todo su esfuerzo en tratar de demostrar la veracidad del argumento de los cuentos de hadas.
La repetición de errores es un patrón característico de la misma condición humana y aparece en todos los individuos. Por algo Freud hablaba de «compulsión a la repetición». Sin embargo, al pasar de lo individual a lo colectivo, el patrón se convierte en un verdadero y asombroso arte que ninguna racionalidad puede con certeza explicar.
Numerosos pensadores nos enseñaron a desconfiar de las masas y multitudes: Le Bon, Tarde, Freud, Reich. Nos hablaban de la «miseria psicológica de las masas», de la ceguera del sectarismo, o de esa fuerza irracional capaz de destruir los logros de la cultura. La vocación democrática del siglo XX logró, no obstante, que los estudios de las conductas colectivas insistieran más en los aspectos positivos de los movimientos de masas que en los realmente destructivos. El caso Venezuela nos debe hacer retomar la lectura de los viejos autores.
Ahora en vísperas de elecciones democráticas y populares, el pueblo venezolano hastiado de la penuria impuesta por un régimen de masas partidistas donde imperó el capitalismo de Estado, el centralismo, las políticas proteccionistas, la economía cerrada y el populismo, deciden rebelarse contra las personificaciones de dicho régimen, quienes, mal que bien, habían ido educándose y evolucionando poco a poco, a fuerza de golpes, errores y fracasos, hacia una sociedad liberal, abierta y competitiva. ¿Cuál es la sorpresa?: que para liberarse del mal que ha descompuesto nuestra sociedad, un número importante de venezolanos, decide dar apoyo masivo a una opción electoral que implica, precisamente, la vuelta al corazón de la enfermedad: populismo, centralismo, economía cerrada y proteccionista, etc. Sin duda hemos logrado la maestría en el arte de repetir errores.