Opinión Nacional

El Apocalipsis

¿Es imaginable extirpar este tumor, ya en estado de metástasis, recurriendo a métodos de homeopatía política? ¿Es posible vencer la gangrena nacional mediante expedientes electorales? ¿Podemos salir de esta situación de crisis terminal sin pasar por cirugía mayor y terapia intensiva?

El gobierno se enrumba aceleradamente a su crisis terminal. Con una diferencia abisal respecto de crisis políticas anteriores: arrastra consigo a la Nación. Y posiblemente a la República misma. Dejando en herencia un país devastado, dividido, pervertido y esquilmado hasta en sus últimas reservas. Es un auténtico Apocalipsis.

De todos los males, amen de los espantosos daños materiales: – expoliación y saqueo de la industria petrolera, crisis de los servicios básicos como seguridad, agua, electricidad, salud y educación,  destrucción de la base económica, industrial y agroindustrial del país, dependencia de fuentes externas de abastecimiento en todos los rubros de la sobrevivencia nacional, sin duda el peor, más grave y aparentemente más incurable de los males es el daño espiritual, ético y moral causado al país por una banda de asaltantes inescrupulosos de la cosa pública, aliados al resentimiento social y político de factores carentes de todo sentimiento patriótico y nacional.

Y lo que es más grave y doloroso: sostenida esta banda de corruptores públicos uniformados – porque es del seno de las fuerzas armadas que emerge el cáncer que corroe al país y a dichas fuerzas les corresponde la mayor responsabilidad por el crimen de lesa nación que bajo el mando de uno de los suyos se lleva cometiendo desde hace 11 años contra la república fundada por Bolívar – por una parte del país carente de la menor conciencia histórica, responsabilidad moral, civilidad y patriotismo. Pues asquea que después de que este gobierno haya dado todas las muestras, pruebas y testimonios de su prostibularia condición, de su naturaleza hamponil y criminal todavía haya millones de venezolanos que lo respaldan. Y a quienes el derecho a la libertad y a la vida, violado por el régimen que respaldan le parezca una nimiedad indigna ni siquiera de ser considerada.

Es hora de dejar los subterfugios y enfrentar la verdad: esos hampones que ayer, amparados en la guardia nacional y la policía metropolitana agredieron y asaltaron a ilustres y honorables ciudadanos, vejando hasta el extremo a un diputado de la república y a las más altas autoridades estadales y edilicias, no serán condenados ni siquiera verbalmente por quienes usurpan el poder del Estado. Cilia Flores, a quien le corresponde la supuesta majestad del recinto ultrajado por orden suya, sonreirá complacida. Por supuesto, quienes hirieron gravemente y arratraron por los suelos como a un perro a un diputado opositor no serán detenidos por la policía del régimen, no serán encarcelados por las autoridades dejusticia ni tocados con un pétalo por los secuaces  togados de doña Luisa Estela Morales.

Mientras tanto, un venezolano decente como Richard Blanco lleva tres meses encarcelado y privado de los más elementales derechos legales por haber protegido a un facineroso del régimen de lo que debió haber sido la justa indignación de un pueblo ofendido por los espías y esquiroles del oficialismo.

En todos los órdenes de la vida nacional, Venezuela sufre un auténtico Apocalipsis. Ante la complicidad de las democracias occidentales y la impotencia de la decencia nacional. ¿Es imaginable extirpar este tumor, ya en estado de metástasis, recurriendo a métodos de homeopatía política? ¿Es posible vencer la gangrena nacional mediante expedientes electorales? ¿Podemos salir de esta situación de crisis terminal sin pasar por cirugía mayor y terapia intensiva?

Es lo que se pregunta la mitad del país, angustiado por este carnaval de criminalidad que sufrimos.

 

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