El año cero
¡Qué bueno y útil el implacable seminario de ética política que de parte de Álvaro Uribe están recibiendo Kirchner y adláteres en Villavicencio! ¡Qué importante y trascendente para el destino de América Latina que se desenmascare a los farsantes, fabuladores, demagogos y mentirosos que montaron esta insólita farsa «humanitaria»! Quiero ver a mi amigo Marco Aurelio García tapando el sol de la verdad con su meñique trotskista, para seguir sirviendo de mampara al contubernio de su jefe Lula da Silva con el castrismo, con el chavismo radical y con las fuerzas de las narcoguerrillas colombianas. En nombre de una revolución traicionada. Lo mismo que se puede pedir de todos los otros testigos de excepción de esta siniestro circo mediático, particularmente de Néstor Kirchner y su esposa.
Esta es la verdad: una inmensa, una incontrastable, una monumental mentira. Una mentira de orden político y moral montada hace 49 años en La Habana, preñada de víctimas y sacrificios, asesinatos y contubernios, intromisiones y descalabros políticos. Que le costaran a la desgraciada isla del Doctor Castro miles de muertos y más de un millón de desterrados, y otros tantos a Chile, a la Argentina, al Uruguay. Que le significara decenas de miles de muertos a Colombia y una guerra civil larvada que dura ya más de sesenta años. Y hundiera en la desgracia a varias generaciones de latinoamericanos en un medio siglo perdido, tirado a la basura, quemado inútilmente en la estúpida hoguera del castrismo.
Pablo Milanés se acaba de preguntar si ese medio siglo de sacrificios, de dolores, de pérdidas y llantos oceánicos ha tenido algún sentido. Hace décadas que tengo absolutamente en claro que no tuvo ninguno. Que se trató de una horrenda estafa ideológica, de una sangrienta farsa alimentada por los afanes demoníacos de un megalómano contumaz llamado Fidel Castro. Mezcla de fascista egocéntrico y narcisista delirante, de autócrata despótico e inescrupuloso, de tribuno enfebrecido e inmoral. Hoy caricaturizado por un tropero venezolano provisto de gigantescos recursos monetarios. Y más nada.
Esa gigantesca estafa comenzó hace medio siglo empujada por vientos de aparente grandeza. Contó con el respaldo de los mejores y más creativos espíritus de nuestro continente: novelistas, poetas, científicos, cantantes, músicos, actores, cineastas, periodistas y académicos. A poco andar mostró su naturaleza prostibularia y asesina. Y todavía hay quienes se niegan a ver su espantosa verdad. Es la izquierda mundial y su irresponsable progresía.
Hoy, su expresión más degradada se resiste a aceptar otros nombres que los de Fidel Castro, Hugo Chávez, Daniel Ortega, Evo Morales, Marulanda y Rafael Correa. Otros, como los Kirchner y Lula da Silva o Tabaré Vásquez ˆparapetados tras la mampara de la izquierda democrática – debieran comenzar a mostrar sus distancias, so peligro de caer bajo la misma triste, patética y lamentable denominación. Pues o se desmarca radicalmente y en profundidad, o deberá pagar los platos rotos por tanta miseria. La historia ya los está juzgando. De ese juicio no los salvará nadie.
Aquí se vararon los sueños del socialismo. La verdad tiene su hora. En Venezuela esta noche entramos al Año Cero.