El Aldabonazo
Lo que ocurre en el país con el manejo político de la justicia debe servir de aldabonazo en nuestras conciencias para entender el axioma que sin justicia no hay derechos y sin derechos desaparece la libertad.
El grotesco espectáculo montado en los tribunales de Aragua con los comisarios y agentes de la PM por la Fiscalía General y el Poder Judicial reflejaron a plenitud la carencia de ética de algunos de sus funcionarios, cuyas posiciones, alcanzadas debido a circunstancias políticas, nada tienen que ver con sus calificaciones morales o profesionales.
Los abogados de la defensa fueran categóricos cuando manifestaron que apelarán ante las instancias superiores y así dejar constancia de las irregularidades cometidas en el debido proceso, sabiendo que algún día, cuando vuelva a imperar la justicia en Venezuela, estos recursos servirán para acusar mañana, a los verdugos de hoy, y puedan condenarse por sus fechorías.
Estos atropellos van desde mantener preso a una persona bajo la presunción de haber cometido delito, excediendo el tiempo establecido en el Código Orgánico Procesal Penal como en el caso del empresario Eligio Cedeño hasta la demora indefinida e injustificada de decisiones en el caso del chofer Maraco. De ahí que se vea con simpatía las fugas de algunos presos como las del sindicalista Carlos Ortega y del gobernador Eduardo Lappi o el abandono de la protección diplomática del estudiante Nixon Moreno, que obstaculizan los objetivos de persecución gubernamental.
La destitución de jueces en el Zulia, las acusaciones al alcalde Manuel Rosales, la privación de libertad del general Raúl Baduel, el nombramiento de una autoridad, designada a dedo, por encima del alcalde electo Antonio Ledezma, forman también parte de la ofensiva ilegal liderada por el ejecutivo nacional para acorralar a opositores políticos en su afán por comunizar al país. El aldabonazo no debe ni puede quedar sin respuesta firme.