El 4F 1992 y el militarismo actual
La Venezuela actual es indiscutiblemente un país y sociedad desdibujada por varios aspectos, algunos de vieja data, otros más recientes e incluso otros sumamente novedosos y recientísimos. Más allá de todos los imaginarios, rituales y mitos creados a partir del 4 de febrero de 1992, sobresalen varios aspectos a considerar y por sobre todo poner en claro para ser equilibrados y justos con la historia y los propios hechos acontecidos hace 21 años.
Primero es 4 de Febrero de 1992 fue ni más ni menos que una intentona golpista que no prospero en su momento, por supuesto que si bien no hubo ruptura del hilo constitucional y la instauración de un gobierno de facto en el momento, no es menos cierto que la democracia venezolana quedo mermada en su cimientos y tanto así que posteriormente no sólo se produciría el 20 de mayo de 1993 la destitución por parte de la Corte Suprema de Justicia del Presidente Constitucional de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, destitución que nunca compartimos porque fue un juicio político pero que sin embargo respetamos, y que representaría el inicio de un proceso indetenible de inestabilidad que llega hasta nuestros días.
Segundo, el 4F no fue una rebelión popular, no puede jamás interpretarse una intentona golpista que si bien tuvo algunos aislados y focalizados afectos y apoyos, no es menos cierto, que la sociedad venezolana y el pueblo común y corriente, que se encontraba reacio y molesto por las medidas económicas implementadas por CAP II, no apoyo tan salto al vacío y afrenta a la democracia.
Tercero, el 4F será la semilla o el germen de un largo proceso de desinstitucionalización de la democracia (partidos – sindicatos – gremios – liderazgos y demás) y de consecuente alteración del sistema político y de la propia democracia con rótulos y rasgos cada vez menos civilistas y más de corte pretoriano y militarista con dimensiones nunca antes vista en nuestra historia republicana, con consecuentes deformaciones, distorsiones y exabruptos con una tendencia regresiva de superposición de lo militar en detrimento de la lógica y tradicional civil y democrática.
Cuarto, el 4F fue la partida de nacimiento del retorno del militarismo en Venezuela, esa semilla germinaría con la deformación de la musculatura democrática una vez llegado Chávez y su grupo al poder a partir de 1999 (paradójicamente no por vía de un golpe sino por la vía electoral y democrática) que se materializa con el Plan Bolívar 2000, la imposición y elección de militares como gobernadores en las elecciones del 2000 (7); 2004 (9); 2008 (6) y 2012 (11), la penetración del sector castrense en la cancillería y servicio exterior en cargos de embajadores (23) y cónsules (25), militares en condición de ministros (8 actualmente), en institutos autónomos y dependencias de gobierno (20) en entes como CADIVI – CORPOLEC- BANDES – SENIAT – METRO DE CARACAS – FUS – DISIP- INTTT- INAC – PDVAL – FOGADE – IVSS, y en otros altos cargos y puestos (20) con lo cual prácticamente coloca a la administración pública y gobierno en una suerte de estructura y aparato militar. Ningún país vecino registra tal distorsión y aberración paradójicamente en pleno siglo XXI entendiendo como el siglo de las libertades, la ciudadanía, el Estado de derecho, el civismo, la ciencia y la tecnología, y la promoción de la democracia como ideal de vida y como tipo de ordenamiento político.
Quinto, la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas Nacionales (LOFAN) ha sido reformada en cinco oportunidades, alterándoles sus perfiles, funciones e incluso, el profesionalismo al ideologizarlas, y prácticamente no responder y servir al Estado venezolano, sino a un gobierno en específico, a una ideología en particular al autoproclamar el socialismo del siglo XXI y su condición antiimperialista.
Sexto, cualitativa y cuantitativamente registramos un proceso regresivo y distorsionador de la democracia, libertades, instituciones, procedimientos y demás, y si bien es cierto en algunos militares que se alzaron de aquel entonces estuvo planteado un cambio en el país y la mejora substancial de la sociedad venezolana, esto no se corresponde con los catorce años, donde se improvisaron muchas cosas, se implementaron decisiones, figuras y demás, se hicieron cosas nunca antes planteadas, con lo cual se desdibujo totalmente lo que alguna vez se plantío en aquellos conspires y pasillos de la Academia Militar de Venezuela.
Finalmente, 21 años después de aquella asonada militar del 4 de febrero de 1992, el país ha retrocedido exponencialmente en muchos órdenes y áreas, las cifras de corrupción, desempleo, improductividad, inseguridad, muertes violentas, expropiaciones, deterioro del aparato productivo, manejo de PDVSA, empresas básicas (CVG – SIDOR – etc), Corpolec, el deterioro de la infraestructura del país, inflación sostenida, el aumento del riesgo país y desinversión, la ideologización de los poderes públicos, el deterioro del Estado de derecho y para usted de contar de distorsiones y falla que se han profundizado para mal. Que paradójico el protagonista de aquella intentona militar que por cierto fracaso estruendosamente por la vía insurreccional como es Hugo Chávez hoy esta radicalmente ausente, y su ausencia no sólo produce la crisis y el caos en términos de gestión del actual gobierno, sino además, la enfermedad y separación del poder de Chávez limita y condiciona la marcha del proceso y revolución en el futuro inmediato, porque para mala suerte del proceso lo hemos dicho y repetido el liderazgo de Chávez es único, no tiene duplicado ni traducción. El proceso y revolución fue edificado y concebido como un régimen personalista, militarista, populista y narcisista alrededor de Chávez, al no estar el presidente queda claro que la revolución bolivariana está amenazada y limitada en el tiempo.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes