El 26 de septiembre es la cosa
Vemos como algo ineludible que las elecciones parlamentarias se lleven a cabo en la fecha determinada, a menos que ocurra algo incierto que desdibuje el panorama en este país por razones naturales o “sobrenaturales”. Ya todas las ocurrencias del oficialismo han sido mostradas a lo largo de once años. Magnicidios, conspiraciones, etc., ahora es la disidencia quien tiene a su favor todos esos argumentos que nunca se llegaron a producir, porque sencillamente fueron invenciones rocambolescas o mentiras de un régimen asaz inepto y desacreditado. El pueblo en todas sus expresiones ve con horror que Venezuela se siga constituyendo en una segunda Cuba, no quiere nada de comunismo para sus hijos ni para su futuro.
Qué mejor propaganda a su favor puede hallar la oposición en la actualidad, cuando es el propio régimen quien se encarga de denigrarse a sí mismo, no hay nada oculto y ya no son intenciones sino realidades tangibles. Mientras más hable y se encadene el oficialismo más crecerán las posibilidades de la disidencia de ampliar su participación en lo que será la nueva Asamblea Nacional.
Las probabilidades de no realizarse las elecciones por razones de “Estado” se encuentran disipadas, en nada calaron los argumentos de guerra ni en nada modificarán el horizonte con los anuncios de conspiraciones. Seguirán las amenazas y las persecuciones políticas con presos como Alejandro Peña Esclusa sin motivos reales para estar detenido, sin pruebas y sin nada que justifique mayor injusticia. Pero son cuestiones inevitables en este tipo de regímenes, asechanzas que únicamente desparecerán cuando Venezuela vuelva a transitar los caminos de la democracia.
Cada vez que se aproximan unas elecciones, la disidencia venezolana se siente cercana a su objetivo sin saber administrar sus pasos gradualmente, tal como lo han hecho los comunistas de este país, quienes progresivamente tratan de imponernos un sistema igual al de Cuba. Mientras la disidencia una vez que pasan las elecciones pierde su norte y quedan como aturdidos, sin ninguna esperanza de regresar a la Patria bonita y comprensiva. Pues si algo hay que aprender del antagonista es precisamente establecernos los pasos sucesivamente.
Las cercanas elecciones quizás sean las que más se han mostrado con una evidente ventaja para la disidencia, el oficialismo se encuentra sin comunicación con las masas, tiene poco que ofrecer y sus posibilidades de mejorar lo que sostienen están estancadas; así se encuentran las misiones que en el mejor de los casos se conservarán igual. El país está en bancarrota, jamás antes hubo una inflación tan perceptible y no hay algo que puedan inventar para atenuarla en lo que resta de año, similar pasará con el decrecimiento económico de la nación, continuará inevitablemente aumentando. Los planes sociales están destrozados, Barrio Adentro fue una quimera, la red de hospitales existentes se encuentran inoperante y desabastecidos. La inseguridad es un problema cardinal de la Venezuela vigente, no vemos avizorarse correctivos al corto plazo. Con estos abrumadores resultados negativos en la gestión presidencial durante once años no hace falta esgrimir pruebas, todo está a la vista, la ineptitud y corrupción son palmarias, y el causante de todo esto se halla en el trono de Miraflores, rodeado de sus coautores. Así que toda propaganda que haga el oficialismo sencillamente servirá para recargar más a tan funesta gestión.
El 26 de septiembre será la cosa para el pueblo venezolano, sea cual sea su parcialidad política, trabajen donde trabajen, aunque muchas veces se hayan vistos obligados a ponerse una camisa roja y a marchar por la “revolución”, ese día deberá ser ofrendado de corazón a la Patria, a la familia, a la decencia y cuanto halito redentor hayamos una vez abandonado. De recuentro para la familia venezolana que desea de nuevo vivir en paz y en libertad. Paso a paso se irán alcanzando los escaños de la liberación. De esta manera se derrotará al régimen sin derramar una gota de sangre ni apelar a la violencia. La desmoralización será total cuando vean como se les va derribado el imperio de la barbarie, observando cómo actúa responsablemente esa disidencia que muchas veces hemos visto perdida y desencantada. Asimismo, estará cada vez más cerca la victoria final cuando nos podamos sacudir organizadamente todas las miserias de los últimos once años.