Ejército Rebelde
No pocas informaciones a las que no se les ha dado la importancia debida, ilustran como la Academia Militar, la universidad donde se forman los futuros oficiales del Ejército venezolano hasta egresar como licenciados en ciencias y artes militares, fue infiltrada por miembros de organizaciones políticas marxistas a finales de la década de los 60 y principios de los 70. Al controlar ahora todas las instancias del poder nacional, los políticos marxistas intentan transformar a la recién creada Fuerza Armada Nacional en un Ejército Rebelde.
Cuando El Nacional entrevistó a Domingo Alberto Rangel el 10 de diciembre de 2000, éste afirmó que: «Yo creía que [Hugo Rafael] Chávez podía encarnar a la izquierda insurgente, porque supe que había sido militante de células de izquierda en la época de cadete…» (Chávez Frías fue cadete de 1971 a 1975; Arias Cárdenas de 1970 a 1974 e Izarra Caldera de 1963 a 1967).
Otra evidencia de que los insurgentes del 4 de febrero de 1992, forman parte, desde el inicio, de un proyecto político marxista, nos la dio la periodista de El Nacional, Yeneiza Delgado Mijares el 18 de septiembre de 1998, cuando nos informó que: «El abanderado del Polo Patriótico, Hugo Chávez Frías, admitió la existencia de los decretos elaborados por Kleber Ramírez Rojas con el fin de ser ejecutados si triunfaba la rebelión militar del 4 de febrero de 1992».
Kleber Ramírez Rojas -hoy fallecido- militó en la Juventud Comunista y fundó junto al ex-guerrillero Douglas Bravo, las organizaciones radicales marxistas Ruptura y PRV (Partido Revolucionario Venezolano). El libro póstumo de Kleber Ramírez (Historia documental del 4 de Febrero, Caracas 1998), confirma su autoría de los decretos.
El mismo Chávez también lo corroboró, como lo informó El Nacional en octubre de 1998, a sólo dos meses de su elección como presidente de Venezuela el 6 de diciembre de ese mismo año: «El candidato presidencial comentó que el autor del libro Historia Documental del 4 de Febrero, presentó sus recomendaciones a los jefes de la intentona golpista, las cuales también fueron discutidas por otros dirigentes políticos…»
También el líder de la organización radical marxista Tercer Camino, Douglas Bravo, veterano de la insurgencia guerrillera en los años 60, confirmó su participación en los alzamientos militares de 1992, en una entrevista con The Miami Herald en Caracas: «Bravo, quien militó en el Partido Comunista de Venezuela, ha estado entrando y saliendo de la cárcel en las últimas tres décadas. Actualmente, está libre y realiza presentaciones públicas en Caracas […] Bravo admitió que él y Chávez se conocen desde hace mucho tiempo. Dijo que se reunió con Chávez por primera vez en 1981 o 1982. También que cuando la gente del comandante se puso en contacto con él para que tomara parte en el 4-F, ofreció su entusiasta aprobación.» (Al conocer los golpistas que la organización Tercer Camino de Douglas Bravo, había sido infiltrada por la inteligencia militar, éste no participó en el 4F, pero sí lo hizo en la segunda intentona del 27 de noviembre de 1992).
Pero eso ya es historia.
No es sólo Chávez quien siempre ha pertenecido al «proyecto» o «proceso» que tanto mencionan los voceros gubernamentales -sin definirlo públicamente ni agregarle el adjetivo que lo identifica correctamente (marxista)-, sino que también lo es Francisco Arias Cárdenas.
Basta leer los artículos de opinión que escribe uno de sus principales aliados políticos, el teniente coronel retirado de la fuerza aérea, ex-senador del MVR y fundador del partido MDD (Movimiento por la Democracia Directa), William Izarra Caldera, quien es uno de los marxistas venezolanos más ortodoxos y radicales que existen; así como observar que otra de las agrupaciones que apoya a Arias Cárdenas es el partido de extrema izquierda, Bandera Roja.
Dicho esto, veamos que está sucediendo a 9 años del 4 de febrero de 1992:
Al inicio del siglo XXI el gobierno está redactando una nueva Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional, sobre la que el periodista de El Universal, Rodolfo Cardona Marrero, nos informó el pasado martes 30 de enero lo siguiente: (una información similar fue publicada en el vespertino Tal Cual en noviembre de 2000).
«El anteproyecto de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional (Lofan) contempla la dedicación exclusiva para todos aquellos profesionales universitarios y técnicos medios que entren a las filas de alguno de los componentes armados, cosa que no ocurre, en su totalidad, actualmente. La categoría de asimilado es eliminada dentro del proyecto del instrumento legal, por lo que cuando la Fuerza Armada Nacional ‘reclute’ a estos profesionales, los mismos llevarán a cabo un curso de, aproximadamente, año y medio en cualquiera de los institutos de formación militar, donde saldrán como efectivos con capacidad de mando en unidades castrenses, además de la posibilidad de llegar a generales y almirantes.»
Esta aparentemente inocente disposición legislativa, es la semilla de la destrucción de la actual Fuerza Armada Nacional y el inicio de su transformación en un «ejército rebelde», a imagen y semejanza al existente en Cuba.
Todo militar egresado de las escuelas de formación de oficiales que hoy en día incluyen a las escuelas de cadetes llamadas Escuela Básica de las Fuerzas Armadas (EBFAN, Maracay, Edo. Aragua), Academia Militar de Venezuela (AMV, Fuerte Tiuna,Caracas), Escuela de Formación de Oficiales de la Guardia Nacional (EFOGUARNAC, Fuerte Tiuna, Caracas), Escuela Naval de Venezuela (ENV, Meseta de Mamo, Edo Vargas) y Escuela de Aviación Militar (EAM, Maracay, Edo, Aragua), sabe muy bien las diferencias que existen entre los oficiales efectivos, egresados de las escuelas mencionadas, y los oficiales asimilados, quienes son profesionales civiles egresados de las diferentes universidades del país, que luego atender un curso con duración inferior a un año reciben grados militares acordes con su capacitación profesional.
Los que poseen estudios a nivel de licenciatura reciben el grado de sub-teniente o el equivalente en la armada de alférez de navío. Los que han cursado exitosamente posgrados con una duración no menor a dieciocho meses, los grados de teniente o de teniente de fragata. Los técnicos medios ingresan a la categoría de sub-oficiales con los grados de sargento de técnico de tercera o maestre de tercera; y los técnicos superiores universitarios, como sargento técnico de Segunda, o maestre de segunda.
Los actuales sub-oficiales efectivos provienen de diversas escuelas técnicas pertenecientes a las fuerzas armadas, donde luego de cursar tres años de estudio bajo estricto régimen militar, egresan con los grados de sargento técnico de tercera o maestre de tercera.
El proceso mediante el cual un joven bachiller es transformado en un oficial o sub-oficial de las fuerzas armadas, luego de cinco o tres años respectivamente de formación militar, es sumamente exigente sobre el aspirante. No sólo en cuando a las demandas estrictamente académicas, sino en cuanto a su acondicionamiento físico, y muy especialmente, en cuando a su adaptación a la vida militar, que lo lleva a obedecer sin cuestionamientos -y por propia convicción- las órdenes de sus superiores, y a participar en tareas y misiones en las cuales esté dispuesto a perder la vida si fuere necesario.
La dureza psicológica, emocional y física de la formación militar, es evidenciada por las estadísticas. Sólo una pequeña fracción de los aspirantes a oficial o sub-oficial -muchas veces inferior al 50%- logra culminar su proceso de formación y egresar de los institutos militares con los grados de sub-teniente, alférez de navío, sargento técnico de tercera ó maestre de tercera.
Esto sería historia, si los profesionales universitarios civiles -y técnicos superiores- que ingresen a las fuerzas armadas en la categoría de oficiales asimilados, pasen, como lo preve el proyecto de ley en redacción, en un período menor a dos años a la categoría de oficiales o sub-oficiales efectivos. También al dejar de existir la limitación de ocupar cargos de comando de unidades militares, lo que en la actualidad está reservado exclusivamente a los oficiales efectivos.
Las disposiciones legales actuales contemplan la posibilidad de que oficiales y sub-oficiales asimilados pasen de la categoría de efectivos, sólo después de haber permanecido en su categoría inicial un período de servicio no menor a quince años de duración.
A pesar de que la legislación militar siempre ha exigido en Venezuela la obligatoria renuncia a toda actividad y militancia política efectiva a los aspirantes a ingresar a las fuerzas armadas como oficiales o sub-oficiales, vemos que eso no sirvió de nada en el caso de algunos bachilleres que ingresaron a la Academia Militar de Venezuela en los años 1970 y 1971 y que más de veinte años después, lideraron la intentona golpista del 4 de febrero de 1992.
Es importante notar, sin embargo, que esa intentona fue derrotada en menos de 24 horas al igual que la del 27 de noviembre de ese mismo año, por el resto de la oficialidad no contaminada políticamente.
¿Qué sucederá en la nueva Fuerza Armada cuando civiles -no bachilleres- sino licenciados posgraduados luego de sólo año y medio de instrucción militar pasen a comandar las unidades blindadas, las baterías de artillería, las secciones, escuadrillas y pelotones del ejército, marina y guardia nacional, y más adelante sean los comandantes de las fragatas misilísticas y de los escuadrones de F-16?
¿Cuántos de ellos ingresarán a los componentes militares siendo poseedores de una sólida formación político-partidista? ¿Qué sucederá en las relaciones entre sub-tenientes y alfereces de navío de 22 años de edad egresados de los institutos militares luego de cinco años de alejamiento total de actividades político-partidistas, con sus superiores, los tenientes y tenientes de fragata provenientes de posgrados de universidades civiles de 25 a 27 años de edad que provengan de una experiencia política partidista no inferior a seis años contínuos?
No se necesita ser un experimentado sociólogo, ni un experto conocedor de la vida militar, para reconocer que lo que se pretende es convertir a la nueva fuerza armada nacional, en un…
Ejército Rebelde.