Ego
En Latín “ego” es la primera persona singular del pronombre personal. Equivale, por tanto, al español “yo”. El DRAE no registra “ego” como tal, pero sí lo hace con la acepción que Freud da a dicha palabra en sus investigaciones: “En el psicoanálisis de Freud, instancia psíquica que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos del ello, los ideales del superyó y la realidad del mundo exterior”. También registra la acepción con que la palabra “ego” se usa comúnmente: “Exceso de autoestima”: “Ese tipo tiene el ego muy desarrollado”.
Igualmente trae el DRAE varios vocablos compuestos con “ego” como primer componente: “egoísmo”, “egolatría”, “egocentrismo” y “egotismo”, y sus derivados “egoísta”, “ególatra”, “egocéntrico” y “egotista”.
De “egoísmo” dice el DRAE: “Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás”. “Egoísta” es, por supuesto, el que practica el “egoísmo”. En la práctica el “egoísmo” se define poniendo énfasis en la atención a los propios intereses, en detrimento de cualesquiera otros.
La “egolatría” la define el DRAE como “Culto, adoración, amor excesivo de sí mismo”. El “ególatra” equivale al “narcisista” o “narciso”, al que el mismo diccionario da como “Hombre que cuida demasiado de su adorno y compostura, o se precia de galán y hermoso, como enamorado de sí mismo”. La palabra viene de Narciso, el personaje de la mitología griega que vio su rostro reflejado en el agua de un estanque como en un espejo, que entonces no existían, y se quedó prendado de sí mismo.
Sobre “egocentrismo” dice el DRAE: “Exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarla como centro de la atención y actividad generales”. El egocéntrico actúa en todos los actos de su vida en función de sí mismo, actitud típica y definitoria del mesiánico, del que se cree único e indispensable.
El “egotismo” es definido por el DRAE como el “Prurito de hablar de sí mismo”, y como el “Sentimiento exagerado de la propia personalidad”. El “egotista” se aproxima mucho al “ególatra”.
Como puede verse, estas palabras se parecen mucho entre sí, pero si se observa bien se perciben claramente las diferencias entre ellas.