¿Educación superior para todos?
Eliminar las Pruebas de Aptitud Académica (PAA) para ofrecer educación superior para todos, sólo sería una medida populista, si no se tienen, además de la apropiada infraestructura, bibliotecas, centros de informática, laboratorios, talleres, comedores, medio de transporte, entre otros, y el personal docente de alto nivel. Este año el Ministerio de Educación Superior tiene la presión de tratar de atender, no sólo a los nuevos aspirantes, sino a un gran número de los que habían dejado de estudiar y ahora son bachilleres graduados en tres años, con un plan de estudio y metodologías cuestionables de la Misión Ribas, quienes competirían con jóvenes que, por lo menos, han estudiado con planes de cinco años.
En relación con las PAA, es bueno recordar que no han sido diseñadas para excluir a nadie, sino perfeccionadas, durante muchas décadas, para ayudar a identificar el potencial de origen genético que posee cada uno de los estudiante que aspira continuar sus estudios en instituciones de educación superior. Estos datos sirven para orientarlos hacia las diferentes carreras, de acuerdo con sus aptitudes, vocaciones e intereses. La necesidad de seleccionarlos no la crea la PAA sino el hecho de que en las instituciones de educación superior, tanto oficiales como privadas, como lo expresó recientemente el vicerrector de la Universidad de los Andes “donde caben 30 bachilleres no podemos meter 100” (Calderón, 2006).
Desde el punto de vista de los educadores y de los padres, lo ideal sería que todos los niños nacieran con la misma cantidad de potencial intelectual. En ese caso no se preocuparían sobre cuál niño es más inteligente que otro. Pero la realidad no es esa. La herencia juega un papel importante. Algunos niños nacen más atléticos, otros con más facilidad en lidiar con conceptos cuantitativos y algunos son mejores en manejar complejidades verbales. Esto no significa que ya tienen lo máximo de su potencial intelectual, sino que el desarrollo de cada diferente cantidad de los tipos de aptitudes dependerá de otros factores, como es el de hacer un esfuerzo mayor o menor, sin que su cantidad de aptitud inicial haya cambiado (Popham, 2001).
En Venezuela, las PAA han sido el producto de un proceso de búsqueda de un sistema de admisión a la educación superior, cada vez más eficaz y justo y sin privilegios. En 1975, el Consejo Nacional de Universidades (CNU), decidió incorporar, como complemento de la información que se obtenía de los promedios de calificaciones de los cuatro años previos de bachillerato, los resultados de una prueba de aptitud académica que se ha hecho cada vez más válida y confiable (Sarco Lira, 1997). En 1984, se consideró que la prueba estaba bien acreditada y se estableció, desde entonces, que fuera obligatoria.
Algunos, siempre las han criticado y les han atribuido el carácter de excluyentes, quizás sin saber que con las pruebas sólo se procesan datos que identifican aptitudes presentes en cada aspirante. La decisión de que los admitan o no, en una institución de educación superior, se basa en el problema de cupo en cada una de las carreras que éstas ofrecen. Por ello, es indispensable no sólo que se continúe utilizando las PAA al final de la educación media sino que se desarrollen más pruebas para los niños y los jóvenes, que sirvan para orientar, con más información sobre las aptitudes de los estudiantes, a los padres, a los orientadores y a las universidades para la toma de decisiones. Es igualmente importante que orientadores y psico-pedagogos que trabajan en educación básica y media elaboren un portafolio acumulativo sobre cada estudiante, los cuales servirían de orientación a los docentes, para conocer cuales son las fortalezas y las debilidades que deben tomarse en cuenta cuando se planifican las actividades y los proyectos de cada grado y de cada estudiante; a los padres y estudiantes para participar en las decisiones relacionadas con sus estudios en todos los niveles y al sistema educativo para ofrecerles carreras de diferente duración para continuar sus estudios en las instituciones de educación superior de acuerdo con sus aptitudes y conocimientos.
Sólo así se podrá dar continuidad a las ideas democráticas y pedagógicas del Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, en el sentido de emprender las reformas necesarias orientadas a “dejar libre tránsito al pueblo hasta los más altos niveles de educación, es decir, para posibilitar la realización de una educación de masas, sin desmedro de su calidad” (Prieto Figueroa, 1958), y poder responder con un sí a la pregunta inicial.
Referencias:
1. Ruiz Calderón, Humberto. El Nacional, B-14, 2 de mayo 2006.
2. Popham, W. James. The Truth about Testing. ASCD. 2001.
3. Sarco Lira, Amalio. Un Idóneo Indicador. El Nacional, A-4, 22 de junio,1997.
4. Prieto Figueroa, Luis Beltrán. En: Tesis Educativa. Acción Democrática. Agosto 1958.