Opinión Nacional

Educación superior: cinco discursos

El acceso a la educación superior es quizás uno de los temas más debatidos. Las cinco posiciones que describe Jenny Williams en la obra Negotiating Access to Higher Education. The Discourse of Selecetivity and Equity, publicada por The Society for Research into Higher Education y OPEN University Press, en 1997, las identifica por las siguientes características básicas: la académica tradicional, la de los defensores del mercado o neoliberal, la economicista de los partidarios de la formación de profesionales de alto nivel como base para el economía; la meritocrática que defienden los liberales y la quinta posición que es la de los partidarios de un acceso mucho más amplio a través de diferentes rutas. Estos enfoques son semejantes a los que se encuentran en los argumentos y proposiciones expuestos en nuestro país, fundamentalmente, en la última década.

El primer discurso plantea la posición académica tradicionalista que a veces se confunde con la de los neoconservadores. Ciertos aspectos de esta posición están ligados a la cultura académica y se expresan en términos de criterios académicos, méritos, excelencia y libertad intelectual. Con este enfoque, los académicos deben determinar no sólo la naturaleza de la educación superior sino también quiénes deben ser admitidos para estudiar lo que ellos ofrecen y el acceso sería sólo para los que demuestren, antes de entrar, que poseen la capacidad para beneficiarse de lo que le ofrecen. Los partidarios de esta posición defienden las pruebas de conocimiento y de aptitud académica como uno de los mejores mecanismos de selección neutral. Se considera en esta posición que cualquier decisión para ampliar el acceso a las instituciones de educación superior conduciría a una educación de masas que deterioraría el sistema elitesco. En otras palabras, consideran que todo aquello que trate de establecer la formación vocacional como un mecanismo de acceso es enemigo de la formación académica que defienden.

El segundo discurso es el económico, que se define como el de los defensores de mercado con las etiquetas de neoliberales o liberales del mercado. Dentro de este enfoque general han surgido los defensores del «mercado de la educación» y las palabras claves son la selección del consumidor, la competencia, la privatización y la diferenciación vía el mercado. Según este esquema, aun cuando se deja un papel residual al gobierno en las decisiones sobre el tamaño y los fines de la educación a través del control de las finanzas, se argumenta que se debe dejar a los académicos decidir sobre la naturaleza de la universidad y a los estudiantes la seleción para seguir sus estudios entre las instituciones que compitan. La educación se transforma en un artículo de consumo. La eliminación de las becas y el énfasis en los préstamos o créditos educativos caracteriza esta posición. La dependencia de las ayudas del gobierno se disminuye o se elimina. Sólo se consideran las becas para los talentosos pobres dentro de cierta justicia social. Algunos sugieren como máxima expresión de este enfoque el sistema de «vouchers» para los pobres. Detrás de estos planes está lo que han denominado «nacionalización» lo que en realidad es una privatización,. Con este juego de palabras se trata de justificar la liberación del papel del Estado y el traspaso del dinero por medio de los préstamos, «vouchers» o cualquier otra forma, a las instituciones privadas. Se ha llegado a afirmar que la implementación de la reforma de la educación inspirada en las leyes del mercado es esencialmente una estrategia de clase que tiene sus mayores efectos en la reproducción de las ventajas y desventajas de las clases sociales establecidas.

El tercer discurso es el utilitarista que plantea que el desarrollo económico de la nación se basa en la producción de egresados de la educación superior con una preparación de calidad. Esta posición se ha extendido globalmente y es defendida por algunos partidos políticos y algunos líderes en nuestro país. Forma parte del esquema internacional de la competitividad y de la creación de riqueza. Las palabras claves que se encuentran en este tipo de propuesta son: destrezas, relevancia económica, empresas, competencia, responsabilidad y preparación con este propósito. Se habla de clientes, productos, negocios y servicios. Se considera que la competitividad económica dependerá en el futuro del desarrollo de un sistema educativo capaz de producir un gran número de egresados con un nivel promedio en lugar de un pequeño número que constituya una pequeña élite de líderes. Expresiones que defienden que nuestro desarrollo económico dependerá, cada vez más, de un alto nivel de conocimiento, comprensión y destrezas son cada vez más comunes. Se llega a idealizar el efecto de la educación superior sobre la economía.

La opinión sobre un más amplio acceso en este esquema se expresa en términos de ampliación de las destrezas que sean relevantes para entrar en la educación superior, para lo que está en oferta y para el destino de los graduados como empleados. Por ello, consideran las pruebas de aptitud académica como un impedimento para la solución de la falta de personal preparado. Algunos llegan a considerar a los académicos como «anticapitalistas». Las ideas en favor de ampliar el acceso a las instituciones de educación superior por otras vías que no sea el bachillerato tradicional o de pruebas específicas han sido consideradas formas de evitar las trabas que se han concentrado en esas vías para impedir la entrada de muchos estudiantes. Por otra parte, se insiste en la capacitación para el trabajo con énfasis en aquellas destrezas requeridad por los empleadores.

La expansión del sistema es importante para este enfoque, porque nuevos grupos se suman sin quitarle oportunidad a los que ya entraban por la formas tradicionales. Se crea la frase «más significa diferentes». Como la economía requiere diferentes destrezas las diferencias son beneficiosas. La incorporación a la educación superior de estos «diferentes» se hace fundamentalmente en los colegios e institutos universitarios en carreras cortas con inclinación más vocacional. A pesar de que el término académico se usa muchas veces en forma peyorativa en oposición a la relevancia económica, los empleadores continúan reclutando sus altos gerentes de las universidades tradicionales de mayor reputación acedémica. La jerarquía que distingue la educación académica de la vocacional permanece en la estructura de la educación superior prácticamente en todos los países.

La cuarta posición es la meritocrática que tiene bases históricas fuertes y las palabras que la identifican son: derechos individuales, méritos, desarrollo personal, talentos perdidos, posibilidad de acceso e igualdad de oportunidades. A veces se confunde su discurso con el del enfoque economicista. Se diferencia por la justificación para la entrada a la educación superior ya sea como un derecho individual ganado por haber sido aceptado o porque unos la consideran como un derecho a cierto tipo de educación ligado a los requerimientos de la economía o de la sociedad como un todo.

El problema de admisión lo relacionan con la calificación, la posibilidad de acceso y la baja representación de algunos grupos ya sea la clase obrera, las mujeres o cualquier otro. Este último factor se ha tratado de resolver con la estructura semestral, el sistema de unidades de créditos, los módulos, la ampliación de quiénes se consideran calificados para ser admitidos y la inclusión de la acreditación de las destrezas adquiridas fuera del sistema educativo.

Cuando se habla de atender a los grupos con poco acceso a la educación superior se entiende que el problema es más colectivo que individual. En general, este discurso se ha institucionalizado como una forma diferente de acceso. La incorporación de aspirantes de mayor edad, el concepto de educación permanente o continua y el estudio a tiempo parcial, caracterizan esta oportunidad de incorporación a la educación superior en la cual se pueden acumular créditos que arman la base para ser admitidos.

El quinto enfoque, que se caracteriza por la defensa de un acceso más amplio, se originó en el siglo XIX, fuera de la educación superior tradicional. Este enfoque ha servido de apoyo a grupos históricamente excluidos de la educación superior. Es un movimiento que nace de abajo, fuera del apoyo del Estado, preocupado más por la estructura que por la naturaleza individual de las desigualdades. Aun cuando se asemeja a la posición liberal meritocrática, se distingue por el énfasis en la consideración de la estructura de las desigualdades. Paulo Freire es uno de los más citados dentro de este enfoque. Las palabras más comunes de esta posición son: justicia social, alfabetismo político, fortalecimiento y desarrollo de las comunidades.

El acceso, bajo esta posición, está orientado a atender las necesidades y las aspiraciones de los adultos en su lucha por el acceso al conocimiento. Dentro de este esquema se ha trabajado en la introducción de cambios que modifiquen el estilo pedagógico, el currículum y la forma de evaluar. Este grupo de acciones dieron lugar a un enfoque educacional que se ha identificado en algunos países como andragógico para diferenciarlo del pedagógico, el cual atiende a los niños y a los jóvenes en su tránsito por el sistema educativo formal desde preescolar hasta la educación superior. Sin embargo, la nueva denominación no ha logrado generalizarse e independizarse de la pedagogía.

El desarrollo del movimiento por el acceso a la educación superior se ha polarizado entre el que se basa en cursos estructurados reconocidos y el que se refiere a los cursos diseñados para el fortalecimiento y desarrollo comunitario. Las reformas que se han realizado tanto en la educación obligatoria como en la media y la superior orientadas a facilitar el acceso han debilitado la energía y el espacio del movimiento radical para el acceso en la mayoría de los países en donde éste llegó a desarrollarse. La valorización de las diferencias en este movimiento por el acceso es distinto de la de las otras cuatros posiciones. El predominio, al menos en términos del discurso, de la versión meritocrática del acceso, la institucionalización del sistema de créditos en muchas universidades e institutos universitarios, han dejado poco espacio para esta quinta posición. El eclipse de la radicalización de la izquierda política también se observa en este movimiento.

La lucha ideológica en algunos países, entre un punto de vista económico de la educación superior y la idea tradicional liberal de la universidad, ha originado cambios educacionales durante la década de los años 80 y 90, por el control del Estado central y la influencia de la nueva derecha en la política educacional.

Al revisar las palabras claves de cada posición descrita, es fácil identificar a cual de los discursos pertenecen los artículos de opinión que sobre el tema se difunden en nuestro país. En muchos casos se superponen posiciones y se mezclan características lo cual se debe a confusión o a que realmente es difícil establecer límites precisos entre los cinco enfoques. La combinación inteligente y realista de algunas características en el diseño de un sexta posición para responder a las necesidad específicas de nuestro país, es quízas posible y conveniente ante un problema tan complejo y tan dinámico como la educación superior.

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