Dramática despedida

Como preludio de lo que se avecina el próximo Diciembre, quizás el triunfo oficialista del 4D de 2005 sea posiblemente la “Ultima Gran Victoria Electoral de la Revolución”, lograda a empujones en medio de un país profundamente dividido que decidió por voluntad propia y a pesar de las presiones de todo tipo, darle la espalda a la injusticia, a la corrupción galopante y sin freno, pero sobre todo a la ausencia casi absoluta de probidad y transparencia Judicial y Electoral. Venezuela no salió a votar como una demostración evidente del gigantesco desencanto que sufre por una parte de un gobierno torpe, deshonesto, ineficiente y arrogante que no satisface ni a sus propios parciales y por la otra de una oposición que no terminaba de definirse ni de unirse ante lo obvio. No se trata pues de establecer quien gana o cual pierde, sino de cuando y como salimos sin trauma de este trance con mesura, responsabilidad y visión de futuro. Ahora se presenta una ventana de oportunidad real ante la desnudez programática del régimen y sus ejecutorias. Nadie pensaba hasta hace poco la materialización de la unidad necesaria para acabar con la barbarie, la corrupción y la incapacidad. El presidente candidato como nunca antes luce derrotable, sin discurso, nervioso, irritable, mentiroso y lo que es mas grave para el sin ninguna capacidad de convocatoria ni emoción en la fibra de ese mismo pueblo que lo apoyó.

Si observamos detenidamente y sin pasión alguna la actitud del gobierno en estos días de campaña, vemos su reacción desesperada por distraer al pueblo de los verdaderos problemas que aquejan a la colectividad, como el insólito manejo del caso Anderson o la disparatada estrategia oficial de achacarle todos los males de esta República a la oprobiosa y sistemática política desestabilizadora del imperio del norte y sus lacayos colaboradores entre los que se cuentan a Tony Blair, Vicente Fox, Alvaro Uribe, Alan García y a los habituales adécos, copeyanos y justicieros ; pero para nada se menciona por el contrario, las asignaciones alegres y directas a empresas yankis de la jugosa plataforma deltana, o los records de despacho petrolero a Estados Unidos o las cuantiosas ventas en el país de General Motors, Ford o Daimler Chrysler, Coca Cola, Mac Donalds, Pepsi, Microsoft, IBM, etc., así como también el frenético consumo de escocés de 18 años o mas (Superpremium) que por cierto nos valió una visita y el reconocimiento mundial del embajador de Juanito El Caminador.

Este doble discurso y la actitud ambivalente del Gobierno y su icono mentor candidato ya nadie se la come; atrás quedaron aquellos tiempos de gloria, de frescas y abundantes promesas que hipnotizaron al país entero. Se les venció el lapso de cargarle sistemáticamente los errores y fracasos a las cúpulas podridas de los gobiernos y partidos de la cuarta, sin percatarse que nunca como ahora nadie había derrochado tanta plata con tan poco resultado en la gestión pública y en el ánimo de la gente. Ahora la factura se la pasan los mismos que los apoyaron, esos frustrados niños de la calle que tienen ocho años mas de edad y de penurias; los millones de desempleados que se agolpan en las aceras de las calles y los semáforos del país quienes miran como su presidente y sus cuarenta “colaboradrones” engordan y se olvidan de los más necesitados en medio de tanta riqueza. Todo esto, amigos míos, lo sabe muy bien Chávez y su gobierno y ahora, ante este desastre emprenderá una huida al frente, aduciendo con la estridencia acostumbrada un espectacular triunfo en medio de la mas absoluta soledad; no pueden, ni podrán por mas que lo intenten esconder las caras largas de la tragedia en un esfuerzo de celebración funeraria anticipada en donde esta ausente el otrora poder de convocatoria en sus propios partidarios de antaño; y para colmo, como colofón de todo este sainete electoral, la Asamblea Nacional resulto ser un tramposo e ilegitimo objeto de utilería para complacer por poco tiempo los caprichos de un agónico régimen que cada día se deslegitima más y que ahora tendrá que forzosamente despedirse dramáticamente de quienes le dieron una histórica oportunidad