¿Dónde están los reales?
Chávez dejó cerca de 6 millardos de dólares aprobados para una serie de obras y proyectos que van desde el famoso Parque Simón Bolívar, que no es otro que el mismo parque que sustituiría a La Carlota, anunciado por el líder intergaláctico hace un montón de años hasta empresas recolectoras de basura para Caracas que dejarán a un lado todos esos proyectos populistas que entregaban la responsabilidad de mantener limpia a la ciudad a cooperativas y pequeñas organizaciones comunales.
Eso, como está a ojos vista, fracasó. Y el platero que dejó Chávez listo para gastar antes de mudarse a Cuba seguirá el mismo rumbo que los más de mil millones de millones de dólares gastados desde que comenzó la coba de revolución en 1999 hasta ahora.
¿Dónde están esos reales?
Es el gran misterio del proceso. Lo primero que hizo Chávez para asegurarse de que nunca nadie sepa en que gastó esa platal fue justamente asumir directamente el control de todos los poderes públicos, incluyendo contraloría y fiscalía. Así se operaba seguro. Después liquidó la autonomía del BCV y, en el camino, asaltó la gerencia completa de Pdvsa. Ya con los reales en el colchón, asegurados, y coadministrados con los cubanos, el paso final: crear fondos de administración de uso personal, donde Chávez ordena, saca, mete, quita plata de un lado y la pone en el otro.
Hace, multiplicado por un millón, lo que supuestamente hizo Leopoldo López con cuatro lochas y le costó una inhabilitación política, nada democrática e ilegal, que intentarán repetir con otros aspirantes como cobarde recurso en su intento por seguir montado en la silla y en los reales. Y no es solamente el amo de la hacienda. Es toda la cúpula favorecida por el dedo mágico la que aspira a seguir chupando hasta que el último hueso cumpla con las leyes divinas.
Pero lo fundamental es establecer cómo y en qué este grupete de militares se gastó esa inmensa cantidad de dinero sin que al país le quedara algo más que un montón de mujeres preñadas en los barrios como obra revolucionaria de los cubanos.
En números, tipo desfile militar, como les gusta a los de verde con musiquita de guerra y laticas en el pecho, la cosa sería más o menos así 1.100.000.000.000 de dólares. Es decir, una montaña de plata suficiente para haber tapado aunque sea los huecos de la avenida San Martín. Pero nada.
El contralor se llevó el secreto. Los demás poderes, por ahora, defienden sus sillas y sus cesta tickets. Y la gente, mucha gente todavía, sigue creyendo en los pájaros preñados que les pintó micomandantepresidente.
¿Todo está en Cuba? No parece. Debe haber mucho en bancos capitalistas por todo el mundo.