Opinión Nacional

Discutir a fondo sobre la salida

Una vez más sentimos la obligación de plantear la urgente necesidad de que las verdaderas fuerzas motrices del país, interpretando el profundo sentir del ciudadano común de Venezuela, analice serenamente la necesidad de sustituir a Hugo Chávez como Presidente. No se trata de una discusión sencilla, pero ya es inevitable como muy bien lo plantea Carlos Blanco en su columna del domingo pasado en El Universal. Entre otras cosas señala que desde 1985 a esta parte, 15 presidentes latinoamericanos han dejado de serlo sin elecciones ni golpes de estado. Solo fue tumbado por esta última vía el calamitoso Aristide en Haití, quien sería el número 16 de los echados del poder.

Estoy absolutamente convencido de la imposibilidad para el país de prolongar una situación como la actual hasta el 2013, cuando a todas luces está reconocido el actual régimen como el más ineficiente y corrompido de toda la historia republicana. Eso en lo interno, en lo referido a sus obligaciones básicas políticas y constitucionales. El desastre es total y la desinstitucionalización del país nos lleva a una confrontación violenta y anárquica que por este camino luce inevitable. A ello se agrega el rol, ya no de inepto corrompido, sino de peligroso corruptor continental y mundial, aliado y figura señera de las estructuras del crimen organizado que le dan soporte tanto al terrorismo y al narcotráfico como a gobiernos y organizaciones forajidas del mundo. Hugo Chávez no aclara, no explica, no da razones. Está confeso por sus actuaciones, por sus innumerables pronunciamientos a favor de guerrilleros, de terroristas y de cocainómanos y prisionero de las famosas computadoras de (a) Raúl Reyes. INTERPOL no lo ataca, ni lo acusa, ni lo menciona. Solo certifica que el contenido de ese archivo invalorable de las FARC no ha sido manipulado ni alterado. No se pronuncia sobre el contenido, pero es demoledor por las múltiples evidencias y la pluralidad indiciaria que lo convierte en responsable de cualquier cantidad de delitos nacionales e internacionales. Uno de ellos, ser protagonista activo de la conspiración existente para derrocar al Presidente de Colombia y destruir la institucionalidad democrática de ese país, formidable muro de contención a sus pretensiones. Otro, vender la soberanía al entregar cuantiosos recursos materiales y violar nuestra integridad territorial convirtiendo al país en santuario protector de los criminales.

El emplazamiento es directo para los sectores del chavismo que conservan sensatez y amor por la patria. También a esa cierta oposición colaboracionista, negociadora por excelencia y electoralista por convicción, por comodidad o por cobardía. Chávez no niega nada, ¿por qué este tipo de reacción? Opinen ustedes si quieren la guerra, si lo autorizaron a vender la paz o si están de acuerdo en mantener el gobierno de Venezuela en manos de las FARC. Señores, todas las cartas sobre la mesa.

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