Diputados revolucionarios
En la fase del Salto Adelante y del modelo de desarrollo endógeno la
verdadera dimensión del poder se ubica en las instancias expresadas en la
Constitución Bolivariana. La sustancia del poder está en: (i) la contraloría
social, (ii) los consejos locales de planificación pública, (iii) la
asamblea de ciudadanos, (iv) los cabildos abiertos, (v) los gobiernos
comunitarios. Por lo tanto, las próximas elecciones para diputados de la
(%=Link(«http://www.asambleanacional.gov.ve/»,»Asamblea Nacional»)%) pasan a ser el canal que materialice la construcción de un
nuevo Estado: el Estado revolucionario del poder popular.
No obstante, hay que precisar el modo de asumir esas elecciones. Para el
revolucionario auténtico, las elecciones son para tomar el poder y cederlo
al pueblo. Por el contrario, para el contra-revolucionario o reformista las
elecciones son para mantener la estructura de dominio sobre pueblo. La
primera concepción se inscribe dentro del espíritu del acto revolucionario.
Es colocar el gobierno al servicio del pueblo. Es darle viabilidad a la
democracia participativa y protagónica (directa del pueblo). Es consolidar
el poder constituyente. Por su parte, el reformista desea ganar las
elecciones para usufructuar del poder. Esto en sí es un acto burocrático. Es
darle continuidad a la reforma. Es tolerar la vigencia del sistema político
de democracia representativa.
En el Salto Adelante se hace indispensable el acto revolucionario, tanto en
su concepción ideológica como en su práctica. Tomar el poder a través de las
elecciones es para entregarle el mando de la Asamblea Nacional al pueblo
organizado. Tal como lo establece la bandera emblemática del Presidente
Chávez: “el gobierno se transforma en instrumento del pueblo”. Esta es la
línea a seguir para ascender un nuevo escalón en la ruta hacia la
revolución. Tomar el poder para dirigir a la sociedad significa materializar
el cuerpo primario de los preceptos del poder popular. Esa es la acción de
la democracia directa del pueblo.
Las elecciones de diciembre no son para repetir los esquemas burocráticos
del usufructo del poder. Es el momento de acabar con los actos burocráticos
electorales. El nuevo escenario del Salto Adelante y de la elaboración del
Socialismo del Siglo XXI exige, a quienes aspiran ser electos, asimilar la
concepción del acto revolucionario y aniquilar el modo de gestión
reformista que aún prevalece en las estructuras del aparato del Estado.
Instalarse en la Asamblea Nacional es para luchar por el bien común. Es
reemplazar el mando reformista por la acción revolucionaria del pueblo
organizado. Eso implica legislar para hacer realidad el poder popular: (i)
gobernar para el pueblo por medio de la satisfacción de sus necesidades
colectivas e individuales; (ii) transferir la toma de decisiones a las
comunidades organizadas; (iii) establecer el método de rendición de cuentas
ante las organizaciones comunitarias; (iv) darle consistencia a los mandatos
constitucionales de cogobierno (estado-pueblo), a través de las asambleas
populares; consejos locales de planificación pública; contraloría social;
cabildos abiertos; (v) propiciar la vía constituyente para la transformación
de las estructuras rígidas que aún no se ajustan a la revolución
bolivariana.
Pero, crear el poder popular y luchar por su instauración demanda: (i)
identificación plena con el pueblo (amor al prójimo); (ii) convencimiento
ideológico (socialismo); (iii) compromiso con la revolución (desprendimiento
del orden material de las cosas); y (iii) conciencia de servicio a la causa
emancipadora. Si no se siente esto en el alma, si no se ha incubado en el
corazón, ni se ha practicado el bien común fundamentado en la buena
voluntad, será muy difícil alcanzar las metas revolucionarias. Sin espíritu
revolucionario el pragmatismo corruptor continuará vivo. Por lo tanto, solo
la conciencia del colectivo logrará la determinación de los líderes que se
identifican con sus luchas. Luchar por el pueblo significa la desintegración
de las cúpulas y la eliminación de las decisiones cupulares.
En la fase del Salto Adelante, desarrollo endógeno, Socialismo del Siglo
XXI, defensa integral de la nación, la toma del poder adquiere un nuevo
sentido de lógica en el pueblo. Los que aspiran su dirección, por medio de
la Asamblea Nacional que asuman la revolución y luchen por ella. Luchen por
el poder popular. Procedan con base a lo que indica el acto revolucionario.