¡Dijimos que no!
La falta de respeto del gobierno a los ciudadanos no tiene límites. En diciembre pasado respondimos un rotundo «¡NO!» al sistema socialista anacrónico, obsoleto y fracasado en todas partes del mundo, pero ellos insisten en caleteárnoslo vía Ley Habilitante… Raúl Castro en Cuba ofrece cambios hacia la apertura. Aquí, nos llevan hacia la «cerradura»…
Porque «no» es «no». Si a mí me invitan a ir a un lugar al que estoy segura de que no quiero ir porque lo voy a pasar muy mal, porque no me gustan las cosas que hacen allí y porque no estoy de acuerdo con la forma cómo se maneja, los invitantes tienen derecho a insistir en la invitación, es verdad, pero no pueden obligarme a que vaya en contra de mi voluntad. Y si me llevan de todas maneras, sería un secuestro. Y el secuestro es un delito, y los delincuentes, en un país en el que las leyes se cumplen, pagan su delito con cárcel. Pero ya hemos visto que en Venezuela cada vez la justicia se hace más selectiva… una tragedia para un país.
Los afiches del «Por ahora» después del referendo, el «Patria, socialismo o muerte» de los cuarteles, y ahora, la desfachatez de meter los cambios a los que nos negamos vía Habilitante indignan, por decir lo menos. ¿Para qué se gastó tanto dinero en realizar un referendo si de todas maneras iban a terminar haciendo lo que les da la gana?… ¡Han debido cerrar el CNE entonces! Y el dineral que se gastaron para preguntar si estábamos de acuerdo con algo que a fin de cuentas nos lo iban a imponer, lo hubieran usado en los hospitales, las escuelas, la seguridad, abastecimiento… que buena falta nos hace. Decía que los slogan del gobierno son indignantes. Pero además son humillantes… y son peligrosos, porque somos un pueblo paciente, y a cuenta de nuestra paciencia nos han ido arrinconando. Pero los arrinconados, por lo general, terminan dándole un soberano empujón a quien los arrincona, en un acto de simple supervivencia. Decía el humorista español Enrique Jardiel Poncela que cuando dos personas sostienen una liga entre los dientes, y una jala, jala y jala, y la otra cede, cede y cede, llega un momento en el que la que cede se siente agotada de tanto ceder, suelta la liga, y le rompe al otro las narices… Los actos violentos terminan mal.
El Presidente de la República le achacó el fracaso de la opción del «Sí» a la falta de información… «fracasamos en vender nuestra propuesta», dijo. Pero se equivoca… su propuesta estuvo tan bien vendida que la gente entendió muy bien que «eso» no era lo que quería. El «No» ganó porque al contrario de lo que el Presidente piensa, la gente está bien informada de lo que es el socialismo y sabe que no quiere ese sistema. Y mucho menos ahora que en los barrios han tenido contacto con tantos cubanos descontentos con el sistema que tienen en su país. Además, las encuestas revelan que las clases A y E coinciden en muchos temas medulares, tales como el de la propiedad privada, la educación, hasta en el de ordenamiento territorial. En otras palabras, nuestros problemas no dependen del estrato económico en el que nos situemos, sino de las convicciones que tenemos. Por fortuna, el deseo de vivir en libertad es muy fuerte. Y la gente votó por mantener ese derecho. Otros se abstuvieron para no «traicionar» al Presidente votando en su contra, pero aquí se acabaron los cheques firmados en blanco. Al gobierno, que le convenía la abstención de la oposición, no contó con la suya propia. Tampoco contó con que muchos de sus supuestos «afectos» también votaron «No»… de eso hay hasta testimonios fotográficos.
El hecho es que se puede augurar otro fracaso más a la larga lista de fracasos del gobierno si insiste en obligarnos a aceptar un sistema que no queremos.
¿Cuál será la parte del «NO» que no entendieron?… ¿Es que no se han dado cuenta de que además de un bravo pueblo, somos un pueblo bravo por los abusos que se cometen día a día?… ¡Dijimos que no, y lo volveremos a decir cuantas veces sea necesario!
